El rey Guillermo Alejandro ha vuelto a arrodillarse ante Máxima : “Veinte años después, mismo lugar”, escribieron los soberanos de los Países Bajos. Y la Reina, por supuesto, volvió a decir ‘sí’, como aquel día (19 de febrero de 2001), cuando el entonces príncipe le presentó sus ‘ofrendas de aspirante’ —un anillo y unas rosas— con una frase muy ensayada: “Lo pido por primera vez en mi vida y por última vez en mi vida. ¿Te quieres casar conmigo?”.
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Guillermo había escondido todo (incluido el champán) detrás de un seto y, después de patinar junto a Máxima sobre el helado lago del palacio de Huis ten Bosch, llegó el gran momento.
Hacía mucho frío y la ahora Reina sugirió un chocolate… Aunque antes llegó la sorpresa: un anillo de platino con un diamante naranja —el color del Reino y de fantasía— en forma de óvalo abrazado en doble banda por 16 brillantes.
Un mes más tarde, la Reina Beatriz y el príncipe Claus anunciaron el compromiso. Se habían conocido en la Feria de Sevilla, en 1999; enamorado en Manhattan, y su boda se celebró el 2 de febrero de 2002, en Ámsterdam.
Dos décadas después del compromiso y, posiblemente, con sus tres hijas , Amalia, Alexia y Ariadne, de testigos, Guillermo de Orange-Nassau y Máxima Zorreguieta han revivido su historia ‘capturando’ la recreación de aquel momento con una fotografía muy romántica y, por supuesto, sobre patines: el Rey arrodillado y cogiendo la mano de la Reina, mientras se miran a los ojos sin poder contener la risa, vestidos con plumíferos, vaqueros, guantes y gorros de lana.