El tiempo pasa rápido para todos, también para las Reinas… Recién cumplidos los treinta años, conoció al príncipe y ya han pasado veinte. Doña Letizia cumple medio siglo el 15 de septiembre. Una edad de plenitud en la que hacer balance. Y “una bonita cifra para intentar hacer las cosas bien en el lugar en el que a cada una nos corresponda”, como decía hace justo un año, en la facultad de Ciencias de la Información de la Complutense… Aunque nos sigue faltando su relato. La mujer de Felipe VI continúa siendo un misterio, una incógnita. Cuando cumplió los cuarenta, la Casa del Rey compartió un extenso reportaje, y cuando Felipe VI celebró los cincuenta, se abrieron las puertas de su residencia y a la vida de familia, pero, según fuentes cercanas a la Casa Real, no se espera, en esta ocasión, un gran despliegue fotográfico. No será un día más, pero tampoco habrá una gran puesta en escena y se volverá a optar por la fórmula de la casa. La privacidad siempre ha ganado la partida en los cumpleaños de Zarzuela.
Lejos de la imagen festiva que ofrecen la mayoría de los Reyes y herederos a los Tronos de Europa cuando se trata de enmarcar fechas importantes, las celebraciones de la Familia Real española quedan reducidas a la intimidad salvo raras excepciones. Cumplir medio siglo podría ser una de ellas, podría haber sido una gran oportunidad de acercarnos a la vida de una soberana que nunca ha dado una entrevista y no hace declaraciones, pero en la cuenta atrás, y salvo sorpresas, parece que este no será el camino. Habrá, seguramente, un almuerzo con su equipo más cercano —la relación con ellos es de mucha confianza— y una fiesta privada en los jardines de su residencia o en el salón de recepciones, donde tienen lugar la mayoría de las celebraciones. Asistirá su familia —falta por ver si Leonor vuelve a España para dar un beso a su madre en un día tan especial— y sus amigos más queridos. Por lo demás, el foco estará en su agenda y en los ámbitos que defiende: salud, cultura, educación…
“Cincuenta años es una bonita cifra para seguir intentando hacer las cosas bien en el lugar en el que a cada una le corresponda”
La primera soberana sin sangre real en la historia de la Monarquía española es una Reina distinta, que se ha reinventado muchas veces a base de disciplina portentosa. Todo un mundo desde sus primeros pasos como novia real a los últimos de este verano como Reina, en una institución también muy diferente a la que conoció cuando puso un pie en la Zarzuela, aunque no ha cambiado todo. Sigue con su personalidad arrolladora, su perfeccionismo, las ganas de trabajar, su olfato de periodista y las ganas de demostrar que todo se puede hacer de otra manera. Es su estilo el de una Reina feminista que está donde quiere estar, tiene pasión por la vida, por sus hijas. Es pilar del Rey en un proyecto común: compromiso, ejemplaridad, conducta intachable, esfuerzo y utilidad, solidaridad, visión ética del mundo… Y no se arrepiente de haber dejado atrás el ‘tú’ para convertirse en Su Majestad.
1. Del suspenso al mejor momento de su vida
A sus cincuenta años, doña Letizia se presenta en su plenitud como Reina. Nunca ha estado tan segura de sí misma. Sus últimas apariciones han sido estelares. Derrocha atractivo y parece decir que ha entrado en la mejor etapa de su vida. El camino de periodista a Reina no fue una aventura sencilla y, probablemente, no contaba con tantos desafíos, pero, a golpe de críticas, que encaja bastante bien, del examen permanente —de arriba abajo— y de superar momentos muy difíciles, ha salido reforzada. Si en su etapa como princesa asomó en ocasiones la rebeldía y la tristeza, con el tiempo y la experiencia, consiguió dar un giro radical a los pronósticos que se le habían reservado. Nadie puede negar sus ganas de trabajar y su dedicación a España. Es la Reina que sigue reclamando su tiempo privado, pero también la que ha demostrado que le importa mucho la institución. Un ejemplo: salvando momentos puntuales en sus embarazos, no se había cogido una baja laboral hasta que, el pasado julio, la Covid la obligó a suspender su agenda en dieciocho años.
En los primeros tiempos como princesa, doña Letizia no consiguió despegar y tampoco parecía ser feliz. Lo que se decía de ella la afectaba, aunque su marido le había dicho que no hay que perder el tiempo en ‘pleitos’. Optó por el sigilo real, pero esa parte —no poder puntualizar, desmentir— fue dura. Como dice doña Sofía, los Reyes no se defienden, saben que “hay que tragarse el sapo: recibir, saludar, sonreír, “qué tal”, como si nada”.
En 2013, sus aprobados altos empezaron a caer… Por alguna razón, los españoles no le daban su respaldo. El caso Nóos, el accidente de don Juan Carlos en Botswana, el distanciamiento de Felipe VI con la infanta Cristina... Nada ayudaba. Y en 2018, con la desafortunada ‘riña’ —que dio la vuelta al mundo-—, vio cómo su imagen caía en picado. Con todos los ojos puestos en ella —otra vez a examen—, tuvo que borrar la mala impresión del ‘choque de dos Reinas’ y ganar el terreno perdido. El estudio de 16 cabeceras periodísticas del 20 de octubre 2020 decía que doña Letizia suspendía, al tiempo que el apoyo popular a la Monarquía había bajado nueve puntos. Pero la Reina sigue remando contracorriente en la tempestad enfrentando, junto al Rey, el momento más complicado de la historia reciente y subiendo nota imparablemente.
A doña Letizia las miradas la delatan: está muy orgullosa de sus hijas, se le cae la baba con ellas y no hay papel que supere al de ser madre
2. ‘Ortiz, a pesada no tiene rival’… Y ‘¡Nada se le pone por delante!’ ¿Cómo es realmente?
“Yo siempre he sido una mujer luchadora. Nadie me ha regalado nunca nada… Cada cual tiene su concepto del éxito. Lo importante es estar bien con uno mismo y ser honesto con lo que haces”, decía poco antes de ser princesa. Honesta, perfeccionista y currante. Así es la Reina. De autoestima alta y gran personalidad, no se da por vencida ni baja la guardia. Una luchadora, como ella misma dijo. “Letizia es como mi madre: vivaz, espontánea, extravertida, ocurrente. Y animosa. ¡Nada se le pone por delante!”, contaría la Reina Sofía a Pilar Urbano acercándonos a su personalidad: “Es inteligente, alegre, divertida, sensitiva; fina y delicada, pero fuerte; con un sentido innato del deber y del servicio; que sabe estar, que es femenina y cariñosa”… Aunque también tenemos la versión que dio de sí misma en el cincuenta aniversario de la que había sido su facultad, justo un día antes de su cuarenta y nueve cumpleaños. Estaba muy contenta, se lo pasó muy bien y sorprendió con su discurso. Y no fue solo lo que dijo, sino cómo lo contó, destacando una anécdota: “Estaba un catedrático, de aquellos brillantes, y, en mitad de la clase, el hombre, un poco harto, me dijo en voz alta, casi gritando: ‘Ortiz, mire Ortiz, yo no sé qué va a ser de su vida, pero desde luego a pesada —aclaró que se refería a las preguntas—, ahí no tiene rival”… “La curiosidad no se quita, lo que pasa es que ahora no cuento las respuestas que me dan”.
La Reina en familia
3. Con dos basta: ¿Por qué no tuvieron más hijos?
“Alteza, ¿cuántos hijos piensan tener?”, les preguntaron el día de la pedida, aquel inolvidable 6 noviembre de 2003. El príncipe contestó: “La intención es, quizá, por encima de dos y por debajo de cinco”. “Anda ya”, le dijo su prometida… “De cinco, nada de nada”. Y así fue. La princesa Leonor nació el 31 de octubre de 2005 y la infanta Sofía el 29 de abril de 2007, y para entonces el príncipe ya se mostraba más cauto con su idea de formar una familia numerosa: “Iremos viéndolo con el tiempo”. La Constitución española marca el orden sucesorio de mayor a menor y con preferencia del varón sobre la mujer y esa habría sido la razón principal que los llevó a quedarse con dos hijas. Un tercer embarazo de la Reina, sin haberse modificado la Carta Magna, y con Leonor como futura princesa de Asturias, podría no haber sido lo más oportuno. De hecho, rompiendo con la tradición en las Casas Reales, anunciaron que sería una niña para despejar posibles dudas sobre la sucesión.
4. ‘¡Sofía, hija, que pareces un robot!’
La princesa Leonor, de dieciséis años, y la infanta Sofía, de quince, han empezado a “volar solas”, pero eso no significa que doña Letizia no siga estando al quite de todo y con la batuta real en la mano. Durante su infancia, la Reina ofreció la imagen de absoluto control. Marcaba con la mirada y con sus manos los movimientos de sus hijas en público. Desde la postura corporal a los silencios o los aplausos, pero esa etapa quedó atrás y ahora aflora más el tono coloquial. “¡Vamos, chicas! ¡Vamos, Sofi!”, les decía, mostrando cómo es el trato en familia, tras despedir al Rey en el Club Náutico de Palma. Y otra anécdota de una Reina siempre pendiente de sus hijas: cuando, tras el posado de verano en Mallorca, su hija menor iba saludando a los periodistas y repitiendo “buenas tardes, buenas tardes, buenas tardes...”, bromeó diciéndole: “¡Sofía, hija, que pareces un robot!”.
5. La primera separación: ‘Lo he pasado mal como todas las madres’
El abrazo de despedida, el pasado año, entre la Reina y Leonor en el aeropuerto de Madrid señaló el cambio de etapa el pasado curso escolar. Leonor se iba a Gales y en casa se quedaban solo tres. Un punto de inflexión familiar. No hubo declaraciones ese día a la prensa, pero las imágenes lo contaban todo. Ha llovido, pero todavía está presente en el recuerdo cuando doña Letizia confesó que “lo había pasado mal, como todas las madres”, al separarse de su hija Leonor en su primer día de guardería. Ya nada volverá a ser igual, al menos por un tiempo. Es muy probable que el próximo año la infanta siga los pasos de su hermana en el extranjero. Sofía saldrá de casa y su marcha coincidirá de alguna forma con el regreso de la princesa de Asturias a España. Un tiempo al que se sumará la formación militar de la heredera. Eso es al menos lo que se espera. De cumplirse así, las dos hermanas seguirán viviendo en mundos separados y los Reyes se quedarán solos.
6. ¿Qué pide a sus hijas?
Han logrado construir un hogar de verdad. El Rey y la Reina se mueren por sus niñas, doña Leonor y doña Sofía, y les han procurado una vida de amor, confianza y valores bien definidos para ayudarlas a cimentar una vida sólida. A doña Letizia las miradas le delatan: está muy orgullosa, se le cae la baba con ellas y no hay papel que supere al de ser madre. Siempre fue así. Madre, mujer de Felipe VI y agenda propia. Por ese orden. Ante todo, las necesidades de Leonor, ahora en Gales, y Sofía. La misma exigencia que se impone a sí misma es la que tiene con sus hijas. Demanda disciplina, pero con cariño, comprensión, confianza y complicidad. En el mundo Borbón-Ortiz cabe todo y también hay preocupación por el buen uso de las redes sociales, aunque parece que lo han conseguido. Al menos eso es lo que se vio en la jornada Disfruta internet con seguridad. Allí estaba Leonor y fue de los pocos estudiantes que no levantó la mano cuando la profesora preguntó cuántos dormían con el móvil, quiénes lo miraban nada más levantarse y cuántos lo usaban haciendo los deberes.
7. Los retos que le esperan
Su vida como princesa y como Reina ha estado llena de desafíos y ha conseguido mucho, aunque todavía tiene algunos retos pendientes. Por ejemplo, la comunicación. Lo que hace es de suma importancia, pero no hay gesto ni palabra fuera de guion y al final el impacto de su labor se reduce casi siempre a lo que lleva puesto.
También debe seguir ganando el cariño de los españoles, con los que parece que tiene una asignatura pendiente. “Trabajo para mejorar, aunque sé que no le puedo caer bien a todo el mundo”, decía hace algún tiempo. Asimismo, si como madre tiene el desafío de seguir educando a una futura Reina, ayudando al mismo tiempo a la infanta Sofía a encontrar un destino feliz, como mujer de Felipe VI tiene que apoyarlo para seguir reescribiendo juntos un nuevo modelo de Monarquía que permita recuperar la reputación de la Corona. Esa es la misión, dejar un legado positivo y entregar la corona a su hija con una España en la mejor situación. Con la institución ya reforzada, también falta estrechar los lazos familiares. La tormenta ha amainado y el reto ahora pasa por ganar en afecto y armonía y que los españoles lo perciban como verosímil.
Reina por amor
8. El matrimonio: Ni ‘cariño’ ni ñoñerías y se hace ‘lo que diga el Rey’
Se conocieron hace veinte años y llevan casados dieciocho. Y el resumen, en un camino lleno de obstáculos y con el futuro aún por llegar, es que fueron felices. Vienen de mundos dispares, se enfrentan a la vida de distinta manera y tienen caracteres diferentes —doña Letizia lo ha comentado en alguna ocasión—, pero se complementan, se cuidan (mucho) y comparten los valores más importantes como Reyes, como matrimonio y como padres.
No se tratan con ñoñerías en privado —alguna vez se les escapa un ‘cariño’— y sus allegados aseguran que siguen enamorados y que entre ellos aún hay química. Forman el mejor equipo, hay solidez, aman la vida y a sus hijas por encima de todo y doña Letizia está entregada a la causa. Siempre lo ha estado, pero ahora parece que más y se resume con una frase muy corta que repite de manera insistente: “Lo que diga el Rey”. Felipe VI es la calma, la serenidad, la reflexión, un hombre atento y romántico al que jamás se le olvida una fecha importante. Doña Letizia no es tan de detalle y arriesga más.
Se conocieron hace veinte años y llevan casados dieciocho. Tienen caracteres diferentes, pero se complementan, se cuidan y comparten los valores más importantes como Reyes, como matrimonio y como padres
9. Doña Letizia no se lo puso fácil
Fue la mano del destino la que orquestó su encuentro en la noche del 17 de octubre de 2002, después de que coincidieran por primera vez en una recepción. Pedro Erquicia , entonces director de Documentos TV, organizó una cena para hablar sobre la guerra de Irak y, al fallar una de las invitadas, doña Letizia entró en la lista y llegó muy puntual. Se sentaron juntos. No pararon de hablar y de reírse. Hubo mucha química entre ellos, un flechazo, y abandonaron la conversación general para charlar entre ellos de ‘sus cosas’ y de sus casas recién estrenadas. “Si quieres podemos trasladarlo (su piso de 80 metros) a mi dormitorio… Y si lo apretamos un poco, hasta lo podemos meter en el vestidor”. Un mes después, se encontraban, en la distancia, en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias y, en noviembre, volvían a coincidir en las playas de Galicia, tras la marea negra del Prestige. El entonces príncipe seguía sus pasos y le mandaba mensajes, pero doña Letizia no se lo puso fácil. Tuvo que llamarla al menos cuatro veces hasta conseguir la primera cita.
10. Así fue el noviazgo: escapadas y citas secretas
Durante los primeros meses, su relación estuvo blindada. Se veían en la casa de la infanta Cristina, en Barcelona; en las de los amigos del príncipe, y en Zarzuela. “Letizia es una persona increíble y, aunque esté divorciada, es una relación que compensa”. “Es la mujer de mi vida. La quiero con toda mi alma”, contaría a sus amigos antes de dar el siguiente paso, tras disfrutar juntos de una escapada de verano a la República Dominicana. Don Felipe estaba feliz, reflejaba una ilusión desmedida aquel verano, en el que su novia también encontró un hueco para reunirse con su familia en Alicante y celebrar los cumpleaños de sus abuelos en el restaurante Las Grandes Dunas. Semanas después, los novios se embarcaban juntos en un velero costeando la isla de La Cabrera y Felipe VI supo entonces que su amor por ella era innegociable. En agosto de 2003, sus familias ya lo sabían todo, aunque el tema era intocable.
De periodista a Princesa de Asturias
11. Petición de mano ¡dentro del coche!: ‘¿Nos casamos?’ La Reina se lo pensó durante tres semanas
Felipe VI le pidió matrimonio en el interior de su coche, un Audi azul (el mismo que usaron el día del bautizo de la princesa Leonor), pero doña Letizia necesitó un tiempo para pensárselo. Pasaron tres semanas antes de que dijera ‘sí’. Necesitó consejo —las reacciones fueron dispares—, aunque sabía que nadie podía tomar esa decisión por ella. Doña Letizia, que solía decir que no se volvería a casar, vivía volcada en su carrera, pero estaba enamorada… y tras un romance clandestino, empezó a dar algunas pistas. Se vestía mejor, cambiaba de reloj a menudo y no se separaba de sus nuevos pendientes de diamantes —que sigue llevando—, las dormilonas que le regaló don Felipe. De los viajes en solitario a “tengo un chico”. De “mi chico” a “Juan, un diplomático”. Y de Juan a Felipe. El 15 de septiembre, el día del cumpleaños de doña Letizia, los dos sabían ya que iban a casarse. Doña Letizia presentó el telediario y se fue corriendo a la residencia del príncipe.
El Rey es la calma, un hombre atento y romántico al que jamás se le olvida una fecha importante. Doña Letizia no es tan de detalle y arriesga más
12. Lo que escondía su primera imagen juntos y quesos para ‘mi cuñada’
Su última cobertura periodística fue la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Por primera vez, aunque nada se sabía de su relación, pudo ser fotografiada con su futuro marido, quien, tras el informativo de Televisión Española, que presentaba Letizia Ortiz junto a Alfredo Urdaci, se acercó hasta la sala de prensa del Hotel la Reconquista para saludar al equipo desplazado de TVE. Las cámaras de Televisión Española recogieron el gran momento y esa fue la única imagen de los dos juntos antes de hacerse oficial su compromiso. De vuelta a casa, en el aeropuerto, la que iba a ser princesa compró unos quesos asturianos. “Son para mi cuñada”, le dijo a Urdaci. “Ah, ¿pero tienes novio?”. “Bueno, es una forma de hablar”, respondió saliendo airosa del desliz.
13. ‘Huye’ de su casa en vaqueros y de madrugada
El 31 de octubre de 2003, doña Letizia salió en pantalla para presentar el último telediario de su carrera. No recogió sus pertenencias y se despidió con un “hasta el lunes”. Un día después, festividad de Todos los Santos, saltaba la gran noticia del compromiso a las 7:30 de la tarde. Horas antes, a las seis de la mañana de aquel sábado, había dejado su casa en una carrera contrarreloj, vestida con vaqueros y llevando una pequeña bolsa. El portero le preguntó: “¿Cómo es que te vas a trabajar hoy tan temprano?”. “Me voy a otra cosa más complicada. Tengo un asunto importante entre manos”, le respondió con una sonrisa mientras se subía a un taxi. Dos días después, el 3 de noviembre, se presentaban juntos y de la mano ante los medios en el jardín de la residencia del heredero. “Me da mucha alegría poder manifestar lo feliz que me hace nuestro compromiso y lo enamorado que estoy de Letizia…”.
Se conocieron en una ‘cita a ciegas’ y fue un flechazo, aunque don Felipe tuvo que llamarla varias veces hasta conseguir que quedara con él
14. Pedida: así los hizo reír el rey Juan Carlos
El 6 de noviembre de 2003 se celebró en El Pardo la pedida de mano. Era como el cuento de La Cenicienta. Los abuelos de la novia decían: “¡Dios mío, nuestra nieta va a ser Reina de España!”. Y estaban todos tan nerviosos que acabaron contagiando a la Familia Real. Era un momento inédito y don Juan Carlos se sentó en el suelo y empezó a gastar bromas para hacerlos reír: “Solo son periodistas”. A los nervios de ese día también se sumó el hecho de que la familia Ortiz Rocasolano tuvo que improvisar, sin manual, sobre la marcha. Desde qué ropa llevar a cómo comportarse. A ello se añadía, también, el reencuentro de los padres de la novia. Separados desde 1998, se volvían a encontrar bajo el techo de un palacio. Paloma seguía soltera sin compromiso, y Jesús preparaba su boda con Ana Togores.
Nueva vida y nueva imagen
15. En el Pardo, su abuelo, el que más bailó
Doña Enriqueta era la más emocionada. Durante los siete meses que pasaron desde el compromiso hasta la boda, siempre decía: “¡Y si no llego a la boda! ¡Dios mío, nuestra nieta va a ser Reina de España! Pero ¿y si no llego a la boda”. Pero sí llegó: falleció el 21 de junio de 2008, a los ochenta y nueve años, y todavía le dio tiempo a ‘enamorarse’ del Rey Juan Carlos, que le contaba chistes y “era tan sencillo como si fuera de su propia familia”. Junto a ella, su marido, Francisco Rocasolano, que no podía estar más feliz. Todos lo estaban, pero el que más lo demostró fue él. Paco (como le llamaban en familia) salió a la pista en cuanto pudo para bailar con sus nietas Telma y Erika y hasta con las reinas y princesas que también se animaron, tras la cena ofrecida por los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía en El Pardo. Era un hombre bueno, simpatiquísimo, carismático y lo quería todo el mundo.
“Es la mujer de mi vida. La quiero con toda mi alma”, decía Felipe VI a sus amigos, semanas antes de anunciar su compromiso
16. Las lágrimas de todos en su boda
Ujieres, maquilladores, peluqueros, ayudantes y miembros del personal de la Casa Real se echaron a llorar cuando la futura princesa —la lluvia le impidió hacer el recorrido nupcial que habían preparado durante seis meses— dio un paso al frente para dirigirse al Rolls-Royce que la conduciría hasta la catedral de la Almudena.
Era el 22 de mayo de 2004 y representantes de 38 Casas Reales, Jefes de Estado y presidentes de Gobierno, primeros ministros y dignatarios de todo el mundo se habían dado cita para este extraordinario acontecimiento: la boda del príncipe de Asturias con una periodista venida de las verdes tierras del norte. Un hecho que quedó señalado en su ramo con la flor del manzano, ligada a su niñez.
17. ‘El amor es lo que mueve mi vida’
Nunca en su vida había “pensado ser otra cosa que periodista”, pero ahora es la Reina de España. Al principio, se sentía insegura y tardó en dar el paso. Pensaba en lo que le había costado llegar a presentadora de informativos. Sabía que todo eso podría quedar mitigado por el impacto de la noticia o de los rumores. Pero la seguridad y la confianza del ahora Rey en que lo conseguirían era muy contagiosa. Y entonces dijo ‘sí’. Y fue Reina por amor.
Se lo contó doña Letizia a José Bono —la charla fue incluida en las memorias del político— durante una cena en el palacio real: “Le dije que al casarse con el príncipe se había metido en una especie de jaula de oro y ella me respondió que lo había hecho por amor, “que es lo que mueve mi vida”.
18. Así vive una Reina: con mucho arte
Su historia de amor comenzó con una broma sobre sus respectivas casas y lo mejor es que la propuesta del entonces príncipe Felipe cobró todo el sentido en 2003: “Podemos trasladar tu piso a mi dormitorio. Si lo apretamos un poco, igual hasta entra en el vestidor”. En la residencia de los Reyes, de 1.800 metros útiles, se nota la mano de la Reina. Se han incorporado alfombras, cortinas, lámparas, pintura moderna —muchas de las piezas fueron regalos de boda— y sofás. Las fotos familiares salpican la librería de estilo gustaviano. También hay arte, a los dos les apasiona: obras de Rafael Canogar, Miró y Chillida, pasando por Antonio Murado, Pablo Palazuelo, Joan Hernández Pijuan, Alberto Reguera, Luis Moro, Juan José Aquerreta y Mayte Alonso, entre otros.
19. El bisabuelo filipino de la Reina
Los abuelos maternos, Enriqueta y Francisco, se casaron en 1950, en la iglesia de San Miguel Chamartín de la Rosa (Madrid). Enriqueta nació en Oviedo (1919) —su madre era asturiana y su padre de Filipinas—, era viuda de un gijonés que murió de tuberculosis con veinte años. Fue una gran madre y abuela, se quedaba sola con todos los nietos a su cargo, tanto en Madrid como en Torrevieja, en el bungaló que compraron cuando el abuelo se jubiló. Lo estrenaron junto a sus nietos (incluida doña letizia) en una Semana Santa. Hicieron el camino hasta Alicante en el taxi del abuelo.
20. Los Rocasolano de Francia
Los Rocasolano provienen de Francia, de la antigua Auvernia (todavía se puede encontrar su escudo de armas en un château próximo a Lyon), donde ejercían como señores de sus tierras, hasta que una parte de la familia, con Pantaleón Roquesoulane al mando, decidió instalarse en España.
Miguel Rocasolano, bisabuelo de la Reina, casado con Francisca Camacho y padre de nueve hijos, compró tierras y fundó una empresa para construir viviendas unifamiliares en Chamartín. Se convirtió en un hombre muy rico, aunque acabaría quebrando décadas después.
Secretos de belleza
21. Su nombre no estaba en el santoral
Eran las fiestas de San Mateo, patrón de Oviedo, cuando nació, a media tarde, el 15 de septiembre de 1972. Cuatro días después fue inscrita en el registro civil, dando que hablar con su nombre: Letizia con ‘z’ Su nombre no aparecía en el santoral. Tras su bautizo, en la parroquia de San Francisco, sus padres se mudaban a la calle General Elorza, cerca del ambulatorio La Lila, donde trabajaba Paloma Rocasolano. Y pronto llegarían sus hermanas, Telma (1973) y Erika (1975-2007). Es la historia de una familia normal que empezaba una nueva vida en los años 70, en una ciudad de provincias, y un matrimonio que apostaba por la democracia y una vida más acorde a la de otros países europeos.
Del corte bob a las canas y los músculos: doña Letizia, una Reina muy en forma y la que más veces se ha atrevido a cambiar de peinado
22. Un dormitorio compartido
La recién creada familia Ortiz residía en un octavo piso, moderno y grande. Las tres niñas dormían en la misma habitación y las colchas de sus camas eran de patchwork (las hizo Paloma), con zona de juegos y mesas de estudio. Una fórmula que se repetiría cuando doña Letizia fue madre, porque la princesa Leonor y la infanta Sofía siempre han compartido cuarto. Era un hogar coqueto y agradable. Tenían una habitación para una cuidadora portuguesa y Jesús Ortiz también contaba con un despacho, donde había un piano en el que sus hijas aprendieron a interpretar algunas piezas. Ninguna de las tres heredó su pasión por la música, aunque sí aprendieron a tocar la guitarra. En Navidad no faltaban las habaneras y rodaban películas con una de las primeras cámaras de vídeo que llegaron a Oviedo.
23. Su primer sueldo cuando era niña
Desde pequeña, al salir del colegio público La Gesta, doña Letizia se iba a la radio con su querida abuela Menchu Álvarez del Valle, que hacía el programa Coser y cantar, y allí pasaba la tarde entre micrófonos y máquinas de escribir: “Yo soy el hada ilusión… Soy terriblemente romántica, porque me encanta la belleza y el amor. El amor es el motor del mundo…”. Merendaba pan con Nocilla, hacía los deberes y ensayaba sus primeros guiones con la ayuda de su padre para un programa matinal infantil, El columpio, que hacía con otros amigos, aunque ella era la jefa. Aquel ambiente también se extendía a su casa. Lo contó doña Letizia: “Viví rodeada de periódicos”. En 1984, con solo diez años, pudo realizar sus primeras prácticas en radio y cuñas radiofónicas para pagarse algunos extras.
El hogar
24. Aquellos veranos cuando recorrían Europa en un lada
Aunque se repartían durante las vacaciones entre abuelos maternos y paternos, el matrimonio y sus tres hijas tenían por costumbre viajar a algún país de Europa durante el periodo de vacaciones estival. A una edad en la que la mayoría de los niños no habían cruzado la frontera de España, las pequeñas Ortiz y sus padres se adentraban con su coche —recorrían miles de kilómetros— para conocer Francia, Holanda, Bélgica, Italia y muchos otros países. Recorrieron media Europa juntos en un Lada todoterreno y, posteriormente, en otro vehículo, un Ford. También hacían excursiones locales. Iban a las grutas del Naranco y a Aldea de San Miguel, un pueblecito a pocos kilómetros de Valladolid en el que había nacido la madre de Menchu. Pero la mayor parte de las vacaciones las pasaban en la zona de Ribadesella, en la playa de Santa Marina. Rincones que, con el tiempo, enseñaría personalmente a don Felipe.
25. Tener un título académico no se puede negociar
El primer domicilio de la familia, una vez trasladados a Madrid, estaba en Vicálvaro, donde vivieron hasta que se trasladaron a un chalé con jardín en la urbanización Montesport, en Rivas Vaciamadrid. A falta de plazas en otro centro, las hermanas Ortiz tuvieron que ser matriculadas en el instituto Ramiro de Maeztu, en el turno de noche. Jesús Ortiz las recogía siempre. Tener un título académico era algo que no se podía negociar y doña Letizia fue la primera licenciada con carrera superior de la familia.
En el año 1990 se matriculó en Ciencias de la Información, en la Universidad Complutense de Madrid, y se licenció en Periodismo en 1995, con calificación media de notable. Durante sus estudios universitarios hizo prácticas en el diario ABC y en La Nueva España (1992 y 1993,) haciendo realidad su sueño de entrevistar a Carlos Fuentes.
26. Trabajó en un restaurante de comida rápida y vendió tabaco con botas de cowboy
También trabajó en un restaurante de comida rápida para permitirse asistir al Encuentro Iberoamericano de Facultades de Comunicación Social que se celebró en Cali, en octubre de 1994. Un año más tarde, consiguió un trabajo como becaria en la Agencia Efe. A finales de 1995, cumpliendo otro sueño, comenzó sus estudios de Comunicación Social en México, donde trabajó en el suplemento Tentaciones, del periódico Siglo 21. Su ilusión era cruzar el charco y, una vez descartado Estados Unidos, se decidió por Guadalajara. Allí conoció a Juan Rulfo, fumaba y vendía Chesterfield —desde hace muchos años es de la liga antitabaco— y tenía unas botas rojas de cowboy. Era joven y libre, hacía autostop, le gustaba ir a bailar salsa al Salón Veracruz y escuchaba música en vivo en el bar Barbanegra. En esa época, un empresario mexicano que se dedicaba a los negocios marítimos le pidió matrimonio y hubo un príncipe árabe que le declaró también su amor. Pero su novio, Alonso, esperaba ansioso su regreso a Madrid. A su vuelta se matriculó en un Máster de Periodismo Audiovisual.
27. En la tele controlaba todos los detalles
Su despegue televisivo coincidió con su primera boda. A la vuelta de la luna de miel (en Cuba), doña Letizia encontró trabajo en la cadena Bloomberg. Y en 1999 comenzó como presentadora, redactora y reportera en CNN+. En su carrera televisiva tuvo dos tutores: Paco Basterre (CNN) y Álvaro de la Riva, director de TVE en los años 2000. De aquella época, sus jefes y compañeros recuerdan que era un animal televisivo. Se levantaba a las cinco de la mañana y controlaba todos los detalles: los textos, la iluminación, el vestuario, todo. Volcada en la tele, su matrimonio duró año y medio. Su marido la puso entre la espada y la pared y doña Letizia eligió su profesión, marchándose a vivir al barrio de Moratalaz junto a su madre. Buscaba cumplir un sueño: convertirse en corresponsal. En el año 2000 comenzó a trabajar en RTVE, donde formó parte del equipo de edición del Telediario, fue presentadora de Informe Semanal, del Telediario Matinal y fue enviada especial a diferentes puntos del mundo. En enero de 2001 fue galardonada con el Premio Larra, otorgado por la Asociación de la Prensa de Madrid al periodista menor de treinta años que más se distingue durante el año.
Las escapadas: cine, compras y paseos para dos
28. Cuatro días después de su primera boda, sus padres se separaban: se habían conocido en el metro de madrid camino de una fiesta
Cuatro días después de su primera boda, una noticia inesperada sacudió su vida. Su padre, Jesús Ortiz, y su madre, Paloma Rocasolano, enfermera en el ambulatorio de Moratalaz (Madrid) y miembro del sindicato de enfermería SATSE, rompían su matrimonio. Paloma y Jesús se conocieron en el metro de Madrid. Jesús, que tocaba muy bien la guitarra y el piano, iba camino de una fiesta de unos amigos. No había estudiado música, pero le encantaba. Paloma, guapísima y muy delgada, no había cumplido los dieciocho años. Se casaron el 2 de octubre de 1971 —no se había cumplido el año de noviazgo—, en la iglesia del Cristo de las Cadenas. Una celebración íntima e informal oficiada por Fernando Ezquerro a las diez de la mañana. El mismo cura que bautizó a Letizia. La novia llevaba uno de sus vestidos preferidos, ‘minifaldero’ y de manga larga negro; el pelo con un recogido muy sencillo, zapatos de charol, cartera de mano y dos rosas. Pero no hubo final feliz. Jesús Ortiz salió de la que había sido su casa con una maleta y su guitarra y se lo dejó todo a su mujer.
29. La ilusión de su primera casa
La primera vivienda en propiedad de doña Letizia fue su casa de Valdebernardo, en Madrid. Aunque al principio no estaba muy convencida, finalmente tomó la decisión de comprarla en ese barrio cerca de la M-40. Estaba en un edificio residencial, tenía jardín, una piscina en la azotea, pista de pádel y un garaje, donde cada noche, después de concluir su jornada laboral en TVE, aparcaba su Audi A3. Le encantaba conducir. El piso era de segunda mano y medía 80 metros cuadrados distribuidos en cocina, baño, salón-comedor y dos dormitorios, y lo fue amueblando poco a poco. De hecho, no había terminado de decorarlo cuando conoció a don Felipe. Pagaba entre hipoteca y coche 1.500 euros al mes.
30. ‘Qué mal nos llevamos, ¿verdad, Letizia?’
Durante la Pascua Militar de 2008, don Juan Carlos llamó a su nuera y le dijo ante todo el mundo: “¡Qué mal nos llevamos!, ¿verdad, Letizia?”. Y los dos rompieron a reír. En el sentido del humor de ambos está la respuesta a la gran pregunta. Son muchos los años que llevamos sin verlos juntos en público y todo se reduce a lo privado. Muchas informaciones apuntan a que la relación no fue ni es buena, pero, según nuestras fuentes, en su regreso fugaz a Zarzuela, el pasado junio, doña Letizia estuvo a su lado. La Reina Sofía acogió a doña Letizia como a una hija y las hermanas del Rey la recibieron como a una hermana, pero algo se torció en el camino. Es un hecho que el caso Nóos hirió las relaciones familiares. No será fácil arreglar lo que pasó, pero parece que se han dado pasos que los han acercado y falta saber si en ese camino también está doña Letizia. Una Reina que solo ha cometido un error en público —su desencuentro con la Reina doña Sofía— y que, desde entonces, no ha dejado de tener gestos con su suegra.
Dos son sus grandes pasiones, el cine y los libros; ve series y películas dos veces a la semana, también le encanta toda la música y baila con el Rey
31. Feliz por su madre, Paloma Rocasolano
Adora a su madre. Siempre ha estado a su lado y no pueden estar más unidas, especialmente desde la muerte de Erika y el nacimiento de Leonor y Sofía. Paloma Rocasolano es un pilar fundamental en su vida y también en la de sus nietas. Es la matriarca del clan y todos la adoran. También el Rey, que tiene una relación maravillosa con su suegra. Tan buena que a veces se han ido al cine juntos acompañando a Leonor y Sofía.
Le costó superar su divorcio de Jesús Ortiz. Sus hijas habían volado —Erika se había ido a Berlín, Telma a Roma y Letizia estaba recién casada— y fue un período difícil en el que vendió la casa y compró el piso de Moratalaz, donde vivió durante años, incluso con doña Letizia, hasta que se la cedió a su padre, Francisco. A día de hoy, después de la tragedia de perder a una hija, parece que vive una segunda juventud junto a Marcus Brandler, un empresario de origen británico-nigeriano, divorciado y padre de tres hijos. Lleva una vida sencilla, tiene una buhardilla en el Madrid de los Austrias, va al gimnasio y está muy rejuvenecida. Disfruta de una merecida segunda oportunidad.
Una Reina diferente
32. ¿Con qué Reinas tiene relación?
Doña Letizia es independiente y diferente y, quizá por ello, no le da mucha importancia al hecho de codearse con sus pares reales. Ha asistido a bodas reales y entronizaciones y a algunos cumpleaños señalados, pero no es una apasionada de las cumbres reales y, hasta donde se sabe, solo ha creado fuertes lazos con Rania de Jordania y Máxima de los Países Bajos . La relación entre las Familias Reales de Jordania y España es estrecha y doña Letizia la sigue expandiendo. Las dos Reinas pertenecen a la misma generación, comparten intereses, además de tener gran parecido y un mismo estilo. Por otro lado, hay pruebas de la amistad que mantiene con los Reyes Guillermo y Máxima. En una conversación con periodistas, se refirió a ellos como ‘Max y Willy’.
De la sencillez de un abrigo blanco para convertirse en Reina a su impresionante retrato como Su Majestad, con la tiara de Victoria Eugenia
33. Sus amigas periodistas, sus más leales
Al igual que el Rey, tiene muy claro lo que significa la amistad: “El amigo de verdad no debe sacar ventaja de su posición. No hay amigos mejores ni peores... Un amigo “peor” no es un amigo”. Y en su camino se ha quedado mucha gente. El silencio lo vale todo y si hay algo que le duele es la mentira y la traición. La lista de personas cercanas es larga, pero desde hace ya muchos años solo confía ciegamente en un círculo pequeño. Las conocemos con nombre y apellido: Mar Peiteado, Cristina Palacios, Ana Prieto Urbano, Sonsoles Ónega, Almudena Bermejo, Inmaculada Aguilar Nàcher, María Oña. Son periodistas —algunas fueron compañeras de trabajo— con diferentes trayectorias y con algo en común: son una ‘tumba’ y jamás alardeande su relación.
34. ‘Yo y mis apaños’: customiza y tiene dos vestidores
Doña Letizia practica las cuatro erres de la moda ética: reutiliza, recicla, recupera y reduce. Y también se apunta al low cost español sin reparo. La Reina también se diferencia en que hace arreglos y retoques en su ropa y en la de sus hijas.
Junto a su dormitorio, la Reina dispone de un vestidor. Fue el Rey quien se encargó de que se hiciera a semejanza del suyo. Está dividido en dos partes. La principal se reserva para la ropa de ‘agenda’. La secundaria da cabida a las prendas que usa de puertas para adentro o en sus salidas con amigos. Para los trajes de noche, cuenta con un espacio extra en el sótano, donde se custodia toda su colección de vestidos de gala, incluidos los accesorios. Y todo está ordenado por colores, ‘rango’ y preferencias.
35. Un armario de contrastes
Es una Reina poco convencional. Lleva ropa reciclada, de segunda mano de su suegra, de sus hijas, low cost, ecológica (hecha de bambú) y domina el largo de gala. El blanco es su color formal: blanca y radiante en su boda, con un diseño de Manuel Pertegaz; de Armani en la pedida de mano; en el retrato oficial de 2005, y para la proclamación del Rey Felipe. Y el rojo, sin duda, su color estrella. Del vestido, diseñado por Lorenzo Caprile, en el enlace de los herederos de Dinamarca, que la hizo parecer una Reina antes de su boda, al diseño de Felipe Varela que eligió para la antesala del matrimonio de Victoria de Suecia. Inolvidable también el diseño con capa de Stella McCartney con el que acudió al cincuenta cumpleaños del Rey Guillermo, en 2017.
A sus cincuenta años, doña Letizia se presenta en su plenitud, nunca ha estado tan segura de sí misma, derrocha atractivo y parece decir que ha entrado en la mejor etapa de su vida
36. La estilista y los mensajes ocultos
Varela la vistió casi en exclusiva hasta el 2015. Pero la llegada a la Zarzuela ese año de la estilista Eva Fernández le abrió una nueva ruta en el mundo de la moda, aunque doña Letizia siempre tiene la última palabra. Eva elige, pero la soberana dispone. Hoy, a través de su ropa, la Reina lanza muchos mensajes. Y los más importantes llegaron tras la pandemia, cuando apostó por firmas españolas emergentes. Doña Letizia quiere promover la moda ética —la industria textil es una de las mayores contaminantes— y, en consecuencia, sus elecciones son cada vez más sostenibles. Además de defender el sector, apoya a la mujer emprendedora.
Este verano firmó su mejor ‘desfile’. Llenó la maleta de ropa nueva para vivir un verano atrevido y sin tacones.
Los dos mundos de la Reina
37. Los retoques. ‘Que la reina no salga’
En palacio le decían: “No tiene que ir, señora, no tiene que salir así”, pero no hizo caso a nadie y apareció ante las cámaras recién operada. El 20 de agosto de 2008, un vuelo de Spanair se estrelló tras despegar de Barajas provocando una enorme tragedia aérea. Y la princesa antepuso a todo el dolor de las familias. Y, por supuesto, en paralelo corrieron ríos de tinta hablando de su rinoplastia. Una cirugía calificada por expertos como ‘perfecta’, ya que en su rostro mandan aún su mirada y la sonrisa.
No le gustaba ni su perfil ni su mentón y solía bromear con sus ‘complejos’. Su imagen distaba de la que quería dar, la de una persona dulce y próxima, pero en un principio hubo otras prioridades: ser madre y dar un heredero a la Corona.
38. Lo que le dijeron de sus canas
“¿Es ella? No, no puede ser. Y va sola…”. Pero sí, lo era. La Reina, disfrutando de un maravilloso momento en la última edición de la Feria del Libro de Madrid y también de un encuentro con unas señoras con quienes mantuvo una divertida conversación. Doña Letizia les aconseja lo importante que es leer y ellas, que se tiña las canas. Lo contó recientemente en un corrillo. Cómo las ciudadanas se «ocupaban» de su belleza y también que, en esto, es única, a excepción de Carolina de Mónaco, que también dejó de teñirse hace dos años.
Desde 2018 —tres años después de su famoso corte ‘bob’—, doña Letizia luce las canas sin complejos y son ya su ‘seña de identidad’. No fue una simple moda, era una firme convicción. Le gustan las canas.
Momentos para el recuerdo de dos familias: doña Letizia y la Reina doña Sofía vuelven a pasear del brazo, mostrándose muy unidas y cómplices, como al principio
39. ¡Qué pelazo tienes, Juana Acosta!
Es la Reina que más veces ha cambiado de peinado y de corte de pelo. En una ocasión, confesó que le resultaba difícil conseguir que su pelo ganase volumen o resistiesen las ondas, ya que tiene el cabello muy liso. Doña Letizia le da una enorme importancia a la calidad del pelo y a cómo está cuidado. De ahí, los champús orgánicos y, quizá, el no uso de tintes, aunque no lleven amoníaco. No le importa madrugar muchísimo ni retirarse antes de una reunión de amigos si tiene que arreglárselo o ponerse el rulo. La melena de la Reina debe estar impecable. Las de sus hijas también. De hecho, tienen ‘pelaz’». La palabra que usó para describir la melena de Juana Acosta durante una cena en el palacio real. La Reina le dijo a la actriz: “¡Qué pelazo tienes!”.
40. Un huerto real en la Zarzuela
A la Reina le gusta cocinar y sabe de cocina. Cada vez más y mejor todavía si es junto a sus hijas, que se manejan de maravilla entre fogones. Una cocina ecológica y sostenible con recetas saludables. Uno de los secretos mejor guardados es la huerta real —y las verduras, hortalizas y legumbres que se cosechan en Zarzuela—. Un terreno fértil que ha sido señalado como uno de los rincones favoritos de doña Letizia en El Pardo. Una huerta, dicen, sin pesticidas ni abonos químicos. De ahí sale parte de la materia prima que se usa para los menús de la familia. Es un huerto privadísimo que nunca ha sido fotografiado, y no ha sido por falta de ocasiones. Hubiera sido una gran oportunidad ‘descubrirlo’ cuando recibió a Michelle Obama en palacio.
Sus amistades reales
41. Dieta saludable y algún ‘pecado’
El ‘secreto’ de doña Letizia es su estilo de vida: dieta sana, ejercicio físico y toda la constancia y fuerza. Según diferentes informaciones, combina la dieta mediterránea con la de la eterna juventud y antiinflamatoria del doctor Nicholas Perricone, que frena la oxidación celular y mejora la piel y el estado de ánimo. Esta incluye grasas saludables (salmón y atún, imprescindibles), verduras (brócoli, espinacas y espárragos), legumbres (lentejas), frutas con fibra (le apasionan las frambuesas), cereales, semillas y probióticos. También es fan del té ‘kombucha’ y los superalimentos orgánicos. Tiene una lista de alimentos ‘prohibidos’ y excluye rotundamente el azúcar y el alcohol, aunque, de vez en cuando, ‘peca’: le encantan los torreznos —lo contó en una visita a Soria— y las croquetas.
Doña Letizia es muy amiga de las Reinas Máxima y Rania y lleva con frecuencia los dos pares de pendientes que le regaló la soberana jordana
42. Pacto de eterna juventud: cómo se cuida
Además de una alimentación saludable, el ejercicio es imprescindible. Y los resultados están a la vista. Según algunas fuentes, cuenta con un entrenador personal y hace ejercicio dos horas al día, alternando clases de yoga y pilates, además de bicicleta. Cuida sus bíceps con mancuernas, fondos de tríceps en pared, aparatos para extensión de tríceps, planchas y flexiones para trabajar la zona del core. También corre, boxea, hace escalada y baila zumba.
En cuanto a las rutinas de belleza, se ha dado por hecho que se somete periódicamente a tratamientos no invasivos con colágeno, vitaminas y ácido hialurónico. Que es muy fan de todo lo orgánico (champú y cremas) y que usa productos que están al alcance de todos los bolsillos. Por ejemplo, el stick corrector de bolsas y ojeras de Deliplus, de Mercadona, que se le cayó al suelo durante un viaje a Suecia.
Tiene la piel luminosa, muy cuidada y sin imperfecciones. Sigue maquillándose de forma natural, sacando partido a pómulos y mirada.
43. La Reina en cifras
¿En cuántos actos oficiales ha estado? ¿Cuántos discursos ha pronunciado? Según el recuento oficial, sumando sus actos como princesa, como Reina en solitario y en conjunto con el Rey, doña Letizia ha asumido 3.803 actos desde 2004. En cuanto al número de discursos pronunciados son 191.
Desde 2005, cuando pronunció sus primeras palabras en el acto de amadrinamiento de la bandera de la Unidad de Acción Rural de la Guardia Civil, al último de este verano (antes de las vacaciones), en la entrega de la bandera.
En cuanto a los viajes, ha realizado 145 al extranjero —alrededor de 50, a países distintos—, de los cuales, 35, fueron en solitario. Asimismo, y con las visitas internacionales suspendidas durante la pandemia, mantuvo más de 150 videoconferencias.
La Reina cobra al año 142.402 euros —el sueldo del Rey asciende a 258.927 euros anuales, casi el doble— y es, de todas las reinas (y la mayoría de princesas), la que menos gasta en ropa.
Tiene una relación muy cercana con los Reyes de los Países Bajos, a los que llama ‘Max y Willy’; comparten duelo por la muerte de sus hermanas pequeñas, y sus hijas Leonor y Alexia estudian en Gales
44. ¿Qué cree, cómo piensa, qué le preocupa?
Son palabras de la Reina: “Tengo una petición, una sugerencia. Y es que encuentren cinco minutos para hacerse unas preguntas. ¿Qué estoy haciendo realmente para mejorar mi salud? ¿Cuál es mi vida? ¿Hago lo que quiero? ¿Hago lo que puedo?. Son preguntas que no son fáciles de responder”. La Reina promueve un sinfín de iniciativas para que la salud, la justicia, la educación y la cultura sean realidades para todos. Investigación científica para avanzar en todos los ámbitos y que los “ciudadanos vivan mejor”, vida saludable (prevención) y malnutrición —la principal causa de enfermedad en el mundo—, la lucha contra el cáncer y las enfermedades raras, igualdad de género —reforzar el papel de la mujer en todos los ámbitos— y condiciones para todos, educación, bullying, la solidaridad y el compromiso, que el suyo es enorme. De los primeros intereses, que siguen muy presentes, a los colectivos en riesgo de exclusión, la integración de personas con discapacidad, nuevas tecnologías —le preocupa mucho el uso de las redes sociales por los jóvenes—, el cambio climático… Por ejemplo, no imprime, revisa las notas en su móvil.
45. Don de lenguas: inglés, francés, alemán... y de signos
Cuando llegó a palacio, su inglés no era fluido. Lo hablaba, lo entendía y lo escribía como muchos universitarios españoles de su generación, pero estaba muy lejos del nivel que se requería para poder desenvolverse con naturalidad en la posición que estaba a punto de alcanzar y trabajó duro para perfeccionarlo. En sus primeros pasos en Zarzuela, mientras empezaba a descubrir el funcionamiento de la casa, la futura princesa recibía clases del profesor británico Michael Howitt.
No tiene el acento de sus hijas, que lo han aprendido de niñas, pero sí buen oído. Lo domina, se expresa con soltura y seguridad y es el idioma que más utiliza cuando asiste a actos oficiales internacionales. No es su único idioma, también la hemos visto haciendo intervenciones en catalán, valenciano, francés, portugués y alemán. “Voy a probar mi alemán. Por favor, no sean muy duros”, dijo entre risas en la inauguración de la exposición Velázquez en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Siempre aprendiendo, así es la Reina, que conoce hasta el lenguaje de signos.
Una Reina a la última
46. Se ecribe sus discursos
Sus discursos son una hoja de ruta para saber cómo piensa. Los escribe ella misma y se sigue documentando, como en su etapa de periodista. La Reina escucha y toma notas, pero es ella la que decide qué hacer o cómo hacerlo. Y aunque su papel es acompañar al Rey, cada vez se compromete más y cada palabra tiene un objetivo claro. Le sale. No son frases vacías.
Lleva ropa reciclada, de segunda mano de su suegra, de sus hijas, low cost, ecológica, domina el largo de gala, el estilo rock y sorprende con sus minifaldas
47. El ‘truco’ en las conversaciones
Habladora por naturaleza, siempre le gustó saber de los demás sin tener que entrar demasiado en su terreno personal y, ahora, mucho más precavida ante el interés que genera su persona, ha desarrollado un ‘truco’: preguntar mucho para no centrar la conversación en ella misma, y no le vale cualquier respuesta. Si no le gusta, vuelve a repreguntar. Como en su época de periodista, a la que a veces hace alusión, dejando claro que no echa en falta su otra vida tirando de ironía: “Sí, cuando era persona”. La personalidad de la Reina es de extremos. Por un lado, ofrece cercanía y naturalidad, salpicada de carcajadas y abrazos, Pero, por otro, cuando ‘peligra’ su intimidad, marca la distancia.
48. Las pasiones de una Reina
Dos son sus grandes pasiones: el cine y los libros. En el parque de El Retiro la vimos este año eligiendo libros escritos por mujeres. Compró dos de la escritora feminista Marta Sanz e incluyó otros dos de contenido activista: No hay vuelta atrás, de Melinda Gates, y para sus hijas, Cambiemos el mundo, de Greta Thunberg. El cine también le apasiona. La Reina ve series y películas dos o tres veces a la semana y dos de sus directores preferidos son Scorsese y Rodrigo Cortés. No solo cine y libros, también le encanta la música (y baila con el Rey), toda la música.
Una Reina para la Historia
49. El ejemplo eco
La Reina ha creado un entorno ecológico a su alrededor en el que se siente como pez en el agua. Sabe que su filosofía de vida es un legado para sus hijas. En la Zarzuela, las bombillas de bajo consumo apenas se encienden durante la noche. Son tiempos complicados y hay que dar ejemplo en su hogar y fuera. De ahí que doña Letizia se haya convertido en abanderada del diseño sostenible. Y tampoco imprime, revisa las notas en su móvil directamente, no en papel. Y nos recuerda el mensaje de Theresa Zabell, presidenta de la Fundación Ecomar, que dijo “que solo había dos lugares de los que nunca te vas a poder mudar: tu cuerpo y tu planeta, así que más vale que los cuidemos”. La Reina nos deja sus consejos sobre una vida saludable en cuanto encuentra el marco apropiado.
50. La Reina que se ríe ‘al revés’ que el Rey y cuenta chistes
El sentido del humor es muy necesario y la Reina lo tiene. De hecho, tiene siempre a punto la carcajada con la costumbre de inclinarse hacia delante cuando ríe. Doña Letizia se dobla y se lleva la mano a la boca, mientras que el Rey echa la cabeza hacia atrás para soltar la carcajada mirando al cielo.
Sí, hay ‘otra’ Reina que apenas se muestra en público. Es una doña Letizia que derrocha sentido del humor, cuenta chistes, gasta bromas y se parte de risa. Que cree en el humor positivo, inteligente y toma prestadas frases de Wenceslao Fernández Flórez para explicarlo… “Porque eran “palabras que de ninguna manera podría mejorar yo”. Algunas de ellas decían: “El humor puede no ser solemne, pero es serio. Es, sencillamente, una posición ante la vida”. “Cuando no gemimos ni nos encolerizamos ante lo que nos disgusta, no queda más que una actitud: la burla”. “Si no es tierno ni comprensivo, no es humor”.