Son dos retratos para la historia y que este martes han visto la luz, los que Felipe VI y doña Letizia protagonizan bajo el prisma de la prestigiosa fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz. Encargados a la artista por el Banco de España, toca analizar minuciosamente todos los detalles de la obra, como es el origen del espectacular estilismo que luce la Reina y que fue realizado por el genio universal de la moda Cristóbal Balenciaga.
Por un lado está el imponente vestido negro en tul de seda, y por otro las preciosa capa de gala en color rosa, dos prendas que han sido prestadas a la esposa del monarca por parte de la Fundació Antoni de Montpalau. A dicha organización fueron donadas por los familiares de dos mujeres diferentes, las que en su día fueron propietarias de dichas piezas únicas elaboradas por el diseñador vasco.
Ellas fueron la destacada coleccionista y restauradora de arte Maria Junyent i Quinquer, dueña del traje que se hizo en 1948; y la aristócrata Maria del Carmen Ferrer-Cajigal, condesa de Torroella de Montgrí y marquesa de Robert, quien encargó la capa en 1962 para asistir como invitada a la boda de los reyes Juan Carlos y Sofía celebrada aquel año en Atenas. Nos adentramos en la figura y legado de cada una ellas.
Maria Junyent i Quinquer, destacada coleccionista y restauradora con una gran pasión por las muñecas
Vivió casi cien años, de 1904-2001, con un importante legado que perdura en la historia del coleccionismo y la restauración en Cataluña. Nacida en Barcelona, era hija del pintor Sebastià Junyent i Sans (1865 - 1908) y de Paulina Quinquer, y hermana de Albert, Montserrat y Adelina. Desde temprana edad, mostró interés por la cultura y su tío paterno, Oleguer Junyent, también influyó en su formación.
Se especializó en la colección de muñecas y autómatas, reuniendo una de las colecciones más importantes de su tiempo. Además, trabajó como figurinista teatral, diseñando vestuarios para diversas producciones, y se dedicó a la restauración de obras de arte, contribuyendo a la preservación del patrimonio cultural catalán. Así se recoge en el trabajo Maria Junyent, mujer y coleccionista, de Alba Prim García (Academia.edu).
Reunió una colección de más de doscientas muñecas antiguas que se conserva, íntegramente, en manos de sus descendientes. Con su tío colaboró como ayudante de escenografía y, muy especialmente, en la restauración de retablos y esculturas medievales. Su campo principal de interés fue, sin embargo, la indumentaria histórica. Durante la década de 1920, Maria Junyent fue galardonada en varias ediciones de los famosos bailes de disfraces del Círculo Artístico.
Los proyectos más ambiciosos que llevó a cabo en el campo del diseño de vestuario tuvieron lugar en torno a la compañía L’Alegria que Torna y la Agrupación Dramática de Barcelona. Durante ese período, participó en la concurrida exposición de juguetes que la asociación Amigos de los Museos organizó en el Palacio de la Virreina en 1954. Ya poseía entonces una de las colecciones de muñecas más relevantes de Barcelona.
El desarrollo del mercado de antigüedades durante los años de la posguerra determinó que la colección de Maria Junyent fuera nuevamente ampliada. El aspecto más destacable de este período es el interés de la coleccionista por una nueva tipología que define la tercera rama de la colección: el autómata, generalmente francés, de la segunda mitad del siglo XIX.
En cuanto a las piezas más destacadas de la colección, sobresalen varios ejemplares de la firma alemana Kämmer & Reinhardt, así como de otros modelos, de porcelana o de celuloide, de las llamadas muñecas de carácter. Por otro lado, también encontramos una muestra interesante de piezas de la época del Art Deco: desde los maniquíes de Lafitte et Désirat hasta las muñecas de tela de Lenci o Rubio.
El interiorista Oleguer Armengol, hijo de Maria Junyent, habilitó después el antiguo estudio de la familia para acoger la colección de muñecas. Fue este el regalo que Maria Junyent recibió en su 90 cumpleaños, y en la actualidad permanece abierto al público, tal y como recoge la web del Institut d'Estudis Catalans.
En los años 60, Maria Junyent y su familia vivían cerca del taller de Cristóbal Balenciaga, a quien le encargaron el vestido para que ella lo vistiera. Muchos años después, Oleguer Armengol donó la prenda a la Fundació Antoni de Montpala, una pieza que ha lucido ahora la reina Letizia para el retrato de Annie Leibovitz.
María del Carmen Ferrer-Cajigal, condesa de Torroella de Montgrí
María del Carmen Ferrer-Cajigal Jorba fue una destacada figura de la nobleza española, conocida por su título de condesa de Torroella de Montgrí. Contrajo matrimonio con Santiago de Robert y Rocamora, III conde de Torroella de Montgrí, y juntos adquirieron en 1963 el castillo-palacio de Peratallada. Se trata de un imponente edificio medieval situado en el corazón de la localidad homónima en la provincia de Girona, tal y como recoge la revista digital Emporion.
La pareja emprendió una meticulosa restauración del castillo que se prolongó durante ocho años, culminando en una rehabilitación considerada modélica por los expertos. Esta iniciativa no solo preservó un valioso patrimonio histórico, sino que también impulsó la revitalización de Peratallada, atrayendo a visitantes y contribuyendo al desarrollo turístico de la zona.
María del Carmen Ferrer-Cajigal y Santiago de Robert tuvieron dos hijos: Alfonso de Robert y Ferrer-Cajigal, quien sucedió a su padre como IV conde de Torroella de Montgrí, y Carmen de Robert y Ferrer-Cajigal. Esta última ha sido reconocida por su contribución al mundo de la moda, donando la citada capa de su madre de 1962 y también un vestido de noche de 1971 a la Fundación Antoni de Montpalau.
María del Carmen Ferrer-Cajigal estuvo también vinculada al mundo empresarial. Figuró como administradora de la empresa Decimonónico SL, aunque su cargo fue revocado en julio de 2017. Su legado perdura tanto en la conservación del patrimonio histórico como en las contribuciones culturales y empresariales de su familia.