Después de un año de espera, llegó el día. El 9 de noviembre, los Reyes de los Países Bajos llegaban a Oslo —el soberano, al mando del avión— para emprender una visita de Estado de tres días en el reino de sus primos.
Allí, a las puertas de palacio, los esperaban con recibimiento de honores y mucho cariño los Reyes de Noruega, la princesa Mette-Marit y la princesa Marta Luisa, que reaparecía radiante después de estar años alejada de la agenda de Palacio y recién llegada de Estados Unidos, donde pasó unos días con su novio, el chamán Durek.
La agenda de Guillermo Alejandro y Máxima incluyó compromisos en torno al cambio climático, defensa, energías renovables, cooperación, reuniones al más alto nivel, concierto en el museo Munch… y dos citas en el Palacio Real: almuerzo en familia —en el menú, caviar de fletán— y una cena de Estado a la que asistieron ciento noventa y siete invitados.
Las echábamos de menos, pero, finalmente y, después de casi dos años de pandemia, los Reyes de Europa han empezado a abrir palacios, cofres y armarios de gala. Se actualizan las relaciones, vuelven los abrazos y con ellos también los duelos de vestidos —la mayoría, reciclados— y joyas… Zafiros para la soberana de los Países Bajos, esmeraldas para la Reina noruega, diamantes para la princesa Mette-Marit y amatistas para Marta Luisa… Y la ganadora fue Máxima, aunque no se lo puso fácil su anfitriona, con el aderezo de la emperatriz Josefina.
La Reina Sonia unió fuerzas con las princesas Mette-Marit y Marta Luisa para el duelo de estilo, pero Máxima las dejó KO con su imbatible maleta
La Reina neerlandesa, siempre en estado puro, imponente e imbatible con su maleta, y añadiendo una última sorpresa: su vestido de gala cut out, del diseñador Claes Iversen. El modelo que eligió para ser la anfitriona del concierto que ofrecieron en honor a los Reyes de Noruega en el recién estrenado museo Munch. Al borde del fiordo de Oslo, volvió a jugar a experimentar con un vestido azul que ha dado la vuelta a Europa. Con estratégicos agujeros circulares —los más arriesgados llevaban un forro nude debajo—, bordados en oro con lentejuelas, y rayos de sol, Máxima puso el toque más ‘atrevido’ a una visita de Estado.