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Cada vez más españoles respaldan su trabajo. La reina Letizia se ha convertido en el rostro de una monarquía moderna y, como avanzaba la gran encuesta realizada por la empresa de estudios de mercado y demoscopia Sigma Dos para ¡HOLA!, en 2023, más de la mitad considera que ha ayudado a reforzar la imagen de la Corona. Su cercanía, su autenticidad y su espontaneidad han hecho que se gane más aplausos que nunca, también entre los jóvenes, que la valoran muchísimo.
Ya no es la consorte que acompaña al Rey: "cambió su forma de hacer y se ha convertido en una figura fuerte, comprometida, moderna, admirada por monárquicos y no monárquicos. Se lo ha ganado y ha dejado de ser una 'intrusa", como nos explica esta semana, en las páginas de nuestra revista, Cristian Salomoni, psicólogo experto en comunicación no verbal. Ahora vemos a una soberana más cercana y comprometida: "ha sabido equilibrar el mundo personal e institucional. Accesible, pero con la autoridad de su rol y con una enorme fortaleza en comunicación".
© Getty ImagesSi bien Aránzazu Junquera, psicóloga y coordinadora de postgrado y docente en la UAX, nos deja una llamativa revelación, clave en este cambio apreciable en doña Letizia. "Maneja con habilidad lo que en psicología llamamos 'regulación emocional': sabe cuándo mostrar, cuándo contener y cómo modular las emociones dependiendo del contexto. En figuras públicas y en roles de tanta responsabilidad este tipo de gestión emocional no sólo es deseable, sino absolutamente necesaria".
Además, llama poderosamente la atención que da más abrazos que nunca. "Son una herramienta poderosa para transmitir cercanía y apoyo emocional", nos dice la experta. "Que haya incorporado más estos gestos, aunque puede ser una estrategia consciente para humanizar su figura, refleja una emoción auténtica. Abrazar no sólo calma a quien recibe el gesto, también regula emocionalmente a quien lo da. Y eso, en contextos con alta carga emocional, sucede de manera natural. Hay una sensibilidad especial".
© Getty ImagesEs la reina auténtica y rompedora. Se ajusta solo lo necesario a las tradiciones y el protocolo: una prueba es que ha dejado de usar mantilla, peineta y que no le gustan las reverencias ni que le besen la mano. "Tiene sus propias ideas sobre el ceremonial y el protocolo y ha marcado una diferencia con los reinados anteriores. Conserva lo esencial, pero innova en lo que puede", como nos indica, por su parte, Amadeo Rey, doctor de Historia y Derecho y Académico de Número de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía.
