Cambiar las tuberías y el cableado eléctrico, retirar el amianto y redecorar… Así hasta alcanzar una cifra de 210 millones de euros. Esto es lo que, según una fuente cuenta a Hello! Online, se calcula que podrían costar las obras que necesita el Palacio de Buckingham. Una renovación que podría llevar a la Reina de Inglaterra a abandonar su hogar. Algo que no se produce desde que en 1837 la reina Victoria la designara como residencia oficial.
El histórico edificio podría ver como su habitante más ilustre, Isabel II, hace las maletas y cierra sus cajas de mudanza para trasladarse de casa en lo que duran las obras, algo que todavía se está estudiando. “Es algo que tenemos que estudiar seriamente porque la decisión afectará al coste de la remodelación. Una opción es desalojar Buckingham y la otra es hacer las obras por secciones e ir trasladando a la gente de una sección a otra”, cuenta una fuente del entorno real a HELLO! Online.
Aunque el Palacio no ha sido redecorado desde 1950, en el último año fueron necesarias una serie de reparaciones que ya ascendieron a tres millones de euros, lo que no ha impedido que ahora necesite una reforma más “significativa” dada la antigüedad y el tamaño de uno de los edificios emblemáticos de Londres.
De tener que hacer las maletas y por el tiempo que dure la renovación, la Reina, el Duque de Edimburgo y los 426 empleados que trabajan allí se trasladarían probablemente al Castillo Windsor, la residencia que real que se sitúa en el condado de Berkshire, y que es la favorita de la Reina, en donde sólo se alojan y se brindan cenas de gala a los invitados que ella considera más distinguidos.
Buckingham no sería entonces la única residencia real que luciría como nueva, puesto que el año pasado las obras se acometieron en la residencia de Anmer Hall, en Norkfolk. Una mansión de principios del siglo XIX, que la reina Isabel regaló a su nieto, el príncipe Guillermo, y en donde vive actualmente con su familia, la Duquesa de Cambridge y sus dos hijos, el príncipe George y la princesa Charlotte.
Las obras en ese caso, además de buscar la modernización de las estructuras y el mobiliario, se enfocaron en dotar a la residencia real de mayor privacidad. Entre otras reformas se desvió el acceso al edificio en coche, se construyó un jardín interior con techo de cristal y se reubicó la piscina en un lugar más discreto. En aras a aumentar esa privacidad también se plantaron infinidad de árboles y arbustos en los alrededores de la casa para dificultar la visión desde el exterior.