Cómo disfrutar de unas vacaciones como un 'royal': así pasa el verano la Familia Real británica
Un vuelo en avión privado a un castillo francés, puestas de sol en la sabana África o lluviosas tardes en medio de un páramo de brezo en Escocia son algunos de los planes estivales de la Familia Real británica que habría que plantearse si se está pensando seriamente en disfrutar de unas vacaciones como un verdadero royal.
Los Duques de Cambridge y sus pequeños, los príncipes George y Charlotte, han emprendido un viaje de glamour al sur de Francia. La familia puso rumbo en un jet privado a tierras galas, donde se hospedaron en el Chateau la Rocque del sigo XVI en el pueblo de Pouydraguin y en otros alojamientos a la altura. El castillo es propiedad del multimillonario Michael Green, magnate del mundo de la comunicación, y el avión le fue proporcionado por la familia del difunto Duque de Westminster, cuyo hijo y ahora heredero, Hugh Grosvenor, es padrino del príncipe George.
Viajes de lujo aparte, la Familia Real también encuentra diversión durante estos días de ocio y relax en actividades más mundanas como pueda ser un picnic a orillas del río en las tierras altas de Escocia, donde nadie se libra de la llovizna de agosto ni del tormento de las picaduras de los mosquitos. Tras dejar atrás sus vacaciones francesas, el príncipe Guillermo ha vuelto al trabajo como piloto de rescate del servicio de ambulancia aérea para el Este de Anglia, mientras la duquesa Catherine se dedica a sus niños y les lleva a la playa de Hunstanton, destino favorito de excursiones, si se encuentran en Norfolk, cerca de su casa de campo.
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Antes de que septiembre acabe, se espera que los Duques de Cambridge pasen un tiempo en Balmoral (Escocia), donde la reina Isabel permanece hasta principios de octubre. El año pasado la pareja estuvo allí una semana, ayudando a la Reina a marcar el día en el que rompía el récord del reinado más largo en los más de 1.000 años de la monarquía británica superando a la decimonónica reina Victoria. No serán los únicos. Todos los miembros de la Familia Real británica antes o después pasan por allí en algún momento durante el verano, ya que es casi "un imperativo real" según dicen.
Pero antes de las visitas de la gran familia, la Reina disfruta con o sin su marido de la tranquilidad, de la soledad y del silencio en la intimidad de su residencia de Craigowen Lodge, que se encuentra a menos de dos kilómetros de Balmoral. Esta vez mientras que la reina Isabel se dirigía al norte, el príncipe Felipe ha tomado la dirección contraria, a la costa del sur de Inglaterra, para disfrutar de la regata de vela anual.
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El verano más movido está siendo el de la Condesa de Wessex, que se prepara para una vuelta ciclista de Escocia a Londres (más de 725 kilómetros), el Desafío DofE, con fines solidarios. Lleva preparándose desde febrero y ahora la Condesa, de 51 años y madre de dos niños, lady Louise y el vizconde James de Severn, sale tres veces en semana y puede llegar a recorrer 112 kilómetros diarios. "Ha habido momentos en los que sin duda he pensado: '¿Qué demonios me he decidido a hacer?", reconoce.
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Las vacaciones del príncipe Carlos y la Duquesa de Cornualles transcurren en Birkhall, la residencia que el Príncipe heredó de su abuela materna, la Reina Madre, en las Higlands de Escocia. Durante su estancia se espera que asistan a algunos actos públicos, como los recientes juegos Ballater. Pero para gustos, destinos. El príncipe Harry ha vuelto a tirar millas y a cambiar el tímido sol británico por el osado de la sabana africana. Ha regresado a su amada África, esta vez para ayudar a transportar 500 elefantes a través de Malawi, en un viaje de trabajo de caracter privado.