Hay veces que los viajes oficiales emanan el mismo romanticismo de un viaje de pareja como la gira de los enamorados Duques de Cambridge en la que, entre compromiso y compromiso, afloran miradas que lo dicen todo. Primero en la India donde degustaron la sal y la especia de la vida y ahora en las felices (el indicador principal de desarrollo del país es la Felicidad Nacional Bruta) montañas de Bután donde se contagian de la alegría patria.
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Dicen que el amor está en el aire y, en las alturas de Bután, sobra aire puro. Con el mundo a sus pies, después de horas de desafiante caminata, los Duques se premiaron uno al otro con una mirada enamorada, pero también con una mirada de satisfacción tras el esfuerzo de la larga ruta a pie (un total de cinco a seis horas) hasta Taktshang, el monasterio Nido del Tigre. Así, de buena mañana, tras una noche de cena (privada) con los Reyes de Bután, comenzaban este viernes, penúltimo día de su visita.
Descansados y sonrientes han ascendido al retiro espiritual, que data de 1692. Un lugar mágico cerca de la cueva donde se dice que meditó Guru Padmasambhava, a quien se le atribuye la introducción del budismo a Bután durante más de tres años en el siglo VIII. El antiguo monasterio se alza a 3.000 metros, pero los Duques, grandes deportistas, parecían entusiasmados con el desafío y con la oportunidad de disfrutar de algunas de las vistas más impresionantes.
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La elegancia de la Duquesa de Cambridge no tiene vértigo e incluso en las cumbres de Bután, con un atuendo casual apropiado para la jornada de trekking, mantuvo el equilibrio perfectamente del buen estilo. La Duquesa apostó por un favorecedor outfit de inspiración safari, en tonos marrones y verdes oscuros, con el triunfo del caqui. En concreto, llevó una blusa blanca, chaleco entallado de cuero de Really Wild Clothing, pantalones pitillo y botas de línea ecuestre, imprescindibles para no dar un mal paso, de Penelope Chilvers.
Demostraron buena forma y no se desanimaron en ningún momento. Hicieron un alto a mitad de camino para ver en la distancia su punto de destino, pero aún con todo lo recorrido el príncipe Guillermo y la duquesa Catherine parecían tan frescos y con ganas de continuar. "A mitad de camino, vamos a hacerlo, vamos a seguir adelante", dijo el príncipe Guillermo mientras reanudaban la marcha. La pareja se detuvo de nuevo después en un mirador con vistas panorámicas al monasterio Nido del Tigre antes de afrontar los últimos 1.000 pasos. El príncipe Guillermo parecía más sofocado que su mujer y, secándose el sudor de la frente, bromeó: "Hasta ahora, todo va bien", mientras que también en tono jocoso comentó que la caminata era "fácil".
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La pareja se encontró con el Director del Museo Nacional, Phuntesho Tashi, participando, como es tradición en el budismo, en una serie de ruedas de oración para absolver el pecado. El Duque y la Duquesa de Cambridge también se cruzaron con tres excursionistas de San Francisco en su descenso. Se detuvieron a charlar con ellos sobre el buen tiempo y el tiro con arco. "Eran ideales", dijo Lauren McKennan."No había ni rastro de sudor. Se detuvieron a hablar con nosotros de tres a cinco minutos, y fueron absolutamente encantadores". Alex Willmore agregó: "Nos preguntaron cuánto tiempo llevábamos aquí y comentaron lo agradable que era. Les pedimos una fotografía y ellos sólo se reían. No pudo ser, pero fueron absolutamente encantadores... Y siguieron diciendo lo bonito que era todo".
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Un portavoz del Palacio de Kensington señaló anteriormente que los Duques estaban "encantados" de visitar el "lugar mágico" que les permitiría obtener un verdadero sentido de la belleza natural y espiritual de Bután. De vuelta en Thimphu esta noche la pareja asistirá a una recepción con los ciudadanos británicos residentes en Bután y con los butaneses con fuertes vínculos con el Reino Unido.