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Felipe de Marichalar no ha heredado el legendario perfil borbónico del rey Juan Carlos, pero es el que más se le parece de todos sus nietos. Físicamente, es el único de los chicos que ha sacado el pelo castaño y rizado y los ojos marrones, en contraste con los Urdangarin que son de rasgos más germanos, como la reina Sofía. La elección de un atuendo similar a la misma edad potencia además el parecido de su aspecto. Tanto abuelo como nieto visten desde niños de americana y corbata sus apariciones públicas. © Cordon Press © Europa Press

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Felipe de Marichalar tiene la fortaleza de los Borbones. Ha sacado la complexión robusta de su abuelo: esa altura (está a punto de sobrepasar a su madre) y esa corpulencia que se les presuponen a los más grandes para regir su propio destino o, como en el caso de sus antepasados, el de todo un reino. La rama española de la dinastía de los Borbones ha dado diez reyes a la Corona española desde Felipe V, el Animoso.

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Más allá de cada uno de los rasgos por separado, el parecido entre Felipe de Marichalar y el rey Juan Carlos a su edad se distingue en el conjunto. Incluso, ajenos al apellido y al parentesco, el aire de familia entre abuelo y nieto acabaría trascendiendo por forma de ser, gustos y gestos. Si eres Borbón, las manos cruzadas siempre por delante.

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Corre por las venas de Felipe de Marichalar la sangre azul… del mar, que corre también por las venas del rey Juan Carlos (en el extremo derecho de la imagen superior, con gafas de sol). Después de don Juan, de don Juan Carlos y de don Felipe, llega a la familia Borbón una nueva generación de marinos, capitaneada por el hijo de la infanta Elena, que cada verano en Palma pone su pasión a toda vela junto a los Urdangarin como segundos de a bordo en el deporte de tradición familiar.

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Abuelo y nieto tienen don de gentes. Se hacen querer por su carácter sociable, por su carisma y por su sentido de la españolidad. El rey Juan Carlos no nació en España, pero rápidamente apreció el gusto por la vida de los españoles. Podría decirse que también ha calado en Felipe de Marichalar -en una imagen de la revista ¡HOLA! de esta semana con ocasión de la celebración de su 18º cumpleaños.

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Felipe de Marichalar es heredero de la afición a los toros de su abuelo, el rey Juan Carlos, y de su madre, la infanta Elena. Los tres apoyan con su presencia en las plazas el arte del toreo y el mundo taurino corresponde con sumo agradecimiento el respaldo real en el tendido.

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Personalidades tan espontáneas, divertidas, con tanto sentido del humor y extravertidas como las del rey Juan Carlos y Felipe de Marichalar cosechan sinfín de anécdotas (con actores, con toreros, con deportistas...) y otros momentos geniales allí donde se encuentren.

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Felipe de Marichalar, el que ha sido el niño real con más presencia en la prensa, se ha hecho un hombre al cobijo del anonimato, tras la instrucción del último año en un colegio de disciplina militar de Estados Unidos (Virginia). A lo largo de este año, dicen que aconsejado por la reina Sofía, ha sido uno más entre los demás, sin distingos de sangre ni de clase, y ha estado libre de la presión mediática, lo que ha marcado la gran diferencia. También el rey Juan Carlos pasó sus años en las Academias Militares, los que después recordaría como los años más felices de su vida. Podemos imaginar a Felipe de Marichalar, como a su abuelo en la imagen, compartiendo la mesa del comedor de su internado.

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El rey Juan Carlos ha puesto siempre por delante su amor por España. Desde su llegada al país, cuando fue desarraigado de su familia, de sus amigos y de su vida a la edad de 10 años, al momento de la abdicación de la Corona en favor de su hijo, Felipe VI, y aún ahora en segunda línea. Un amor que late también en su nieto más parecido.

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