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Arranca la segunda parte de la gira oficial de los Duques de Cambridge con todo el color de las felices (el indicador principal de desarrollo del país es la Felicidad Nacional Bruta) montañas de Bután. Los Duques aterrizaron esta misma mañana en el aeropuerto de Paro, donde fueron recibidos por la hermana del Rey, la princesa Chimi, y por su marido. Tal vez los halagüeños aires del Himalaya surtieron su efecto nada más llegar, tal vez el enorme interés y las altas expectativas de su viaje les infundían los mejores ánimos, lo cierto es que tanto el príncipe Guillermo como la duquesa Catherine, que llevaba para la ocasión un vestido de color vainilla de Emilia Wickstead que había estrenado en 2012, irradiaban alegría al pisar suelo butanés.
El programa era intenso, lleno de compromisos muy apetecibles, pero entre todos se esperaba con especial impaciencia uno: el encuentro de Guillermo y Catherine de Inglaterra con los Guillermo y Catherine del Himalaya. El rey Jigme Khesar Namgyal Wangchuck y la reina Jetsun Pema brindaron a sus invitados un recibimiento oficial con honores, después de un escénico paseo en coche hasta la capital de Thimphu, en el que cientos de escolares con sus uniformes formaron una fila a la orilla de la carretera para saludarles. Primero los soberanos les obsequiaron con el tradicional desfile de bienvenida y luego, en el antiguo monasterio de Thimphu Dzong, que ahora se utiliza para ocasiones ceremoniales, con una bendición. Allí, los Duques encendieron las tradicionales lámparas mantequilla.
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Las damas reales congeniaron. Y es que ambas tienen mucho en común: las dos se casaron en 2011 y, hasta su matrimonio, las dos eran plebeyas. Igual que la Duquesa de Cambridge, la reina Jetsun Pema, de 25 años, se hizo primero muy popular en su país por sus gestos (rechazó la posibilidad de una luna de miel paradisíaca en favor de un recorrido a pie para conocer a las gentes de Bután) y luego mundialmente reconocida por su belleza. Y una última coincidencia más: también experimentan la aventura de la maternidad. La Reina más joven del mundo se convirtió en madre por primera vez a principios de este año. Así, con tan buena sintonía, conversaron distendidamente largo rato y se despidieron hasta la tarde.
Entonces comenzaba la diversión. Los Duques de Cambridge son una pareja deportista y muy competitiva, así que a nadie extrañó que probaran suerte con el deporte nacional de Bután, el tiro con arco, tan sólo unos días después de mostrar sus habilidades con el cricket en India. Las flechas no dieron en el objetivo ni de lejos, pero la Duquesa demostró buen perder y estalló en un ataque de risa cuando vio cuánto se desviaba el disparo de su curso. Si tenía esperanzas de emular la destreza del tiro con arco de Katniss Everdeen en los Juegos del Hambre o de Mérida, la princesa valiente de Disney, no le ha acompañado la suerte. Tendrá que practicar más. Bastante más. Aunque la mala puntería tenía su buena disculpa: vestía un precioso traje, compuesto por una capa de Paul & Joe y una falda, tejida a mano, proveniente de Bután, y unos tacones de Rupert Sanderson, ciertamente incómodos para dicho menester. Coronaba su puesta con unos pendientes de amatistas de color lavanda, de casi 5.000 euros, de Kiki McDonough.
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La Duquesa de Cambridge recibió asistencia de su marido, el príncipe Guillermo, que demostró cómo se debe disparar la flecha para dar en el blanco. Movido un tanto por la rivalidad entre marido y mujer y otro tanto por la comicidad del momento, el Duque se unió a los aplausos cuando su Duquesa apuntó y... erró el tiro. La revancha de la duquesa Catherine ha sido horas después. Acertó de pleno en la diana de la elegancia con un nuevo atuendo colorista -un guiño al país anfitrión- en la cena privada con el Rey y la Reina.
La Duquesa de Cambridge redondeó su primer día en Bután con un tercer cambio de ropa, que resultó el tercer acierto. La esposa del príncipe Guillermo eligió para su encuentro un vestido de Tory Burch, un diseñador americano, bordado con flores y abalorios, que conjuntó con un fular en rojo brillante y unas sandalias de color negro. Y aún el equipaje guarda varias sorpresas más.
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