Después de vivir una jornada inolvidable en Gales, con la graduación de la princesa Leonor, la Familia Real sumaba el pasado 25 de mayo otro día para el recuerdo con la infanta Sofía como protagonista. Con 16 años, la hija más pequeña de los Reyes se confirmaba como católica en una mañana primaveral llena de momentos emocionantes y con su familia arropándola.
Hace dos años, el 28 de junio de 2021, debido a las restricciones de la pandemia, a la princesa Leonor solo la pudieron acompañar sus padres y su hermana, pero, en esta nueva celebración, Sofía sí ha tenido a su lado a tres de sus abuelos, siendo el gran ausente el Rey don Juan Carlos.
Sofía marcó su estilo con un atrevido mono en fucsia y todas se pusieron de acuerdo para vestir coordinadas en la gama rosa
A las doce y veinte de la mañana entraron en la plaza de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, en Aravaca, los Reyes y sus hijas y, segundos después, veíamos a la Reina doña Sofía, Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz, acompañado de su mujer, Ana Togores. Llegaban juntos y, tras saludar a la directora del colegio, Ana Arigita —también fue un reencuentro bonito para Leonor con su pasado—, los tres se retiraban de la escena principal, mientras Felipe VI, doña Letizia y sus hijas posaban para las primeras fotos.
El ‘bueno’ de Sofía
La infanta, que respondió con un “bueno” cuando los periodistas le preguntaron si estaba nerviosa, apostó para su gran día por un mono tendencia en fucsia con matiz buganvilla. Es de Cayro, la firma española que ha conquistado a su madre y a su hermana, y fue confeccionado en doble crepé y con detalle cut out. Un diseño arriesgado, con abertura en la zona del abdomen, que dio mucho que hablar al tratarse de una ceremonia católica. Y también una elección muy diferente a la de la princesa, que estrenó un vestido con estampado floral, con cintura ajustada marcando silueta y falda de vuelo.
Nunca las habíamos visto así: la Reina, doña Sofía y Paloma Rocasolano, encantadas, cogidas del brazo y compartiendo risas y confidencias
Concluida la primera sesión de retratos, los Reyes llamaron a la fila a la Reina doña Sofía y a los abuelos maternos —Felipe VI con la mano y doña Letizia con un “¡mami!”—, pero no se enteraron. Jesús y Paloma charlaban, llamando la atención su buena sintonía, mientras que doña Sofía se entretenía en la espera leyendo los carteles de la entrada al templo. En cuestión de segundos, la heredera corrió hacia ellos para avisarles de que había llegado el momento de hacer la foto completa: la Familia Real, los Ortiz y los Rocasolano juntos de nuevo. Salió de ella ir a buscarlos al pórtico de la iglesia y coger a su abuela paterna de la mano fuerte, de verdad. Fue el rescate de la princesa con un alto sentido de la protección hacia doña Sofía, quien va camino de los 85 años y llevaba diez días imparable enlazando viajes y agenda.
La celebración familiar fue una oportunidad para ver cuánto quiere Leonor a sus dos abuelas y cómo cuida y protege a doña Sofía
Un retrato muy analizado
No era un retrato cualquiera, la última vez que se los fotografió a todos, incluyendo a don Juan Carlos y a la bisabuela Menchu, que falleció hace casi dos años, fue cuando la infanta celebró su Primera Comunión, en 2017… Justo en el mismo escenario. Por eso, la fotografía en familia captó toda la atención —fue analizada del derecho y del revés— y dio lugar a que se viera una escena entre las dos Reinas que recordó al pasado, aunque solo fue un malentendido. Una confusión con las posiciones. Doña Sofía pudo pensar que Leonor iba a ocupar, por protocolo y como siempre, el lugar a la derecha de su padre y junto a ella, porque era la que cerraba la fila —al otro extremo estaban los abuelos maternos—, pero doña Letizia tenía otra idea. Se trataba de un acto privado, familiar, y la atención debía centrarse en su hija pequeña. Era su día y la Reina, la madre más orgullosa, se ocupó de todo asegurándose de señalar los retratos que iban a quedar para la historia de manera diferente y según el momento.
En los primeros, a su llegada a la iglesia, el sitio de la infanta estuvo al lado del Rey y junto a su abuela paterna, y el de Leonor, junto a ella y a su abuela materna, a la que la princesa también dedicó muchos gestos de cariño antes de volver en busca de la Reina doña Sofía finalizada ya la sesión. La heredera al trono la acompañó al interior de la iglesia abrazándola, con el Rey a un lado y Paloma al otro, ayudándola también a subir los escalones.
Era la Confirmación de Sofía y Leonor hizo todo lo posible para no robarle el protagonismo, pero fue justo eso lo que más llamó la atención, cómo le dejó el centro de la escena a su inseparable hermana, a la que sigue cogiendo de la mano… y cómo trató a sus abuelas —todo mimos— y se ocupó de su abuelo Jesús para que no se sintiera excluido.
Sus compañeros
La infanta recibió el sacramento junto a 18 compañeros de cuarto de la ESO del colegio Santa María de los Rosales, antes del último sprint del curso. En este centro es tradición que la Confirmación se celebre en primero de bachillerato, pero la ceremonia volvió a adelantarse un año —se hizo lo mismo con Leonor— para que la hija más pequeña de los Reyes pudiera ratificar su fe antes de comenzar una nueva etapa de estudios en Gales.
La ceremonia religiosa, fijada para las doce y media de la mañana, fue oficiada por el vicario episcopal de Madrid, Juan Carlos Merino, acompañado por los dos capellanes del colegio, y se celebró en la misma parroquia en la que ambas hicieron la Primera Comunión. Manteniendo la tradición de la Familia Real, Sofía eligió a Felipe VI como padrino, asumiendo el Rey, quien declaró al cumplir 50 años que “soy católico practicante”, el papel de guiarla en su fe durante el resto de su vida.
Los padres de la Reina, en la mejor sintonía, tuvieron un gran protagonismo, al igual que Ana, la mujer de Jesús Ortiz, a la que se vio muy integrada de la mano de su marido y de risas con Paloma
Tras la ceremonia, que duró una hora y cuarto, y los posados de los alumnos en el interior del templo, los nuevos confirmados y sus familias empezaron a abandonar la iglesia. La infanta, sus padres y sus abuelos, mezclados con el resto de asistentes, un reflejo de la normalidad y de lo que han vivido como alumnas en este centro.
Remolino rosa
Se vio a Felipe VI hablando de forma distendida con otras familias. Era un padre orgulloso que no quitaba la vista de encima a Sofía y le daba la mano como cuando era pequeña… Y a doña Letizia, feliz, junto a su madre y doña Sofía —las tres riéndose y charlando—, saludando a los vecinos que se habían acercado a la parroquia, incluso con bebés y yendo de un grupo a otro hasta que volvió a reunirlos a todos en un remolino de color rosa. Cuatro looks de primavera: el de la Reina, las dos hermanas y las dos abuelas vistiendo coordinadas en fucsia, lila, rosa y rojo cereza para conseguir el mejor impacto para las fotos. Hasta Felipe VI llevaba una corbata con pinceladas a juego con la blusa de doña Letizia, que combinó con unos pantalones blancos palazzo. La madre más moderna, con el bolso que llevó a Gales, de Furla; alpargatas blancas de cuña, de Macarena.
La Reina, una madre muy orgullosa que no dejó de sonreír y se acercó con Sofía a saludar y a hacerse fotos con los vecinos que los esperaban
Era el último posado antes de poner rumbo a la Zarzuela, donde los Reyes habían organizado un almuerzo para su familia y algunos amigos. Y las nuevas fotografías nos llevaron a otros detalles y escenas. Entre ellas, la del momento en el que la princesa le dijo a su abuelo que se le acercara más y la Reina, ‘agobiada’ por el espacio, se hizo sitio con el codo provocando la risa de ambos y una mirada de complicidad que no habíamos visto antes. El padre de doña Letizia, siempre en la sombra, también dio el jueves pasado un gran paso como abuelo de una futura Reina. Las imágenes lo cuentan: besándole la mano a la princesa, bromeando y charlando al oído. Hay cariño y hay cercanía, sus encuentros no solo se han reducido al 6 de enero, el día del roscón de Reyes. También con su mujer, Ana Togores, a la que se vio completamente integrada mientras, cogida de la mano de su marido, charlaba con Paloma y abrazaba a la infanta Sofía, quien tampoco se salvó del escrutinio.
Desde la ropa que eligió a su relación con su abuela paterna, que algunos encontraron que no era tan cercana. Pero las imágenes también cuentan otra historia. Cuando la Reina Sofía fue llevada al centro de la escena por su consuegra Paloma y su nuera, doña Letizia —agarrándola del brazo una por cada lado—, la infanta salió en su busca y se metió en medio de las dos abuelas. Y hubo un intercambio de sonrisas y un guiño. Como apuntó a ¡HOLA! el entorno de Zarzuela: “Viven cerca y se ven mucho más… No son solo las hijas de los Reyes. Doña Sofía adora a sus ocho nietos”.
Para la más pequeña de palacio también es el final de una etapa. El 22 de junio, acaba cuarto de la ESO. Ya no volverá al colegio Santa María de los Rosales, del que ha sido alumna desde los tres años
La infanta Sofía vivió su gran día entre la alegría de un gran momento junto a sus compañeros de curso y la pena de tener que empezar a despedirse de ellos. El 10 de mayo participó en un retiro espiritual de preparación del sacramento, en la sierra de Guadarrama (Madrid); el miércoles 24 asistió a la ceremonia de la Confirmación de otros compañeros, y un día después celebró la suya.
Para la más pequeña de palacio también es el final de una etapa. El 22 de junio, acabará cuarto de la ESO. Ya no volverá al colegio Santa María de los Rosales, del que ha sido alumna desde los tres años —entró el 10 de septiembre de 2010—, donde estudió también Leonor y, décadas antes, el propio Rey.
Y el 29 de agosto pondrá rumbo a Gales, a estudiar bachillerato en Atlantic College, casi a la vez que la heredera se ponga el uniforme militar. Al igual que la princesa Leonor, está mentalizada y deseosa de emprender una nueva aventura. También se la ha preparado para su cambio de vida. Es el mundo real y está lleno de oportunidades para aprender y experimentar… Pero ahora, antes de que pongan rumbo a sus nuevos destinos, tienen por delante tres meses para estar juntas.