Amalia de Países Bajos ha sido la protagonista de un sencillo, pero solemne acto: su ingreso en el Consejo de Estado, que marca su nuevo camino como heredera y el inicio de su vida institucional. Un día después de cumplir los 18 años, la Princesa de Orange ha sido presentada ante este organismo por su padre, que también ejerce como presidente de esta institución que tiene una función de asesoramiento independiente del Gobierno y el Parlamento en materia de legislación y gobernanza y es el tribunal administrativo general más alto de los Países Bajos. Aunque desde hoy participará en las reuniones del Consejo, Amalia no tiene derecho a voto, pero se toma su ingreso como un entrenamiento para su futuro como jefa de Estado porque como ella misma ha dicho “no hay escuela para ser Reina”. En este paso que supone un antes y un después para la heredera, la Princesa ha contado en todo momento con el apoyo de su padre, demostrando una vez más la gran sintonía que mantiene con el soberano más allá de la faceta institucional.
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Nada más bajarse del coche para entrar en el Palacio Kneuterdijk, donde ha tenido lugar la sesión extraordinaria, se ha visto a Amalia buscando el brazo de su padre, que prácticamente no ha soltado hasta una vez que han ocupado sus asientos en la sala. También se ha apoyado en su mano para subir las escaleras de Palacio. Por su parte, el soberano ha ido guiando a su primogénita. Primero, para posar a uno y otro lado para los fotógrafos y después, en el recorrido, donde también han entrado cogidos del brazo.
Sentada a su derecha, el Rey ha inaugurado la sesión con un discurso en el que ha destacado lo orgullosos que la reina Máxima y él están de ella. “Es una placer para mi esposa y para mí estar entre ustedes, con nuestra hija mayor. Estamos orgullosos de acompañarla en su ingreso a este Consejo, que cumple tan importante función en nuestro estado constitucional democrático”, ha comenzado el monarca. Después, ha sido el turno de la Princesa que ha protagonizado la anécdota divertida de la jornada por la forma en que se ha dirigido a su padre: “Gracias, presidente, si puedo llamarte así por una vez, por tus cálidas palabras”.
Tras los discursos se han dirigido al jardín, donde Amalia de Países Bajos ha plantado una lima y luego ha comparecido en una rueda de prensa donde ha respondido a las preguntas de un grupo de periodistas, siempre bajo la atenta mirada de sus padres, que se han mostrado muy emocionados y no han parado de sonreír durante todo el tiempo que ha durado la intervención de la Princesa, que nuevamente ha buscado la mirada de aprobación de su padre en alguno de los momentos.
A partir de ahora, Amalia de los Países Bajos podrá asistir a las reuniones ceremoniales del Consejo de Estado, así como a las reuniones de la División de Asesoramiento, donde participará en los debates con el resto de consejeros. La frecuencia con la que acudirá en el futuro dependerá del contenido de su programa de capacitación y estará en consonancia con sus otras actividades. Además, está previsto que siga con sus estudios tras el año sabático del que actualmente está disfrutando. Su padre, el rey Guillermo, fue nombrado consejero de este organismo en 1985, pero no fue hasta después de completar sus estudios y hacer el servicio militar cuando participó activamente en el Consejo de Estado, es decir a partir de 1995, una década después de su nombramiento oficial. Formó parte de su preparación para convertirse en monarca.