La reina Sofía acaba de cumplir 85 años y entre ideales y sueños rotos, sigue peleando cada día por sus proyectos sin pensar en jubilarse. Tiene buena salud, su familia la adora y, aunque no puede dejar de llorar la muerte de su hermano, el Rey Constantino, no se permite no disfrutar de la vida.
Por eso, justo dos días después de que su querida nieta, la princesa Leonor jurara la constitución por su mayoría de edad, organizó con tanto amor y detalle la celebración de su último aniversario. Rodeada de sus seres queridos y amigos, doña Sofía tuvo un feliz cumpleaños, aunque pesando la ausencia del Rey Juan Carlos, que se marchó de Madrid tan solo unas horas después de haber aterrizado. Recuperando una frase del ensayo de Laurence Debray su marido “volvió a desaparecer en las arenas del desierto”, después de compartir con todos dos horas de recepción en El Pardo.
Desde que don Juan Carlos se instaló en los Emiratos Árabes este es el año que más veces se han visto. Cuatro en total. El primer encuentro fue de duelo… en el funeral de Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía, en Atenas. Pero en los tres siguientes reinó más la alegría: una boda en Jordania -la del príncipe Hussein con Rajwa al Saif en Amán-, y la mayoría de edad de sus nietas, Irene Urdangarin, en Ginebra; y Leonor, el pasado 31 de octubre en Madrid. Un momento para la historia puesto que, además de cumplir los dieciocho años, su nieta asumía su destino como heredera al trono de España.
Este fue su segundo encuentro en Madrid. En el primero, el más esperado, puesto que don Juan Carlos volvía a España, solo pudieron verse a distancia. Fue en mayo de 2022, -nueve días antes habían cumplido su 60º aniversario de casados- durante un almuerzo en el palacio de la Zarzuela, pero doña Sofía tenía COVID y no pudo ser tan cálido como hubiese deseado.
Nostalgia
A doña Sofía le hubiera gustado compartir con el Rey Juan Carlos su día -el 5 de enero celebró sus 85 solo en Abu Dabi- y, sobre todo, poder escribir otro final para su relación, pero no está en su mano y hay que tomarse la vida como viene, sin quejas.
Doña Sofía no es una mujer despechada, ni de dramas, y hoy día siguen siendo grandes amigos. En los últimos años -los más difíciles para don Juan Carlos-, antes de decidir dejar Madrid atrás, se acercaron muchísimo, volvieron a compartir planes y empezaban a afrontar una etapa en la que se van quedando cada vez más solos ¡Ya faltan muchas personas queridas!
Doña Sofía se emociona y recuerda con enorme cariño el noviazgo, la boda, la luna de miel, la llegada de los hijos… Los primeros años del reinado cuando todo estaba por hacer -familia y democracia- y eran inseparables. No es de vivir en el pasado -tampoco de hacer planes a futuro-, pero tiene mucha nostalgia de los años felices que pasaron juntos. Fueron tiempos preciosos en los que todo estaba por construir. Eran jóvenes, estaban llenos de ilusión y querían abrir España a Europa, al mundo.
Por eso, cuenta a ¡HOLA! una amiga de doña Sofía, “le duele que se diga que fue un matrimonio de conveniencia, que no hubo amor entre ellos”. Y, añade: “Sí que lo hubo (mucho) y también una relación extraordinaria. El Rey don Juan Carlos fue el único y el gran amor de su vida. Eran muy diferentes en personalidad y carácter y no compartían todas las aficiones, pero tenían los mismos valores e ideales y no podían ser más felices con la familia que habían construido. Fueron muchos años preciosos y, después, llegó otra etapa”.
Al principio muy difícil para doña Sofía. “Era una reina de otra época, estaba casada con el Rey de España, y se quedó en una jaula de oro: la Zarzuela”, nos dice otra persona de su círculo.
Ahora, continúa, “hubiera sido entrañable para ambos poder acompañarse en los últimos años, pero la vida tenía otros planes. Lo que no va a cambiar es que seguirán casados hasta el final. Doña Sofía nunca se quitará el anillo de casada”.
Tampoco lo hizo la Reina Victoria Eugenia, que también vivía separada de Alfonso XIII. Aunque, para la historia, los detalles. Seguían compartiendo celebraciones y cuando llegó el momento final para el Rey, allí, en Roma, estaba su mujer dándole la mano en su lecho de muerte.