La princesa Leonor ha pronunciado un emocionante discurso en la Seo del Salvador, una de las dos catedrales de Zaragoza, escenario de bodas reales y coronaciones; un marco incomparable donde ha recibido la Medalla de Aragón de manos de las autoridades. Unas palabras las de la princesa de Asturias, especialmente significativas este año, teniendo en cuenta los grandes retos a los que se ha enfrentado la heredera, actualmente inmersa en su formación militar precisamente en la Academia Militar de la ciudad que hoy la homenajea, Zaragoza.
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Transcripción del discurso de Leonor 2023
A continuación reproducimos el discurso íntegro:
Presidente de Aragón, ministra de Defensa, presidenta de las Cortes, alcaldesa de Zaragoza, autoridades, señoras, señores. Saludo en especial a todos los aragoneses que me estáis arropando en esta mañana tan emocionante.
Les confieso que cuando llegué a Zaragoza el pasado 17 de agosto venía con muchas expectativas, en parte por todo lo que me había contado mi padre, aunque también sabía que algunas etapas no serían fáciles. Aterricé en la Academia General Militar con ilusión y muchas ganas de aprender y conocer tanto a mis compañeras y compañeros de promoción, como de las otras promociones con las que he compartido este año.
Les puedo decir que lo que he vivido aquí supera con creces lo que pensaba hace diez meses. En Zaragoza, en Aragón, me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida. Quedan sólo cinco semanas para que me vaya, para que reciba mi despacho de alférez, y ya empiezo a echaros de menos!!.
No sólo me he formado como cadete, sino que descubrir la exigencia académica e intelectual, física y técnica que eso significa, me hace apreciar aún más al Ejército de Tierra y a nuestras Fuerzas Armadas. Aquí he conocido a jóvenes de mi generación y he convivido con ellos. Les aseguro que lo que vivimos mientras nos formamos en la Academia nos une para siempre y nos hace madurar y crecer gracias al compañerismo, a la guía de mandos y profesores y a todas las personas de la Academia que nos impulsan para seguir avanzando y mejorando. Aquí hemos jurado bandera, aquí hemos superado momentos que requerían esfuerzo y un gran trabajo de equipo, aquí hemos disfrutado y sufrido juntos y, sobre todo, aquí hemos aprendido mucho.
En estos meses he sentido el respeto y la amabilidad de los aragoneses que, además, me están acompañando en esta mañana tan importante para mí. Su apoyo ha sido y está siendo continuo, tanto en la Aljafería, como en la plaza del Pilar y en la Seo del Salvador, lugares históricos donde la tradición y el simbolismo se proyectan con fuerza en el alma de los aragoneses y también de la Corona. Estoy muy agradecida —de verdad— por lo que he vivido aquí durante este tiempo, por todo lo que me ha dado esta ciudad.
Hoy es un día especial porque el cariño de muchísimas personas de esta tierra queda reflejado en los reconocimientos con los que me distinguís: el título de hija adoptiva de Zaragoza, la Medalla de las Cortes y la Medalla de Aragón. Mi padre lo vivió de un modo parecido hace casi 40 años y en estos días hemos hablado mucho de ello. Seguir sus pasos significa mucho para mí.
Gracias Zaragoza. Gracias Aragón. Gracias a todos los que habéis hecho posible que en este tiempo me sienta una aragonesa más, una maña más. ¡Gracias!