Su casa sigue estando en Ginebra, pero cada vez pasa más tiempo en España. Así lo demuestran las últimas citas en las que hemos podido ver a la infanta Cristina: desde los Carnavales de las Palmas de Gran Canaria a la boda de Marta Uquijo Barreiros, en Madrid. Su vida ha dado un giro, y, tras la tormenta -como nos explica su entorno, “ha sufrido muchísimo”-, vuelve a sonreír.
“No sólo es lo que ha vivido, es también la exposición pública y el juicio durísimo al que fue sometida. Por eso, no siendo ya Familia Real, sino familia del Rey, no se siente cómoda siendo el foco, aunque ha recuperado mucha credibilidad social y cariño”, nos cuentan.
Hubo un momento, en las últimas décadas, en el que marcó distancias. Sin embargo, siempre estuvo en contacto con su familia y siguió compartiendo los momentos importantes. Porque doña Cristina está muy unida a sus padres, a sus hermanos y a sus tías -en especial, a la princesa Irene, que es como una segunda madre para ella-.
Ahora, firmado el divorcio de Iñaki Urdangarin -como avanzó ¡HOLA!, en exclusiva-, la Infanta abre un nuevo capítulo. Fue duro hacerse a la idea de que Iñaki la había traicionado y ya tenía otra vida, pero eso ya es pasado.
Doña Cristina es una mujer nueva, está enfocada en el presente y mira con ilusión al futuro. Se ha acostumbrado a la soledad -Irene fue la última en abandonar el ‘nido’-, pero no renuncia a hacer planes y quedarse en su hogar.
Sabemos que se levanta temprano -madruga mucho-, disfruta haciendo deporte y se ocupa de su casa. Doña Cristina hace la compra y cocina -no es lo que más le gusta, pero lo hace desde que vivió sola en Nueva York-.
Siente predilección por la cocina española, y no puede resistirse a un arroz, una tortilla o un gazpacho. También le encanta el sushi, y lleva una dieta en la que priman la verdura, la fruta y el pescado, porque se cuida mucho.
Cuando se queda en Ginebra, le gusta ir a Misa los domingos, leer —desde muy joven es una lectora voraz—, escuchar música (moderna y clásica), salir a cenar, visitar a sus amigos en sus casas de campo o de montaña, alguna de amigos españoles. Una escapada de invierno que aprovecha para esquiar, porque es un deporte que le sigue encantando.