España siempre ha sido especial para la Familia Real holandesa. Fue en Sevilla, en la Feria de Abril de 1999, donde el rey Guillermo conoció al amor de su vida -la reina Máxima-; y Madrid, la ciudad en la que Amalia, la princesa heredera, cursó parte de sus estudios universitarios. La princesa guarda muy buenos recuerdos de su estancia –“Debo decir, sinceramente, que fue una época maravillosa”, diría tiempo después- y, una vez más, ha regresado a la capital, que tan bien conoce. En esta ocasión, junto a su padre y su hermana Amalia.
Tal y como puede verse en las imágenes que ofrecemos, en exclusiva, el rey Guillermo y las princesas viajaron a Madrid el pasado fin de semana, aunque, esta vez, no les acompañaba la reina Máxima -al contrario de lo que se ha publicado en otros medios-.
Según ha podido conocer ¡HOLA!, el soberano y sus hijas aterrizaron en la ciudad la tarde del sábado 14, con el tiempo justo para asistir a la cita que los había traído de vuelta a Madrid: el cumpleaños de un miembro de la familia Baumbach, propietaria del imperio farmacéutico Boehringer Ingelheim.
Una fiesta, que transcurrió en la más estricta intimidad, y a la que también acudieron los reyes Federico y Mary de Dinamarca con su hija, la princesa Isabella -quienes llegaron un día antes de la cita, el viernes 13, y se alojaron en el mismo lugar que la familia real holandesa, el Hotel Santo Mauro-.
A las 19 horas del sábado, Guillermo, Amalia y Alexia pusieron rumbo a la finca Soto Mozanaque, propiedad del Duque de Albuquerque y escenario de la gran celebración, que reunió a aristócratas, políticos y empresarios de toda Europa (como la duquesa de Medinaceli, Juan Abelló y Anna Gamazo, y Pablo de Hohenlohe, entre otros).
Una visita exprés, pero en la que encontraron tiempo para hacer algunas compras. De hecho, el rey Guillermo llevaba una bolsa de una conocida tienda, especializada en ropa de caza, de la calle Juan Bravo; y Federico y Mary de Dinamarca también visitaron algunos establecimientos de la Milla de Oro madrileña.
El domingo 15, antes de comer, Guillermo de Holanda y sus hijas emprendían el viaje de vuelta a su país. Poco después de la partida de Federico y Mary de Dinamarca.