La princesa Leonor ya tiene en su poder el collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, una joya cargada de simbolismos y mensajes que ha recibido este martes tras cumplir la mayoría de edad. Después de jurar la Constitución ante las Cortes Generales, el segundo gran acto institucional del día tenía lugar en el Palacio Real. Ahí, de manos de su padre, la heredera al trono era condecorada con la mayor distinción honorífica que hay entre las órdenes civiles españolas.
De esta forma se repetía el mismo protocolo que hace casi cuatro décadas tuvo como protagonista a don Felipe, quien al cumplir los 18 años recibió esta pieza de Juan Carlos I. El collar, reservado a miembros de la Familia Real española, jefes de Estado y de Gobierno, es de carácter vitalicio. Por tanto, la hija mayor de los Reyes podrá guardarlo desde hoy en su joyero de su residencia de Zarzuela.
La orden de Carlos III, que distingue a las personas por sus buenas acciones en beneficio de nuestro país y de la Corona, se estableció por el citado Rey mediante real cédula el 19 de septiembre de 1771. Bajo el lema latino Virtuti et merito (Por virtud y mérito), se fundó tras el nacimiento de su primer nieto varón, el infante Carlos Clemente, hijo de los entonces príncipes de Asturias, Carlos IV y María Luisa de Parma.
El matrimonio llevaba cinco años de unión y el monarca se impacientaba porque su heredero no tuviera descendencia que asegurara la línea dinástica, así que cuando llegó el ansiado bebé quiso dar gracias y demostrar también su devoción a la Virgen María en su advocación de Inmaculada Concepción. El collar que atesora Patrimonio Nacional en la cámara acorazada del Palacio Real, y que solo se coloca a la Virgen de Atocha, es exactamente igual al que se ha impuesto a Leonor de Borbón.
"Esta es la pieza que Isabel II tenía en su guardajoyas y, en un primer momento, ella se lo cedió a su esposo Francisco de Asís. Sin embargo, en marzo de 1864, es cuando la Reina se lo impuso a la Virgen de Atocha junto con el Toisón de Oro y la gran cruz. Como tenía una gran devoción por esta imagen, decidió encargar a su platero, Narciso Práxedes Soria, que limpiara y restaurara ese collar que estaba en su joyero”, nos explica Amalia Aranda Huete, conservadora de la colección de relojes y lámparas de Patrimonio Nacional.
Sobre las características de estos collares de las que solo hay algo más de una veintena, detalla que "es de oro y está compuesto por 41 piezas. De ellas, 30 son eslabones que reproducen cuatro modelos diferentes. De ellos, el principal es el eslabón con la cifra de Carlos IIII, una C y un 3 en números romanos y está rodeado por una palma y por una rama de laurel esmaltada en verde".
Aranda también señala que "a los lados le sigue un eslabón con un león rapante con la cabeza y la mirada vuelta hacia la cifra del Rey y, a continuación, se muestra la torre de un castillo en representación de Castilla y León. El último es un trofeo militar, un casco de caballero y dos banderas cruzadas una de color rojo y otra en verde”. Con todo ello, aclara que a pesar de su tamaño el collar es "liviano" y fácil de portar.
Un reverso con mensaje
La parte más importante es la venera, una insignia que cuelga de él. "Es una cruz de cuatro brazos iguales y simétricos, rematados en un globo de oro. Cada brazo está esmaltado en el centro en azul añil y alrededor en blanco, los colores de la Inmaculada Concepción. En los entrebrazos lleva la flor de lis de oro, el emblema de la Casa de Borbón, y en el centro, un óvalo con la imagen de la Virgen, rodeada de un marco azul".
Uno de los secretos más desconocidos de esta cruz es el reverso que esconde de nuevo la cifra de Carlos III, flanqueada por dos palmas y el lema Virtuti et merito. "Esta orden pasó de generación a generación y siempre el gran maestre es el Rey de España: primero Carlos III y luego Carlos IV, quien ya modificó algunas cosas pues este monarca añadió en la parte superior una corona de laurel que se une con dos cadenas al eslabón principal que es el de Carlos III", dice la conservadora.
La Orden se abre a las mujeres
La primera mujer gran maestre que rompió con la tradición de que solo podían ser condecorados los caballeros fue la reina Isabel II, hija de Fernando VII, y así continuó hasta Alfonso XIII, tatarabuelo de Leonor, que fue quien estableció cómo tenía que ser el collar y quien realmente actualizó todos los estatutos. En algunos momentos de la historia, la orden ha estado en suspenso y en 1942 el Gobierno de la época decidió restaurarla.
"Hay una excepción, ya que se concede el collar a la reina Sofía cuando era princesa y se casó con don Juan Carlos, pero hasta el 4 de agosto de 1983 a través de real decreto se decide que puedan ser condecorados tanto hombres como mujeres. Es también cuando se establecen los cinco grados de condecoración: el collar, gran cruz, encomienda de número y cruz". En este sentido. el Consejo de Ministros concedió la gran cruz a la reina Letizia en la víspera de su boda con don Felipe.
Restringido a 25 personas, el collar de la Orden de Carlos III se debe devolver a la defunción de quien lo posee y en caso de que alguno de los portadores lo pierda o lo estropee tiene que reponerlo. Es posible que a Leonor le veamos en un futuro con la placa, la venera o la banda blanca y celeste, en lugar de todo el collar, igual que ocurre con el Toisón de Oro del que la hemos visto lucir la insignia. Como miembro de la orden, también hay un manto blanco y azul que en la actualidad no se ha llevado en ninguna ceremonia y que puede apreciarse en un cuadro de Carlos III que hay en una de las salas del Palacio Real.
Un sala para honrar esta Orden
Tanta es la importancia de este monarca y de esta Orden, que su nieto el rey Fernando VII quiso dedicarle una estancia en el Palacio Real. Es el Salón de Carlos III, su antiguo dormitorio y donde murió el 14 de diciembre de 1788. "Todo en esta sala es un homenaje a él, desde la bóveda que representa a Carlos III dando gracias a la Inmaculada Concepción por el nacimiento de su primer nieto", cuenta Mario Mateos, conservador del mobiliario de Patrimonio Nacional.
En el cuadro que figura en la sala aparece Carlos III ataviado con el manto de gran maestre, con los colores azul y blanco, pintado por Mariano Salvador Maella en 1784, cuatro años antes de su fallecimiento. En la actualidad esta sala se puede visitar por el público, y en los actos oficiales es una estancia de paso entre el comedor de gala y el Salón Gasparini.