Poco después, y mientras continuaba saludando a unos y a otros, la reina Letizia se dio cuenta de que a una de las personas allí congregadas se le había caído su bastón al suelo, el mismo con el que se ayudaba para caminar. Ni corta ni perezosa, la esposa del rey Felipe no dudó en agacharse para recogerlo y devolvérselo a su propietaria