Este 10 de junio, el Duque de Edimburgo celebra su 95 cumpleaños, una fecha que -de acuerdo a los deseos del marido de la reina Isabel II- pasará con relativa calma. Desde el día 20 de noviembre de 1947, el príncipe Felipe se comprometió a amar y a honrar a su mujer en el marco de una boda de cuento, que tuvo lugar en la Abadía de Westmister, y que arrojó luz en el país tras la II Guerra Mundial.
Cuando cumplieron sus bodas de oro, en 1997, la Reina elogió su entrega con las siguientes palabras: "Ha sido, simplemente, mi fuerza durante todos estos años”. El paso del tiempo no ha hecho que disminuya su compromiso. El marido de la reina Isabel II lleva a cabo alrededor de 250 compromisos al año y a los pocos actos oficiales a los que ha faltado -como por ejemplo cuando en el año 2012 no pudo asistir al Jubileo de Diamante por encontrarse hospitalizado-, su ausencia se sintió profundamente.
Sin embargo, en los primeros días de su noviazgo, nadie hubiese pronosticado que el matrimonio fuese un éxito. Felipe era un príncipe sin reino, nacido como el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca en la isla de Corfú en 1921. Su padre era el príncipe Andrés de Grecia, hijo del rey Jorge I, mientras que su madre, la princesa Alicia de Battenberg fue bisnieta de la reina Victoria.
Felipe y sus cuatro hermanas mayores tuvieron una infancia complicada derivada del exilio de su familia de Grecia en 1922. Su madre, que padecía sordera, tuvo que ser internada por sufrir problemas mentales. A ello hay que añadir que su padre a menudo estaba ausente en el sur de Francia, por lo que el joven príncipe Felipe creció prácticamente solo. En 1937, la familia sufrió un duro golpe cuando su hermana Cecilia, su marido y dos de sus hijos fallecieron víctimas de un accidente aéreo.
El príncipe Felipe adoptó un carácter fuerte y ambicioso. Su buena apariencia, combinada con su estatus como apuesto oficial de la marina, agitaron el corazón de muchas mujeres. En 1939, la Familia Real británica visitó el Britannia Royal Naval College. La princesa Isabel, que tenía 13 años, comenzaría a entablar una romántica correspondencia con el príncipe Felipe durante la II Guerra Mundial.
Una vez este regresó de la batalla, en la que sirvió en el bando británico en el Océano Índico y en el Mediterráneo, comenzaron oficialmente su noviazgo. A pesar de que había demostrado su valía durante el conflicto, el héroe de guerra carecía de hogar y de fortuna, por lo que no era visto como la opción más deseada para la princesa Isabel. Sin embargo, en abril de 1947, el Rey dio su bendición para una boda real. Después del “sí, quiero”, Felipe se convirtió en Su Alteza Real el Duque de Edimburgo. El matrimonio tuvo cuatro hijos, el príncipe Carlos, la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo.
Durante más de 60 años, el Duque de Edimburgo ha hecho gala de su carácter bromista durante muchos de sus compromisos públicos. A pesar de que algunas de sus declaraciones pueden haber sido objeto de controversia, la Reina aprecia su sentido del humor. Una de las razones para que su amor haya resistido el paso del tiempo es por su capacidad para reír juntos. Él mismo ha reconocido que sus chistes pueden ser arriesgados, concluyó una gira por Australia y Nueva Zelanda en 1968 diciendo: "Como sucede a menudo, he descubierto que hubiese sido mejor mantener la boca cerrada".
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El Duque de Edimburgo es uno de los pilares de la familia y los príncipes Guillermo y Harry valoran especialmente su consejo y apoyo. Cuando Guillermo le comentó sus dudas acerca de caminar detrás del ataúd de su madre, la princesa Diana, fue su abuelo quien le tranquilizó. Durante un reciente documental sobre la vida de la Reina, el príncipe Guillermo habló de la estrecha relación que mantiene con sus abuelos. "Me gustaría saber su secreto", dijo. "Creo que es fantástico”, añadió. “Espero que Catherine y yo tengamos el mismo futuro por delante y podamos mostrarnos tan felizmente casados como ellos después de 68 años ", aseguró.