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Cuando aún no ha amanecido, en la oscuridad y quietud de primera hora de la mañana, la Familia Real ya está en pie, preparada para afrontar una nueva jornada de trabajo, como cualquier otra familia española.

© Casa de S. M. el Rey

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La reina Letizia y la infanta Sofía son las primeras en abandonar sus aposentos, en la planta superior. 

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Aparecen por la escalera de caracol el rey Felipe y la princesa Leonor, que bajan juntos, de la mano, con el mismo trote alegre, que denota el balanceo de la coleta a caballo de la Princesa. 

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Salen entonces la infanta Sofía, seguida de la Reina, y la princesa Leonor, seguida del Rey, al nuevo día.

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El rey Felipe les recuerda en el último momento que no se olviden de nada. Consejos de padres, a veces también de Reyes.

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Las niñas guardan en el maletero, en presencia del Rey, sus mochilas, las mismas que llevó el Comité Olímpico Español en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Mientras, la Reina entra en el coche, al asiento del copiloto. 

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¿Qué se dicen en la intimidad? La conversación de la Familia Real en el automóvil discurre por los mismos derroteros que la conversación de cualquier otra familia española en el trayecto de cada día al colegio: la preocupación de unos padres por los asuntos de la escuela de sus hijos.

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Cuando han llegado a destino, el rey Felipe se congratula de su buena suerte al encontrar sitio para aparcar a la entrada al colegio.

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Las pequeñas se acomodan atrás. Y, por último, el rey Felipe se sienta al volante de un Audi habilitado con una cámara GoPro para la especial ocasión.

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El examen de Ciencias de la princesa Leonor ocupa gran parte de la charla, después de que la reina Letizia se cerciore de que la infanta Sofía no tuviera otro también.

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Ya es la hora de entrar. “Venga chicas”, apresura la Reina; “No os dejéis nada… Cuidado con la puerta que pesa”, avisa el Rey.

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