Después de dos meses imparables de formación en Marín, la princesa de Asturias regresó a Madrid para presidir, junto a los Reyes, los actos de la Fiesta Nacional. La agenda de octubre, un mes grande para doña Leonor, arranca siempre con el Día de la Hispanidad. Desfile y recepción en el Palacio Real y, a los pocos días, entrega de los Premios Princesa de Asturias y la celebración de su cumpleaños. Y caen ya 19 el próximo 31. Y, por supuesto, se nota. Si hace un año la veíamos todavía al abrigo de los Reyes, este 2024 está marcando la diferencia. La experiencia es un grado. La heredera al trono es una princesa independiente y desenvuelta que se mueve con naturalidad y soltura, que no pierde detalle —sus ojos parecen verlo todo, y en esto se parece a la Reina—, nunca baja la guardia y va siempre con la sonrisa por delante.
Llevó por primera vez el uniforme de gala de la Armada en color turquí, que se conoce como "catorce botones", con la banda de la Orden de Carlos III y la insignia del Toisón de Oro
Y así la vimos aparecer, tras los cristales empañados de su coche, en la plaza de Cánovas del Castillo. Escoltados por coraceros a caballo de la Guardia Real y arrancando muchos aplausos a los cientos y cientos de ciudadanos, aunque en menor número que en otras ocasiones debido a las condiciones meteorológicas, los Reyes y la princesa de Asturias irrumpieron en escena minutos antes de las once de la mañana. Don Felipe y doña Letizia, a bordo de un Rolls-Royce, y doña Leonor, en un segundo vehículo, distinguido con su escudo de armas.
El nudo llano, otra distinción
Siguiendo la tradición, la Familia Real fue recibida con el Himno Nacional y las 21 salvas de ordenanza y, seguidamente, el Rey, que vestía con el uniforme de capitán general del Ejército de Tierra, pasó revista al batallón de honores de la Guardia Real antes de ocupar la presidencia en la tribuna real. Allí lo esperaban la Reina, vestida con una gabardina cruzada con cinturón y grandes solapas, bajo la que asomaba el vestido rojo de Poète, y Leonor, de gala. Por primera vez con el uniforme en color turquí de la Armada, que se conoce como "catorce botones"; el gorro femenino, y todas las distinciones. La banda de la Orden de Carlos III, la insignia del Toisón de Oro y, en la parte superior de la manga izquierda, el nudo llano realizado con cordón dorado que se les concede a los alumnos que destacan por su trayectoria académica y en maniobras militares y no han recibido sanciones disciplinarias. Otra prueba de que la princesa de Asturias se esfuerza al máximo y que nos hace recordar que, nada más empezar su formación en Marín, se le concedió, a propuesta de la Academia General Militar de Zaragoza, y junto a otros compañeros, la insignia de alumna distinguida por haber cumplido ciertos requisitos el año anterior: buenas calificaciones y ausencia de faltas disciplinarias.
Cantando bajo la lluvia
La espesa capa de nubes y la lluvia sobre la capital impidieron el desfile previsto de las 85 aeronaves, el sobrevuelo de la patrulla Águila y la siempre espectacular llegada de la bandera a cargo de los paracaidistas de la patrulla PAPEA, que en esta ocasión iba a estar acompañada por la llegada de otra enseña nacional conmemorativa de los diez años de reinado de Felipe VI. En su lugar presidió la parada militar la bandera de la Guardia Real. Y se mantuvo el izado de bandera bajo los acordes del Himno Nacional, las 21 salvas de honor reglamentarias y el solemne acto de homenaje a los caídos, con imágenes de la princesa y el Rey cantando La muerte no es el final, antes del homenaje. Momento en el que vimos, una vez más, cómo Felipe VI marcaba los pasos de su hija y le decía con un gesto casi invisible cuál era su lugar… Y, también, la rapidez con la que reaccionó la princesa colocándose detrás de su padre (no al lado) antes de depositar la corona de flores.
Felipe VI marca los pasos de su hija, está pendiente de que cumpla el protocolo militar e incluso le "recoloca" el uniforme, sin que la princesa, cada vez más desenvuelta, pierda detalle
A pesar de que la Reina llevaba gabardina, el aguacero la obligó a refugiarse en la parte trasera del palco, donde terminó compartiendo confidencias con Felipe VI y la princesa Leonor
La Reina busca refugio
Minutos después daba comienzo el desfile terrestre, con más de 4.000 efectivos, encabezado por las unidades motorizadas, bajo una lluvia torrencial. Aguacero que obligó a la Reina a refugiarse en la parte trasera del palco, mientras que el Rey y Leonor, ya una veterana, aguantaban impasibles las ráfagas de viento y agua, aunque preocupado el Rey por los efectivos que desfilaban empapados y sobre charcos. De hecho, Felipe VI abandonó su lugar para hablar con el presidente del Gobierno y el jefe de Estado Mayor de la Defensa. Afortunadamente, la lluvia bajó de intensidad y no hubo cambios mayores, más allá de que se acortaron los tiempos. Leonor vio desfilar a los compañeros de la Escuela Naval de Marín entre las diferentes formaciones. Y Su Majestad alabó el espíritu de servicio de todos los efectivos, que "cumplieron con su deseo de desfilar en Madrid a pesar de las pésimas condiciones meteorológicas".
Sentido del humor
Concluido el desfile militar, la princesa asistió junto a los Reyes a la tradicional recepción del Día de la Fiesta Nacional, en el Palacio Real, de Madrid. A diferencia de Felipe VI, que tiene por costumbre cambiarse y vestir de civil, la heredera al trono siguió llevando su uniforme. Es su forma de remarcar que es una princesa en etapa de formación castrense. Era su segundo besamanos y a doña Leonor se la vio realmente contenta mientras "cuchicheaba" con sus padres y sorteaba con gran sentido del humor los despistes de algunos invitados que pasaron a su lado sin saludarla. Cerca de 2.000 personas representando a todos los ámbitos de la sociedad, incluidos algunos de sus mandos en la Escuela Naval de Marín y un grupo de compañeros que fueron seleccionados por sus calificaciones. Alumnos con los que mantuvo la formalidad, al tiempo que intercambiaban miradas de gran complicidad.
Como alumna aventajada, la princesa llevó en la manga izquierda del uniforme el nudo llano, que se concede a quienes destacan por su trayectoria académica, en maniobras militares y no han recibido sanciones disciplinarias
Los corrillos
Si, en el acto militar, Leonor está más cerca y más pendiente del Rey, y al revés —se le vio revisando la colocación correcta del uniforme—, en palacio, la Reina y la heredera se siguen los pasos y van casi siempre juntas de corrillo en corrillo, incluido el de la prensa, en el que los periodistas nos hacemos con alguna pista más personal. Un poco más ahora, que ya es mayor. Así, entre pregunta y pregunta, y siempre muy prudente (y encantadora), Leonor nos puso un poco al día sobre su vida en Marín y no dudó un solo momento al contestar que, de la escuela naval, "lo mejor son mis compañeros".
Salió el tema del día (la lluvia), que le hizo recordar Galicia y lo que vive con frecuencia cuando hace instrucción marinera en la ría de Pontevedra, y contó también que está "muy contenta" con la formación en la Armada e ilusionada con embarcarse en el buque escuela 'Elcano'. Concluida la parte académica y, tras disfrutar de las vacaciones de Navidad, la princesa y sus compañeros realizarán el XCVII Crucero de Instrucción en el buque escuela de la Armada.
Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando los Reyes y la princesa abandonaban palacio, teniendo por delante casi un día y medio para disfrutar juntos antes de que doña Leonor regresara el domingo a Pontevedra para retomar la rutina de las clases y las prácticas marineras en la escuela naval.
El duque de Huéscar, Ana Rosa Quintana, Teresa Urquijo y Paloma Segrelles estuvieron entre los representantes de la sociedad que acudieron al Palacio Real
La heredera al trono vive en el cuartel de alumnos con tres compañeras de promoción (son nueve mujeres con ella). Es una habitación con dos literas dobles y baño común. Se levanta a las 06:45 con el toque de diana, empieza las clases a las 8:10 y tras la jornada, que "es un no parar", según dijo el comandante director, Pedro Cardona, el pasado agosto, tiene que estar con la luz apagada a las 22:45.
Premios y cumpleaños
La princesa de Asturias volverá a hacer una parada en su formación en los últimos días de octubre, y para entonces se espera que la infanta Sofía se una a la familia. El viernes 25 presidirá, en Oviedo, junto a los Reyes, los premios que llevan su nombre. Galardones a los que, señalando el décimo aniversario de la presidencia de honor de la princesa Leonor y su mayoría de edad, se ha invitado a diez premiados de las ediciones anteriores y suman quince actos, entre el 12 y 26 de octubre. Y no solo eso. El 24, en la víspera de la ceremonia, y 36 años después que el Rey, la heredera al trono recibirá, en el salón de plenos del Ayuntamiento, el título de alcaldesa honoraria de la capital asturiana. Asimismo, también se le hará entrega de la Medalla de la Comunidad Autónoma con motivo de su mayoría de edad, que alcanzó hace casi un año. Se trata de otra condecoración que también tiene Felipe VI desde 1968.
En los salones de palacio, doña Letizia y doña Leonor, muy sonrientes y animadas, fueron juntas de corrillo en corrillo y se fotografiaron con muchos de los invitados
Unos días después, el 31 de octubre, la princesa cumplirá 19 años, pero lo más probable es que, al no tratarse de una fecha redonda de aniversario y siendo jueves, lo celebre en Marín. Lo que no significa que no viaje a Madrid el fin de semana o haga otros planes con los Reyes y su hermana, Sofía, que estará en España disfrutando de sus vacaciones de otoño.