La reina Sofía, de 85 años, ha recibido el alta hospitalaria este sábado por la tarde después de que el pasado martes por la noche ingresara en la Clínica Ruber Internacional por una infección del tracto urinario, tal y como informó entonces Casa Real. "Estoy muy bien", ha dicho la madre de Felipe VI en sus primeras declaraciones a la prensa nada más abandonar el centro médico. Salía caminando por su propio pie, luciendo buen aspecto con rostro tranquilo y sonriente, acompañada por miembros de su equipo de seguridad.
Vestida con un elegante traje marrón claro, camisa de flores y bolso blanco en la mano, la Reina decía estar "como nueva", ha respondido ante las preguntas de los reporteros sobre cómo se sentía. Además, confesaba que ya tenías ganas de volver a casa: "Sí, sí", ha dicho cuando le planteaban esta cuestión después de cuatro días hospitalizada. Por último, ha querido expresar su más sincera gratitud por las constantes muestras de apoyo y cariño que ha recibido durante su convalecencia: "Muchas gracias por todo", señalaba.
En este día de sol y cálidas temperaturas de unos 27 grados en la capital, veíamos a doña Sofía aparentemente recuperada de un contratiempo de salud que, felizmente, no ha ido a más. Al mismo tiempo, en su saludo con la mano a los presentes cuando estaba con la ventilla bajada desde la parte de atrás del vehículo que ha ido a recogerla, se apreciaba un detalle que no ha pasado desapercibido. Esto es, que la Reina llevaba todavía en la muñeca la vía intravenosa, señal de que aún tendrá que seguir con medicación en su domicilio.
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La salud de hierro doña Sofía, que ha sufrido su primer achaque propio de la edad
Desde el primer momento, la evolución de la Reina ha sido muy rápida y favorable. Horas después de conocerse este problema de salud, el rey Felipe, Irene de Grecia y la infanta Elena la visitaban en la Clínica Ruber Internacional para arroparla. El monarca dijo entonces ante los periodistas que su madre estaba "muy animada y con ganas de que le den el alta y volver lo antes posible", algo que finalmente ha sucedido.
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Este es el primer achaque que ha llevado al hospital a doña Sofía, que goza de una salud de hierro. La única vez que fue ingresada ocurrió el 30 de enero de 1968, cuando dio a luz a su hijo. Todo ello pese a que en los últimos años ha tenido una intensa actividad oficial y de actos públicos, especialmente ajetreados en la última semana. Solo 24 horas antes de ser ingresada, asistía con otros miembros de la Familia Real al funeral por Fernando Gómez-Acebo, que encabezaron los reyes Felipe y Letizia, junto a don Juan Carlos, las infantas Cristina y Elena, y Felipe y Victoria de Marichalar.
Antes, el pasado sábado estuvo en la celebración de la boda de Teresa Urquijo, nieta de Teresa de Borbón y Borbón, y José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, que tuvo lugar en la finca El Canto de la Cruz, en el municipio madrileño de Colmenar Viejo. La reina Sofía fue al banquete del enlace, donde se reunió con su marido, sus hijas y tres de sus nietos, que sí que estuvieron presentes en la ceremonia religiosa que tuvo lugar en la iglesia del Sagrado Corazón y San Francisco de Borja, en pleno Barrio de Salamanca (Madrid).
Horas después de que la Casa Real informara de la hospitalización de la reina Sofía, Felipe VI se desplazó hasta la clínica para ver a su madre. Llegó conduciendo su propio coche a este centro sanitario que se sitúa en el distrito de Fuencarral-El Pardo, a unos ocho kilómetros de La Zarzuela. Al salir, el jefe del Estado ofreció la última hora sobre la evolución de su madre.
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Ese día a lo largo de la tarde, doña Sofía también estuvo acompañada por su hija mayor. La infanta Elena accedía al hospital por la puerta principal y no hizo declaraciones. Doña Irene, hermana de la reina Sofía, también hizo una breve visita el viernes por la tarde, saliendo del centro hospitalario con una tranquilizadora sonrisa.
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