Doña Cristina cerró la agenda de la pasada semana en Barcelona, asistiendo el viernes, día 1 de julio, a un acto muy especial sobre ayuda al desarrollo: el veinticinco aniversario del Programa de Cooperación Internacional de la Fundación la Caixa, en calidad de directora del Área Internacional de la entidad. No podía dejar de sonreír, estaba radiante y tenía la mejor compañía: su hijo Pablo —un rompecorazones en la sala de CosmoCaixa, tras pasar unos días con su padre y su hermano Miguel en Formentera—, el director de la fundación Antonio Vila y un buen número de representantes de instituciones internacionales. Entre ellos, los activistas Graça Machel o Ashok Khosla, experto mundial en desarrollo sostenible.
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En este cuarto de siglo, la fundación ha impulsado, en colaboración con más de ochocientos organismos, 663 proyectos y ha transformando las vidas de más de dieciséis millones de personas; y la infanta, que trabaja en la entidad desde hace veintisiete años, estaba realmente contenta. En su trabajo, no le puede ir mejor y, en su vida personal, lo peor ha quedado atrás. Es una mujer nueva, llena de ilusión, cargada de planes, con muchas ganas de vivir y que ha rejuvenecido años. Incluso ha desaparecido la verruga alunarada que tenía en la cara.
Sus hijos siguen siendo lo primero, pero ahora hace planes con amigos que están felices de haberla recuperado, tras la apuesta radical que hizo por su marido, y viaja mucho a Madrid. Este fin de semana pasado mismo, después de pasar por Barcelona, donde sorprendentemente volvió a “destellar” su alianza de casada.
Muy sonriente, rejuvenecida y, después de veinte años, sin la verruga alunarada que tenía en la cara
Han pasado siete meses desde que su matrimonio saltara por los aires, pero la infanta la sigue llevando… y puede que sea así para siempre, o sencillamente reserve el “gesto” de quitársela para después de verano, cuando se espera que inicien los trámites de divorcio. Doña Cristina es una mujer profundamente creyente, y no solo es recordatorio al amor entregado y recibido, también es el respeto al sacramento y a la familia que crearon juntos.