"Sofía y Tino siempre estuvieron unidísimos, como uña y carne. Incluso cuando bailaban, parecían una sola figura, acompasados en todos los movimientos". De esta forma contaba la princesa Irene de Grecia a la periodista Pilar Urbano, en el año 1996, cómo era la relación que tenían sus hermanos: la reina Sofía de España y el rey Constantino de Grecia, que ha fallecido este 10 de enero a los 82 años de edad rodeado de los suyos, incluida su hermana mayor a la que le unía una profunda amistad y la que ha dejado ver, a lo largo de los años, que gran parte de sus mejores recuerdos fueron al lado de su hermano.
Celos de niños
Aunque la vida se le haya terminado antes, el rey Constantino era dos años menor que la reina Sofía. La Reina contó cómo fue asumiendo desde que era niña que el importante era su hermano, el heredero, el diadokos. "Yo tuve celos al principio, cuando pasé a ser la 'segunda'", recordaba doña Sofía para la citada periodista que publicó en los noventa un libro con unas extensas entrevistas con la madre de Felipe VI y todo su entorno. "A mí me fastidiaba bastante que, de repente, ¡hala!, todos los regalos llegasen a él: las bicicletas, las pelotas, las cajas de juegos, los libros, los cuentos, las pinturas, los lapiceros… ¡todo!", contaba.
Un exilio juntos
Fue la reina Federica –la madre de Sofía, Constantino e Irene de Grecia- la que contó cómo dormían Sofía y Tino (la princesa Irene todavía no había nacido) acurrucados juntos en un refugio durante la noche del 11 de abril de 1941 cuando las bombas (de la Alemania de Hitler) comenzaron a caer sobre Atenas. Esta fue la antesala del primer exilio que viviría el rey Constantino, que comenzaría apenas diez días después cuando parte de la Familia Real griega (principalmente las mujeres y los niños) abandonaban el país a bordo de un hidroavión británico. De eso días doña Sofía no tiene recuerdos, solo lo que le han contado, apenas tenía tres años, pero sí tiene del tiempo posterior, de un exilio que trascurrió entre Sudáfrica y Egipto. "¡Nada de soledad! Para mí, aquellos años de exilio fueron años de felicidad. Años de vida familiar, juegos, libertad, sin protocolos: pudiendo hacer lo que hacían los otros niños que íbamos conociendo", recordaba la reina Sofía.
La primera vez que sintieron miedo
Sorprende descubrir que doña Sofía se acordaba durante esas conversaciones cuál fue la primera vez que sintió miedo y que su hermano Constantino estaba a su lado: "Fue en El Cairo. Me daban miedo las sirenas nocturnas que sonaban antes de los bombardeos […] Tino y yo corríamos asustados a la cama de mi madre".
Siempre en el mismo equipo
Tanto el rey Pablo como la reina Federica –diversas biografías apuntan a que sobre todo fue ella- inculcaron a sus hijos que la monarquía y la supervivencia de su dinastía era lo primero, sin embargo, a la vez formaron una familia muy unida, los tres hermanos tenían que apoyarse en todos los sentidos y así lo hicieron siempre. Una muestra es lo que sucedió en el año 1960 cuando el príncipe Constantino quería representar a Grecia compitiendo en vela en los Juegos Olímpicos que se celebraron ese año. Doña Sofía cuenta que la presión era enorme, ya que el Primer Ministro del país había advertido al joven príncipe que "o se gana o no se compite", ya que el príncipe heredero no podía representar al país y perder.
Constantino de Grecia, un ejemplo de hermano con la reina Sofía y la princesa Irene
Trabajos a contrarreloj en Tatoi para el entierro de Constantino de Grecia
Doña Sofía se volcó por completo en el sueño de su hermano Constantino, fue la propia princesa Irene la que narró a Pilar Urbano cómo sucedió: "Eran una piña, ella estaba dispuesta a todos los sacrificios, y madrugones, por él. Y él era su compañero y su gran protector". Constantino de Grecia finalmente se colgó la medalla de oro y recibió todos los honores, algo que, por otro lado, ha sido una constante en la vida de doña Sofía: permanecer como sostén de otros, apoyó el reinado de su padre y el de su hermano en Grecia, para después hacer lo mismo en España con el reinado de su marido (Juan Carlos I) y ahora de su hijo (Felipe VI).
El hermano que la protegía pero la dejaba volar
Justo diez meses después de las Olimpiadas, Sofía y Constantino de Grecia volaron al Reino Unido para la celebración de las bodas de los duques de Kent. Ese fue el momento en el que la reina Sofía y el rey Juan Carlos (que todavía estaba muy lejos del trono) se fijaron el uno en el otro, en presencia del príncipe Constantino que protegía a su hermana, pero la dejaba volar. "Él acudió con su padre y yo con mi hermano. Mejor así, porque todo pudo desarrollarse con más naturalidad, con más informalidad, con más libertad. Muchas veces he pesado que, si hubiesen estado allí mis padres, quizá no ha habría llegado a producirse ese encuentro personal entre Juan Carlos y yo", contó doña Sofía.
Antiguamente se usaba la palabra "carabina", pero quizá el príncipe Constantino solo fue un testigo de cómo en ese junio de 1961, la princesa Sofía comenzó a fijarse en el príncipe Juan Carlos. "La tarde de la llegada ya fuimos juntos al cine: Tino, Juan Carlos y yo, en un mismo taxi. Vimos Éxodo, con Paul Newman. Volvimos al hotel, nos cambiamos de ropa y, también juntos, acudimos al hotel Savoy: había una recepción con cena de gala. Nos pusimos en la misma mesa. Fue entonces cuando empezamos a sentir el tirón del atractivo, pero sin ningún compromiso […] Mi hermano Constantino se dio cuenta y, hablando con mis padres por teléfono, se ve que les dijo ‘preparaos por si hay sorpresa: Juanito, el chico de los Barcelona (Juan de Borbón y María de las Mercedes eran los condes de Barcelona), está muy asiduo con Sofía, y a ella no parece que le desagrade".
El escolta, el caballero
El príncipe Constantino y el príncipe Juan Carlos, además, también se lo pasaban bien juntos y compartían aficiones. De sobra conocida es la anécdota de que Juan Carlos se casó con la clavícula rota, se la había partido haciendo judo con el príncipe Constantino días antes de la boda. Quizá uno de los recuerdos más bonitos de los que atesora la reina Sofía de su hermano Constantino es que el sucedió precisamente el día del enlace, que se celebró en Atenas en mayo de 1962. El príncipe heredero de Grecia quiso hacer todo el recorrido nupcial a caballo, escoltando a su hermana, siguiéndole los pasos a la derecha de la carroza. Ese mismo día él –según la reina Sofía- Constantino se enamoró de la princesa Ana María de Dinamarca. Dos años después se casaron y se convirtieron en reyes –el rey Pablo murió en 1964-, en los más jóvenes el mundo, quizá por eso una parte de la opinión pública griega lo vio como un rey inexperto. Solo tres años después conoció su segundo y definitivo exilio.
Su lejana presencia en la noche del 23-F
Doña Sofía ha narrado en varias ocasiones cómo sucedió el golpe de Estado militar ocurrido en Grecia el 21 de abril de 1967, que terminó con la monarquía de su hermano y que ella presenció en primera persona porque habían viajado a Grecia para celebrar los cincuenta cumpleaños de la reina Federica. "En cuanto pude telefoneé a Madrid y hablé con mi marido, estaba muy preocupado. A los dos días abrieron los aeropuertos. Tomé a las niñas (las infantas Elena y Cristina, Felipe VI todavía no había nacido) y regresé […] Mi hermano siguió en Grecia, al frente del Estado, mientras preparaba su 'contragolpe'", recordaba la reina Sofía sobre una operación que terminó fracasando, por lo que el rey Constantino abandonó el país en diciembre de ese mismo año.
Con estos antecedentes,es normal que doña Sofía pensara en el destino de su hermano cuando en 1981 se produjo en España el intento de golpe de Estado, un episodio cuya resolución legitimó el reinado de Juan Carlos I, que adquirió grandes cotas de popularidad dentro y fuera del país. "Llamó varias veces, estaba muy inquieto y muy preocupado", contaba doña Sofía sobre su hermano Constantino que siguió el golpe desde el Reino Unido, donde ya se había instalado con su familia. El propio Constantino –cuyo funeral se celebrará el próximo lunes- le contó a la periodista cómo lo había vivido: "Llamé desde Londres. Hablé con el rey, con la reina y con mi hermana Irene. Llamé en distintos momentos. ¿Consejo? No les di ninguno, no me correspondía darlos. Lo único que hice fue describir mi experiencia […]Y me parece que mi hermana Sofía fue en todas esas horas un gran soporte moral, humano, una enorme ayuda. Yo la recuerdo muy templada, muy dueña de sí misma, muy calmada. Y pendiente totalmente de sostener el ánimo de su marido y de crear un ambiente de serenidad en torno al rey".
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