Llegó el día. Elcano soltó amarras, el 11 de enero, llevando a bordo a la futura Reina de España. No hay precedente en la historia de las monarquías. La princesa de Asturias es una pionera real. Y lo mejor, lo que más llama la atención, es la alegría y la determinación con las que asume cada nuevo desafío, lo convencida que está de su destino y cómo se adapta a todo. De la zapatilla al tacón. Del escenario de los Premios Princesa de Asturias o de Girona a la cima de un palo de Elcano de casi 50 metros. De una habitación en la Zarzuela a compartir cuarto en un internado. Y, ahora, más difícil todavía, tendrá que acostumbrarse a convivir en la estrechez, en un espacio cerrado, y a dormir en un camarote donde solo tendrá privacidad si corre la cortina de su litera. Una vida al milímetro en un 'hogar' muy distinto a todo lo que ha conocido.
No solo son las 18 asignaturas, con cinco u ocho clases diarias, o la exigente instrucción marinera naval —con guardias nocturnas— o saber más del mundo ampliando horizontes. Ser una guardiamarina de la Armada Española es mucho más, aunque, quizá, lo más difícil sea eso: aprender a convivir en la incomodidad, sometidos a una gran disciplina, sin poder tener intimidad.
Leonor fue 'una más' en la Academia del Ejército de Tierra y lo está siendo también en la Armada. Con sus costes, que son iguales para todos. Se han preparado a fondo en la Escuela Naval de Marín, donde sortearon temporales con simuladores, y, en Cádiz, pusieron un pie en la vida marinera durante los tres días que pasaron familiarizándose con el barco antes de zarpar, pero costará un poco adaptarse a la rutina del buque y al poco descanso durante los 145 días de travesía, 108 en el mar y alrededor de 40 en tierra.
Y hablando de tierra, esta es la historia de cómo pasó la princesa las últimas horas, y días, en territorio gaditano, antes de levar anclas, en el que fue un día para la historia, con momentos únicos en los que se vio a los Reyes emocionarse como nunca.
Emoción real y muchos momentos especiales, en la fabulosa salida del 'Juan Sebastián de Elcano', con la princesa de Asturias entre sus guardiamarinas
Misa, procesión
Los actos de despedida comenzaron a las nueve de la mañana del día 11, en la iglesia del convento de Santo Domingo, donde asistieron a misa y recogieron la réplica de la Virgen del Rosario ('la Galeona'), que sigue acompañando al buque escuela en su crucero de instrucción, al igual que se hacía en la época de los galeones de la Flota de Indias. Con la Unidad de Música amenizando el camino de vuelta, cuatro marineros de la dotación la llevaron en formación hasta el buque. Y al paso de la procesión hubo aplausos y piropos para la princesa, que siempre sonríe, pero nunca pierde el ritmo. A las diez sonó la sirena del velero, anunciando la llegada de los guardiamarinas, y, quince minutos después, tuvo lugar el embarque de 'la Galeona', seguido del de los guardiamarinas. Llegado su turno, Leonor enfiló la escala, atravesó el portalón y saludó a la bandera, situada en la popa del buque. Habían sido los últimos pasos en tierra firme, aunque el próximo puerto ya los está esperando: el 17 de enero harán su primera escala en Santa Cruz de Tenerife.
Comparte un camarote de dos metros de ancho y tres literas con dos compañeras y debe guardar sus pertenencias debajo del canapé abatible
Marineros a los cuatro palos y toque de chifle
Media hora después, los marineros comenzaron a subir a los cuatro palos por las escalas del trinquete para preparar la salida y, a las once en punto, justo con la llegada de los Reyes, que habían hecho noche en Cádiz, el sol rompió tímidamente la bruma. El toque de chifle anunció su presencia y más de 1.600 familiares de los guardiamarinas y de los miembros de la dotación del barco se encargaron del resto con aplausos y vítores. Impresionante el recibimiento a Felipe VI, que llevaba el uniforme de capitán general de la Armada, y a doña Letizia, que hizo un guiño al estilo naval con su traje azul.
Ya a bordo, saludaron a la bandera y fueron recibidos en la meseta del portalón por el capitán de navío, el comandante del buque escuela, Luis Carreras-Presas do Campo. Y, después, tuvieron lugar los honores de ordenanza, los tradicionales 21 cañonazos, siete voces de 'viva España' y el himno.
Deseos y consejos de los Reyes
Don Felipe y doña Letizia saludaron, a continuación, desde la toldilla a las damas y caballeros guardiamarinas que esperaban formados y tomó la palabra el Rey, mientras doña Letizia buscaba la mirada de su hija. "A punto de zarpar para vuestro crucero de instrucción, queremos desearos buena mar, buenos vientos, pero, sobre todo, que aprovechéis esta etapa de vuestra formación como marinos, como militares y también en vuestra proyección en el mundo como españoles". Con un nudo en la garganta, Felipe VI añadió que representan "a una Armada con un legado de siglos", que deben "honrar y respetar", pero también una Armada del siglo XXI, "que volverá a recorrer con Elcano mares y océanos". "Recordad siempre que lleváis el prestigio y la imagen de España sobre vuestros hombros. Y también recordad que sois guardiamarinas de la Armada Española. Os deseamos, la Reina y yo, que lo disfrutéis y que dejéis el pabellón bien alto en los mares y por los puertos a los que arribéis".
Y entonces llegó el momento de la despedida. Los guardiamarinas bajaron al muelle para decir adiós a sus familiares y seres queridos, mientras que su compañera Leonor enseñaba a sus padres su camarote y los acompañaba a la cámara del comandante, donde compartieron unos minutos con mandos y autoridades, antes de despedirse los tres en la intimidad. Fuera del foco, pero con un fotógrafo presente para inmortalizar el momento y poder compartir con los medios dos fotografías. En una de ellas, se ve a la Reina abrazando a su hija con una sonrisa entrañable, mientras el Rey, emocionado, contempla la escena. Y en la otra, la princesa de Asturias aparece posando con sus padres. Con el Rey a su derecha, los dos abrazados por la cintura, y la Reina a su izquierda, que la coge del brazo y de la mano.
Felipe VI, fotógrafo y muy protector
Asomándose el mediodía y ya con los guardiamarinas a bordo de nuevo, llegó el momento de esperar en el cantil del muelle a que el Elcano realizara las maniobras para zarpar. Y fue ahí, frente al buque, cuando los Reyes se mostraron como dos padres apenados, porque su hija no volverá a España hasta dentro de cinco meses, y a la vez contentos y orgullosos, porque la ven abrazar su destino con una sonrisa.
Dejando aflorar sus sentimientos, se vio a doña Letizia llevándose la mano al corazón, lanzando besos con la mano a su hija y secándose las lágrimas. Momento en el que el Rey, muy protector, la abrazó por la cintura. Y mientras en tierra sus padres se dedicaban gestos de apoyo y cariño, la princesa no paraba de charlar con sus compañeros, dando muestras de su entereza, entusiasmo e ilusión. Especialmente mientras la Unidad de Música del Tercio Sur y la Coral de la Universidad de Cádiz interpretaban la Salve marinera. Formados en cubierta, comenzaron a agitar sus gorras para despedirse —el Rey les respondió desde tierra con el mismo gesto— y a tararear la canción de la Armada dedicada a la Virgen del Carmen: "¡Salve!, ¡salve!, estrella de los mares"… Y en medio del canto, el buque escuela soltó amarras para iniciar su XCVII crucero de instrucción. Un momento apoteósico en el que el Rey sacó su teléfono móvil para tener sus propias imágenes de la partida, mientras la Reina se movía a su alrededor tratando de ver el resultado por encima de su hombro.
Los reyes en la proa, para no perderse nada
Con el Juan Sebastián de Elcano alejándose, Felipe VI y doña Letizia se dirigieron a la patrullera vigía de la Armada para la tercera despedida en el mar, aunque, antes de embarcar, respondieron algunas preguntas de los periodistas. Don Felipe calificó el momento vivido como "muy emotivo, lógicamente", y dijo sentir "pena e ilusión, va a ser muy bueno para ella". Y doña Letizia dijo que "son muchos meses sin verla. Hay más madres llorando", cuando le preguntaron por sus lágrimas.
Y después, con un mix de emociones, los Reyes se situaron en la proa con prismáticos, para no perderse nada. Y desde ahí fueron testigos de cómo cientos de embarcaciones seguían a Elcano, de la salva de mosquetón de despedida, del tradicional saludo a 'la Galeona' y del sonido de las bocinas. Y de un momento muy especial, cuando se cruzaron los dos barcos y dio lugar a la anécdota. Tras ver a los guardiamarinas y el resto de la tripulación formando a estribor y a babor, el Rey hizo el saludo militar y agitó de nuevo la gorra. Y la Reina, sin poder ubicar a Leonor, preguntó a don Felipe: "¿Dónde está mi chica?". "En el mismo sitio que antes", le respondió el Rey.
Con el barco alejándose ya con las velas cangrejas desplegadas, las lágrimas volvieron a asomarse a los ojos de la Reina. Doña Letizia, que se había puesto un abrigo para protegerse del viento, volvía a alzar su mano para la última despedida, mientras, en el buque escuela, la guardiamarina Borbón Ortiz y sus compañeros participaban en las primeras maniobras en el mar vestidos con chándal.
Agallas y buena forma física
Otro paso, después de haberse familiarizado con el barco antes de zarpar y de haber ejecutado varias actividades de instrucción marinera obligatorias, entre ellas, la subida a palos en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano. Una maniobra con la que desafió al vértigo y demostró su destreza, tener agallas y estar en una buena forma física. Concentradísima en la labor, se la vio subir por una escala del trinquete y, una vez alcanzada la parte alta (más de 48 metros), descender por la escala del otro extremo. Unas imágenes impresionantes.
Pero no todo fueron maniobras. El mismo jueves, después de cambiarse de uniforme —del chándal al traje de paseo—, la princesa de Asturias salió a dar una vuelta con sus compañeros. Primero, acudieron a una terraza frente al muelle. Allí juntaron las mesas, tomaron refrescos y cervecita y cada uno pagó lo suyo. Leonor, en efectivo, como siempre. Y, después, de regreso al buque, se fueron caminando por el paseo que bordea el muelle. Fue entonces cuando la prensa le preguntó "si estaba contenta", a lo que respondió que "mucho".
Leonor zarpó sonriente y diciendo adiós con su gorra, mientras los Reyes, abrazados le decían adiós desde primera fila lanzándole besos y cantando la 'Salve marinera'
Asimismo, el viernes 10, también salieron a almorzar al restaurante Salicornia, después de cumplir una mañana de tradiciones. La primera, en el Ayuntamiento de Cádiz, donde los 76 guardiamarinas fueron recibidos por el alcalde, Bruno García. Y las siguientes, en San Fernando, donde visitaron la escuela de suboficiales de la Armada y la parroquia de la Virgen del Carmen para encomendarse a su patrona y pedirle protección. En el primer destino, la princesa y sus compañeros hicieron una ofrenda en el Panteón de Marinos Ilustres y vertieron agua de los océanos, recogida en el anterior crucero de instrucción, en el salón del cenotafio del panteón. Y en la iglesia, recibieron un escapulario y cantaron la Salve marinera. La misma canción con la que damas y caballeros guardiamarinas se despidieron de Cádiz para continuar con su formación naval.
Una nueva etapa en la que la heredera al trono librará muchos retos como princesa y como alumna de la Armada. Porque en su caso la misión es doble: será Alteza Real en tierra —deberá atender a compromisos como princesa de Asturias— y guardiamarina a bordo. Con 19 años, Leonor se curtirá como marinera en los malos momentos del mar, que los habrá; observará el firmamento y aprenderá a navegar guiándose 'por las estrellas', como en la época imperial española; se superará como persona, podrá conocerse mejor, y saber más del mundo ampliando horizontes. Las imágenes lo dicen todo. El miércoles 8 de enero se bajó del coche en el muelle, recibiendo honores como princesa, para embarcarse, y el sábado, con el mismo uniforme de los catorce botones, se hizo a la mar rumbo a América, con las banderas al viento y la diosa Minerva luciendo en la proa.
La estela familiar: de Alfonso XIII a Leonor, su tataranieta
- Le toca a Leonor y se la ve realmente contenta. La heredera al trono es la cuarta generación de la Familia Real que cursa estudios en la Armada, aunque la historia viene de más lejos. En 1717, durante el reinado de Felipe V, se creó, con emplazamiento en San Fernando, Cádiz, la Real Compañía de Guardiamarinas. Y, en 1928, Alfonso XIII hizo parte de la travesía inaugural del buque escuela, aunque fue su bisabuelo el conde de Barcelona el primero en empezar a formarse en esta institución. Bien es cierto que, con la proclamación de la Segunda República, tuvo que concluir sus estudios en la escuela naval inglesa (1931). Don Juan no pudo realizar el viaje de instrucción en el Elcano, aunque, ya como almirante, en 1979, sí cumplió el sueño de hacer un mes de travesía con los guardiamarinas de aquel año.
- Continuando la tradición, su abuelo don Juan Carlos, fue guardiamarina en el curso 1957/58, y, siguiendo sus pasos, don Felipe, entonces heredero al trono, ingresó en la Escuela Naval de Marín, en septiembre 1986, y participó en el 58º crucero de instrucción, en el año 1987. Y, 38 años después, no ha podido olvidar la experiencia. Lo contó él mismo en la última Pascua Militar, cuando, en un apartado del discurso, se dirigió a su hija: "La mar es un aprendizaje y desafío permanentes y el continente americano te enseñará mucho de lo que fuimos y también somos… Así que te deseamos, querida Leonor, que aprovechéis al máximo, tú y tus compañeros y compañeras guardiamarinas, el conocimiento de la experiencia que os ofrece este viaje, porque os seguirá valiendo, como me ha valido a mí, para toda la vida". "Es un viaje que está entre mis mejores recuerdos de formación militar".
La ruta del crucero, un viaje impresionante
- La princesa Leonor y sus compañeros inician una travesía de unas 18.000 millas náuticas durante los próximos meses, en los que visitarán ocho países a bordo de la 'joya' de la Armada, el buque escuela Juan Sebastián de Elcano.
- Tras haber zarpado de Cádiz el día 11, recalarán en Santa Cruz de Tenerife, el 17 de enero, y en Las Palmas de Gran Canaria, el 21 de enero. De ahí pondrá rumbo a América. Tras cruzar el Atlántico, seguirá rumbo sur hacia la Patagonia chilena y alcanzará el Pacífico cruzando el estrecho de Magallanes, para continuar, después, hacia el norte por aguas del Pacífico, cruzar el canal de Panamá y llegar al Caribe. La última parada será en Nueva York.
- Durante su largo recorrido por el continente americano, el buque escuela recalará en nueve puertos: Salvador de Bahía (Brasil), Montevideo (Uruguay), Punta Arenas y Valparaíso (Chile), El Callao (Perú), Panamá (Panamá), Cartagena de Indias (Colombia), Santo Domingo (República Dominicana) y Nueva York (Estados Unidos), a donde llegará el 5 junio.
- Tras cinco meses de travesía, la princesa Leonor volverá a España —no hará el itinerario de regreso por el Atlántico norte— para pasar su sexto mes en la mar, esta vez, en una fragata de la Armada. Y el 3 de julio, cuando el buque escuela llegue a Gijón, volverá a reembarcarse siguiendo con sus compañeros la ruta hacia Ferrol y Marín, donde finalizará el crucero de instrucción, el 14 de julio, dos días antes de la tradicional entrega de despachos en la Escuela Naval el día del Carmen.
Una historia apasionante: datos y curiosidades
- El pasado sábado, el buque escuela de la Armada Juan Sebastián de Elcano soltaba amarras del puerto de Cádiz para iniciar su 97º crucero de instrucción con 76 guardiamarinas a bordo: 67 hombres y 9 mujeres, entre las que se encuentra la princesa de Asturias.
- Es un bergantín goleta con casco de hierro de 113 metros de eslora y 13 de manga, con 20 velas que suman 3.150 metros cuadrados de tela y un desplazamiento de 3.770 toneladas, arbolado por cuatro mástiles de 48,7 metros, bautizados con los nombres de Blanca, Almansa, Asturias y Nautilus, en homenaje a los buques escuela que le precedieron.
- En estos casi 100 años de vida, ha recorrido más de dos millones de millas náuticas en todos los mares y océanos, ha entrado en más de 200 puertos de 73 países diferentes, con un total de más de 1.250 visitas o escalas.
- El buque ha dado 11 vueltas al mundo, la primera en 1928 y la última en el año 2020, conmemorando el 500º aniversario de la travesía de Magallanes y Elcano, en 1520.
- Además de los alumnos guardiamarinas, alberga una dotación de 188 tripulantes, oficiales, suboficiales y marineros, a los que se unen oficiales profesores de la escuela naval y varios civiles (peluquero, carpintero…) y un capellán.
Tiempo libre
- Los guardiamarinas disfrutan de su tiempo realizando actividades comunes: música, mucho deporte, vida en cubierta, juegos de mesa, lectura y conversación… Además, con la mejora de la conectividad del buque, pueden estar más en contacto con las familias, usar las redes sociales, mantenerse informados y seguir eventos culturales o deportivos. Las zonas más utilizadas son la cubierta y la cámara de guardiamarinas, el espacio multiusos en el que además comen y dan clase.
- Los sollados o dormitorios del buque se componen de módulos de tres o seis camas. Leonor compartirá una litera de tres con otras dos compañeras, en un reducido espacio de dos metros de ancho, con un baño común.
La vida a bordo
- Para la guardiamarina Borbón Ortiz y sus compañeros, un día normal a bordo comienza a las 6:45 horas, al toque de diana, salvo si están de guardia nocturna. Tras asearse, arreglar su cama y desayunar, dan comienzo las clases o actividades hasta las 12:00, cuando realizan una pausa, antes del almuerzo a las 13:00.
- Entre las materias que se imparten (un total de 18 asignaturas) cabe destacar: Fundamentos Organización de Empresas (FOE) y Máquinas de Fluidos, del grado de Ingeniería Mecánica, y otras específicamente navales, como Maniobra y Navegación, Meteorología, Liderazgo, Formación Militar, Logística Operativa, Derecho Marítimo, Táctica y Sistemas de Armas o Historia Naval.
- Por la tarde, se reanudan las clases y maniobras hasta las 18:00 horas, cuando disponen de tiempo libre hasta que, a las 22:30, llega la hora del silencio, excepto para quienes deben hacer las guardias nocturnas, en turnos de cuatro horas.
- La formación académica se complementa y refuerza con las conferencias profesionales que preparan y exponen los guardiamarinas y un ciclo de videoconferencias de liderazgo y valores impartidos por profesionales (invitados) de diferentes ámbitos.
Dos misiones para un velero casi centenario
- Como buque escuela, el Juan Sebastián de Elcano tiene dos misiones principales permanentes: la primera, formar a los futuros oficiales del Cuerpo General y del Cuerpo de Infantería de la Armada, y la segunda, ser una 'embajada flotante' para fortalecer la imagen de España en los países donde hacen escalas.
- Las visitas a otros países del Juan Sebastián de Elcano contribuyen con la acción exterior del Estado, permitiendo que muchos españoles que viven en el extranjero puedan pisar este "trocito de España que navega". Asimismo, al poder actuar como 'embajada', visibiliza las relaciones de España con los países que visita. Por esa razón, Elcano obtuvo, en 2018, el reconocimiento como "mejor embajador de España en el mundo" por parte de la Academia de la Diplomacia del Reino de España.