Amalia de Países Bajos es otra de las princesas que ya ha entrado en la vida adulta y a raíz de ello, está ganando un mayor protagonismo. La heredera ya ha realizado parte del camino para ser algún día Reina y ahora está a punto de dar otro gran paso. Después de haber disfrutado de un año sabático, en septiembre, la hija mayor de los reyes Guillermo y Máxima comenzará la universidad, lejos del Palacio Huis ten Bosch en La Haya, el que ha sido su hogar hasta ahora. Dejará el nido para irse a la Universidad de Ámsterdam y seguir completando su formación académica. Una etapa que llega después de la polémica en la que se vio envuelta la hermandad estudiantil en la que tenía pensado ingresar.
En menos de un mes, la Princesa de Orange hará las maletas para cursar la licenciatura de Política, Psicología, Derecho y Economía (PPLE), que le dará una visión más interdisciplinaria, a la que ha accedido tras un proceso de selección que realizó el año pasado. Con la elección de su centro de estudios superiores ha roto una tradición ya que su padre y su abuela, la princesa Beatriz, pasaron por la Universidad de Leiden.
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En este cambio radical de vida, Amalia compartirá casa con algunos de sus compañeros de estudio, pero no optará por la clásica residencia de estudiantes y a pesar de tener ya los 18 años, la Casa Real considera que la etapa universitaria de la Princesa se enclava dentro de su ámbito privado.
De estos meses de asueto donde ha realizado una pasantía en el Fondo Orange y ha trabajado como voluntaria de otras organizaciones, la heredera neerlandesa ha contado que ha aprendido “mucho”, que ha conocido a diferentes sectores de la sociedad y que “un año sin colegio fue bastante agradable”, dijo en su segunda entrevista, tal y como recogió ¡HOLA! hace unas semanas. Para la reina Máxima este tiempo ha servido de gran crecimiento personal para su primogénita. “La he visto volverse mucho más independiente y mucho más preocupada por el futuro”, dijo a lo que el Rey añadió: “Ha sido un año útil, ahora es una persona más completa”.
La nueva vida que comienza no asusta a la princesa Amalia, más bien al contrario. “Tengo muchas ganas de que llegue. Espero conocer mucha gente, aprender cosas nuevas… Pero el estudio es lo primero. No es solo diversión y fiesta”, dijo en la entrevista. Sin embargo, su llegada a la Universidad está envuelta en la polémica. La Princesa tenía intención de entrar en una hermandad, pero sus planes se han ido al traste después de que circulara un vídeo en el que miembros de la Amsterdamsch Studenten Corps y Amsterdamsche Vrouwen Studenten Vereeniging dirigían insultos misóginos y sexistas durante una fiesta celebrada el pasado julio.Tras conocerse el contenido de estas imágenes, la Casa Real confirmó que Amalia no entrará en este grupo estudiantil por decisión propia.
Desde que cumplió los 18 años, el pasado 7 de diciembre, Amalia de Países Bajos se ha dado a conocer mucho más que otras princesas de su generación. Ha tenido una infancia y adolescencia muy protegida, pero ha querido mostrarse al mundo tal cual es. Primero lo hizo en su biografía en la que aseguró que “estoy al servicio de mi país. Doy mi vida por Holanda”. “Si puedo prevenir una mala situación a través de la diplomacia, si he podido hacer que el mundo sea un poco mejor, entonces estaré feliz”, dijo.
Esas memorias también sirvieron para ver parte de su personalidad y erradicar los estigmas que hay sobre la salud mental. Amalia de Orange reconoció que de vez en cuando va al psicólogo. “No creo que deba ser un asunto tabú y no hay ningún problema en reconocerlo en público. A veces todo se vuelve demasiado para mí: la escuela, los amigos… Si lo necesito concierto una cita, me desahogo, lo saco todo y ya estoy lista para todo el mes”, contó con gran sinceridad en su libro biográfico.
También reconoció en una conferencia de prensa, tras ingresar en el Conseo de Estado, sobre el extraordinario destino que la espera, que “no hay escuela para ser Reina”. Igual de desenvuelta estuvo el pasado junio del brazo de don Felipe en la cena de gala por el 18º cumpleaños de la princesa Ingrid de Noruega, luciendo su primera tiara.