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A su llegada a San Martín, la princesa lució un vestido en rojo y blanco y un sombrero a conjunto.
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Poco después, y tras un encuentro con algunos escolares de la isla, la soberana y los príncipes se reunían con la primera ministra, Sarah Wescot-Williams, en su oficina.
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Durante su estancia en San Martín, visitaron el Museo Histórico, donde recibieron un cuadro de parte de la isla y sus habitantes.
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La soberana y los príncipes han demostrado su buena relación en cada una de sus apariciones públicas.
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Máxima eligió un vestido de color amarillo limón sin mangas y un sombrero color crema. Como complementos, unos vistosos pendientes de colores.
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Al día siguiente, el día 4, aterrizaban en el aeropuerto Franklin D. Roosevelt de San Eustaquio, en un avión copilotado por el propio príncipe Guillermo.
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En el aeropuerto eran eran recibidos, una vez más, con muestras de cariño de las autoridades y los habitantes de la isla.
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La princesa optó por un favorecedor vestido de rayas multicolor y una vistosa pamela de color camel.
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Los príncipes cumplieron con todos los actos programados en una visita que apenas duró 8 horas.
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Además de cumplir con su asistencia y participación en los diversos actos, los príncipes también han tenido tiempo para compartir confidencias. En esta imagen vemos a Máxima apoyándose sobre el hombro de su marido.
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Antes de marcharse de San Martín, tuvo lugar una fiesta de despedida en la que tanto la soberana como los príncipes se mostraron muy animados aplaudiendo y bailando al ritmo de la música,
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La reina recogió agradecida un obsequio de manos de la primera ministra, que presidía la fiesta, ante la atenta mirada de su hijo.
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