La historia vuelve a repetirse: desde el mismo momento en que la semana pasada saltó la noticia de su noviazgo, incluso sin confirmación oficial ni prueba gráfica que lo atestiguase, y se habló de Meghan Merkle como la nueva novia del príncipe Harry, la actriz se ha convertido en una de las mujeres más perseguidas por los paparazzi. Tanto que en estos siete días la joven y su familia han comenzado a sentir en su propia piel qué es el acoso mediático.
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Harry de Inglaterra ha vuelto a demostrar una vez más que no sólo es príncipe real que también es príncipe azul y ha salido al rescate de su amada, lo que no ocurrió con Cressida Bonas o con Chelsy Davy, con un comunicado oficial como único escudo y sus razones como única arma, igual que en su día hiciera su hermano mayor, el príncipe Guillermo, para proteger a su princesa, Kate Middleton.
“La semana pasada se cruzó la línea. Su novia, Meghan Markle, ha sido objeto de una ola de abuso y acoso. Algo que se ha hecho público, una calumnia en la primera página de un periódico nacional, matices raciales en algunos artículos de opinión y un sexismo y racismo rotundo por algunos ‘trolls’ de las redes sociales y de los comentarios en artículos online...”. Un gesto de caballero (el Príncipe se confiesa preocupado por la seguridad de su chica y profundamente decepcionado por no haber sido capaz de protegerla), con el que además ha hecho oficial su relación de unos pocos meses.
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Los Duques de Cambridge llevaban un año de novios cuando el príncipe Guillermo cargó contra la presión mediática. El Príncipe sabía que la persecución de los reporteros en ocasiones es difícilmente soportable y que su relación podía salir perjudicada si cada uno de sus movimientos era detenidamente observado por un objetivo dispuesto a captar las 24 horas en imágenes de este noviazgo. Para evitar que la situación se agravara, el Príncipe decidió, con apoyo del padre de Kate Middleton, denunciar las intromisiones en la vida privada de su novia en el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.
Dos fotografías fueron las que indignaron profundamente al Príncipe y agotaron su paciencia: una haciendo las compras navideñas y, muy especialmente, otra que mostraba a Kate Middleton en un autobús camino de una entrevista de trabajo. Ante la publicación de ambas imágenes, el príncipe Guillermo y el señor Middleton optaron por escribir una carta a los medios de comunicación pidiendo por favor respeto a su vida privada, advirtiendo de que si el aviso no fuera suficiente, estarían dispuestos a presentar sus quejas, como hiciera Carolina de Mónaco, al Tribunal de Estrasburgo. Y es que Guillermo y Harry de Inglaterra tienen demasiado vivos los recuerdos de su madre, constantemente perseguida por paparazzi y con un escaso margen para vivir, sin testigos, episodios estrictamente de su vida privada.
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