Es una Reina diferente a las demás, y, aunque todavía continúa siendo un misterio -nos sigue faltando su relato-, con motivo de su 50 cumpleaños, en ¡HOLA! descubrimos algunos de los datos más desconocidos de la vida de Doña Letizia. Desde sus orígenes filipinos hasta los veranos en los que recorría Europa con su familia, y, ahora, uno de sus primeros y sorprendentes trabajos.
En estas líneas, viajamos en el tiempo. casi treinta años atrás, para desvelar que, en su juventud, trabajó en un restaurante de comida rápida.
Cuando aún no era Reina de España (y, desde luego, no imaginaba que su vida daría tal giro de 360 grados), Doña Letizia era una joven más que buscaba ganarse algún dinero a la vez que cumplía con sus estudios universitarios. Doña Letizia tiene una gran determinación, y, como cualquier otro estudiante de su edad, se había propuesto costearse un viaje a Cali, Colombia, para asistir al Encuentro Iberoamericano de Facultades de Comunicación Social, en 1994.
Por aquel entonces, su mundo era el periodismo, y, y en 1995, logró un trabajo como becaria en la Agencia Efe. A finales de ese año, cumpliendo otro sueño, comenzó sus estudios de Comunicación Social en México, donde trabajó en el suplemento Tentaciones, del periódico Siglo 21.
Su ilusión era cruzar el charco y, una vez descartado Estados Unidos, se decidió por Guadalajara. Allí conoció a Juan Rulfo, fumaba y vendía Chesterfield —desde hace muchos años es de la liga antitabaco— y tenía unas botas rojas de cowboy.
Era joven y libre, hacía autostop, le gustaba ir a bailar salsa al Salón Veracruz y escuchaba música en vivo en el bar Barbanegra. En esa época, un empresario mexicano que se dedicaba a los negocios marítimos le pidió matrimonio y hubo un príncipe árabe que le declaró también su amor. Pero su novio, Alonso, esperaba ansioso su regreso a Madrid. A su vuelta se matriculó en un Máster de Periodismo Audiovisual.