El año no ha empezado nada bien para la infanta Cristina y el verano que tenía por delante, uno de los más difíciles de su vida. Las fotos de Iñaki Urdangarin con su compañera de trabajo Ahinoa Armentia en actitud cariñosa llevaron a la "interrupción de su relación matrimonial". Desde entonces, hasta ahora la hermana del rey Felipe ha intentado capear la situación siempre poniendo a sus hijos en el centro. Con ellos, (y con Iñaki) estuvo en Bidart (Francia), su destino vacacional habitual, haciendo lo menos drástico posible para todos un cambio inevitable que se palpará aún más en este nuevo curso que empieza en septiembre y que llega plagado de incógnitas sobre el futuro más cercano.
El fin del periodo estival es normalmente sinónimo de vuelta a la rutina, pero es dudoso que la infanta Cristina haya podido hablar de rutina en un año con tantísimos vaivenes. El otoño no se avecina sencillo en el terreno personal, aunque al menos se mantiene estable en el laboral ya que continúa con su trabajo como directora del área internacional de la Fundación La Caixa en Ginebra (Suiza), donde reside con Irene, la única de sus hijos aún menor de edad.
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No hay duda de que el terremoto provocado por las imágenes de Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia sacudieron todas las piezas de su vida, pero entre todos los movimientos, alguno ha acabado por propiciar un acercamiento con su hermano, Felipe VI. Este verano, atípico para ella como ninguno, ha contado con el apoyo incondicional de la infanta Elena y de su madre, doña Sofía, siempre junto a ella desde siempre en lo bueno y en lo malo, pero también ha pasado unos días con el Rey en el palacio de Miravent, tras más de diez años sin pisar esa residencia. Allí pudo almorzar con Don Felipe, su madre, sus hijos, Pablo y Miguel y sus sobrinos, Felipe y Victoria de Marichalar.
Ahora después de un verano tan diferente, en el que, sin embargo, ha recuperado también viejas costumbres, llega la vuelta a la rutina en Ginebra, aunque teniendo en cuenta que cada uno de sus hijos vive en una ciudad diferente, los viajes, tanto por razones personales como laborales, se prevén frecuentes. Si coincidirá en alguno con Iñaki Urdangarin o si darán el paso definitivo de firmar el divorcio son algunas de las incógnitas de los próximos meses. Por su parte, el futuro del exjugador de balonmano, que disfruta desde hace meses de la libertad condicional y ha podido pasar muchos momentos con sus hijos durante el verano, afronta también un otoño de cambios. Nunca ha ocultado que le gustaría orientar su vida profesional al mundo del deporte. Tras hacer unas prácticas en el Barça de balonmano, está por ver si tiene la oportunidad de afianzarse en el sector. En el plano personal, todos los interrogantes están abiertos.
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