Hoy construimos la noticia por el tejado, protagonista de nuestras líneas. Y es que todas las miradas se elevan estos días a las alturas del Palacio de Buckingham, que por H (llámese unos manifestantes que trepan hasta la azotea palaciega para exigir sus derechos) o por B (dígase la techumbre de la sala de banquetes que amenaza de hundimiento) ocupa titulares.
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El fin de semana la residencia oficial en Londres de Isabel II recibió dos visitantes inesperados: dos hombres subieron a la cubierta del Palacio en una protesta por los derechos de los padres separados. Los manifestantes evitaron la seguridad y, mediante el uso de una escalera, ascendieron a la parte superior de la Galería de la Reina de la carretera del palacio de Buckingham, que es parte de la finca, donde permanecieron durante ocho horas. La reina Isabel se encontraba en el Castillo de Windsor en el momento de la visita sorpresa, tras haber regresado de Malta a principios de semana.
Hablando por teléfono desde la azotea real, Martin Matthews, de 48 años, dijo que era "más fácil que subir al tejado del Palacio de Buckingham que ver a los niños uno de estos días". El padre le dijo al Evening Standard que habían marchado con confianza a través de un puesto de la policía armada, que pusieron una escalera contra la pared y que se subieron como si fueran obreros. Tan campantes. Ambos desplegaron entonces una pancarta que decía: "Yo soy el padre de Harry". Al parecer violaron la seguridad de la residencia oficial de la reina Isabel en torno a las 15:15 horas y su manifestación, en la que también participó un hombre de 33 años llamado Bobby Smith, formaba parte de una campaña conjunta de los grupos de New Fathers 4 Justice y Stop The War On Dads para luchar por la igualdad de los derechos para los padres en proceso de divorcio y separación y por la reforma del derecho de familia.
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Para haberse matado pensará alguno, y nunca con más razón. Antes de lamentar eso de "este palacio es una ruina", la sala de banquetes -otra zona, eso sí, de Buckingham- se ha cerrado por la amenaza de hundimiento del techo. Isabel II ha sido consciente del problema de su residencia oficial en Londres después de que fuera descubierto en un estudio rutinario: "Durante una inspección de rutina se detectó un problema en una de las vigas del techo (...) del comedor. A la espera de una evaluación más exhaustiva, se suspendió el acceso a la sala como medida de precaución", dijo un portavoz.
Cualquier otro acto oficial que debería celebrarse en dicho salón se trasladará a salas alternas. Y probablemente sean más de uno y más de dos, porque este comedor, situado en el lado oeste del edificio y decorado con papel pintado de color rojo oscuro, es una de las habitaciones principales de la residencia. Durante las visitas de Estado los invitados se retiran allí para tomar café tras la cena de gala en el salón de baile, como sucedió el mes pasado en el banquete en honor al Presidente chino, además allí mismo la reina Isabel grabó su mensaje de Navidad el año pasado.
Otras salas contiguas como el salón y la galería de imágenes no han sido afectadas, pero lo cierto es que el histórico edificio, que cuenta con 775 salas, está en un estado tan precario que la reina Isabel podría tener que hacer las maletas y cerrar sus cajas de mudanza para trasladarse de casa -algo que no se produce desde que en 1837 la reina Victoria la designara como residencia oficial- durante el tiempo que dure una reforma completa, cuyo coste se ha estimado en 150 millones de libras (212 millones de euros, 226 millones de dólares). “Es algo que tenemos que estudiar seriamente porque la decisión afectará al coste de la remodelación. Una opción es desalojar Buckingham y la otra es hacer las obras por secciones e ir trasladando a la gente de una sección a otra”, cuenta una fuente del entorno real a HELLO! Online. Que lo tomen en cuenta futuribles manifestantes.