Doña Letizia cumplirá en quince días, el 15 de septiembre, 50 años, una cifra redonda con la que alcanza la plena madurez. Lleva ocho años como Reina y domina a la perfección un trabajo para el que no hay escuelas y que ha tenido que aprender poco a poco hasta darle su impronta y adecuar la monarquía a los nuevos tiempos en unos momentos especialmente delicados haciendo equipo con su marido, el rey Felipe, que ya expresó en su discurso de proclamación su intención de tener “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”. A punto de cumplir medio siglo, desgranamos los datos más desconocidos y las curiosidades de una Reina que lo dejó todo por amor para embarcarse en un extraordinario destino.
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En un reportaje publicado recientemente en El País Semanal se cuentan algunos aspectos hasta ahora no hechos públicos como que usa gafas con discreción (nunca se la ha visto con ellas en público), y que siempre tiene caramelos de menta. Aún le gusta pasear por Madrid con un discreto equipo de seguridad. En estos años de pandemia y nueva normalidad la mascarilla ha sido su mejor arma para pasar desapercibida. A pesar de que lleva 18 años en la primera institución del Estado, con siglos de antigüedad, aún conserva a sus amigos de siempre a los que suele ver los sábados ya que los viernes son para disfrutar del cine, una de sus grandes pasiones. Le gusta caminar, ir al mercado y comprar libros para seguir tomando el pulso a la realidad.
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Con una agenda frenética y aunque la princesa Leonor estudia en Reino Unido, su día a día comienza con un desayuno a primerísima hora de la mañana en familia, donde charlan todos distendidamente ya que en las cenas no siempre pueden reunirse. La unión de los Reyes y sus hijas es inquebrantable y muy sólida. Don Felipe y doña Letizia han sido y son unos padres presentes de esos que se levantaban por la noche cuando sus hijas eran pequeñas. Como muchas progenitoras, la Reina ha recurrido ae su madre, Paloma Rocasolano, para que la ayudara con la crianza cuando se encontraba de viaje.
A doña Letizia no le gusta ni esquiar, ni las regatas, ni las cacerías ni las pasarelas de alta costura. Prefiere debatir con cineastas o con líderes mundiales sobre temas como la nutrición o el feminismo. Se esfuerza mucho en cada acto y estudia con meticulosidad los dossieres de las reuniones a las que asiste, sean del ámbito que sean. Así, impresionó hace dos años a unos investigadores de Murcia sobre su conocimiento y el del monarca sobre ciencia.
Pero además de prepararse su trabajo a fondo, también se esfuerza por hacer equipo con los que trabajan con ella (desde su equipo de seguridad hasta sus colaboradores más cercanos). A todos los llama por su nombre de pila, algo que también hace en sus compromisos oficiales donde memoriza los nombres de sus interlocutores con los que quiere mostrarse cercana, educada y agradable y deja muy buen sabor de boca en todos aquellos que la conocen.
Sobre sus creencias religiosas, la publicación apunta a que “no es agnóstica ni creyente. Es, como la Constitución de 1978, aconfesional”. Recibe todas las mañanas un grueso dossier con los comentarios que se realizan sobre ella en los medios y las redes.
El mal crónico que padece
Quizá una de las cosas que más llamen la atención es que odia los zapatos de tacón, que usa casi siempre en sus actividades públicas. Sufre una metatarsalgia crónicapor el uso continuo de este tipo de calzado. A pesar de su condición no descuida los quehaceres domésticos del día a día y no duda en replicar a su pescadero que le de sardinas más gordas porque estamos en temporada, otro signo más de que no se achanta y pelea las cosas.
Sus inicios en la realeza no fueron sencillos ya que parecía no congeniar con ninguno de los miembros de la Familia Real y llegó al límite físico y emocional tras dos embarazos malos y, especialmente, tras el fallecimiento de su hermana Erika. Gracias a su tesón y a su disciplina ha logrado encontrar el equilibrio que ha logrado con ejercicio físico, alimentación y salud mental. Escribe todos sus discursos, que son revisados por la Casa del Rey, y ha centrado sus esfuerzos en dar visibilidad, entre otras muchas causas, a las enfermedades raras.