Primera cita oficial en solitario para la princesa Amalia de Países Bajos. La hija mayor de los reyes Guillermo y Máxima ha sido la encargada de bautizar el buque de apoyo de combate Del Helder en la localidad de Vlissingen. Un navío de 180 metros de largo y capacidad para 75 personas, diseñado y construido por Damen Navel para el Ministerio de Defensa, que abastecerá por todo el mundo a buques de guerra con municiones, agua, alimentos y piezas de repuesto, así como prestar servicio en la lucha contra el tráfico internacional de drogas y dar apoyo de emergencia. Tras la inauguración, la Princesa ha recorrido las instalaciones del barco y ha charlado con los miembros de la tripulación y los encargados de su construcción.
Este bautismo es una forma de dar buena suerte al barco y protegerlo antes de que se eche a la mar. “Te bautizo Den Helder y te deseo a ti y a tu tripulación buen viaje”, ha dicho la Princesa que ha golpeado la nave con una botella de champán, tal y como marca la tradición, y ha cortado las cuerdas con un hacha, lo que simboliza que se podían soltar las amarras y empezar a navegar. Acto seguido, han hecho sonar la bocina junto al Wilhelmus, himno nacional de Países Bajos, y una nube de humo roja, blanca y azul, colores de la bandera, ha cubierto el lugar.
De esta manera, la heredera ha seguido los pasos de su abuela Beatriz, su madre Máxima y su hermana Alexia, que en el pasado han ejercido de madrinas de barco. Lejos de la formalidad que el acto requería, la princesa Amalia ha sacado a la luz su lado más cercano y entrañable junto a dos pequeños que se han encargado de regalarle un ramo de flores. Dentro del barco ha bromeado asegurando que no quería tocar nada por si acaso producía algún desperfecto.
Para esta jornada, la princesa Amalia ha optado por un traje bañado en rosa empolvado. Un conjunto de dos piezas de la firma Max Mara formado por una blazer de doble botonadura y pantalón. La joven royal ha sumado al look un suéter de cuello vuelto en marrón y abrigo largo a conjunto de la misma marca, un básico sacado del armario de su madre. En lo que a los complementos se refiere, ha optado por una diadema trenzada en tono neutro, no se puede ir a la inauguración de un barco sin tocado en la cabeza porque dicen que atrae la mala suerte, unos pendientes de botón dorados y un clutch en forma circular con detalles en piel de Marina Raphael.
La princesa Amalia va dando pequeños pasos que vienen a confirmar que su agenda como heredera al trono es imparable y está adquiriendo gran importancia. Cabe recordar que a finales del pasado mes de enero acompañó a sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, a la conmemoración del 80º aniversario de Auschwitz. Si bien es cierto que la princesa Amalia ya había representado a la Corona en otras citas en el extranjero, esa era la primera vez que acudía a un acto internacional de tanto calado y trascendencia histórica.
Este no ha sido el único punto de inflexión para la princesa Amalia este 2025, puesto que desde el día 1 de enero cobra la asignación del erario público de 1.5 millones de euros al año que le corresponde por su condición de primera en la línea de sucesión al trono. Con este dinero sufragará los gastos derivados de su actividad institucional que contempla una secretaria y un fondo para poder vivir y trabajar de forma independiente. Amalia es la primera heredera de Europa de la nueva generación que recibe este sueldo.
Estas nuevas responsabilidades las compagina con sus estudios de Política, Psicología, Derecho y Economía en la Universidad de Ámsterdam. Una experiencia que se vio empañada por las amenazas que sufrió por parte de un grupo de la mafia que le obligaron a trasladarse temporalmente a Madrid. A pesar de lo delicado de la situación, la Princesa guarda un grato recuerdo de nuestro país y del cariño y apoyo que recibió de Felipe VI y la reina Letizia. “Debo decir, sinceramente, que fue una época maravillosa. Estoy muy agradecida a todos los que hicieron eso por mí”.