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ho4065 ingrid alexandra de noruega© CordonPress

Un cumpleaños de Reina para Ingrid Alexandra de Noruega

Como ya no se recordaba: cumbre de Reyes y príncipes en su decimoctavo aniversario, gran debut de las futuras Reinas y desfile de 14 tiaras


22 de junio de 2022 - 9:00 CEST

Los dieciocho años de la princesa  Ingrid Alexandra  quedaron registrados en la historia de las monarquías con dos días de celebraciones extraordinarias. No era un aniversario cualquiera, había que señalar la mayoría de edad de una futura Reina y Palacio desplegó ceremonial y pompa para convertir su gran día en la gran fiesta real del año, aunque cinco meses más tarde de lo previsto por culpa de la pandemia.

Portada HOLA 4065 OK© Hola

Había llegado la hora del reencuentro, después de casi tres años, y de recuperar el esplendor perdido, y se abrieron los salones del palacio real de Oslo  para albergar una cena de gala como las de antes, en una noche llena de sorpresas. La realeza europea desempolvó tiaras y trajes y puso rumbo a Oslo para celebrar la vida de Ingrid en un nuevo encuentro festivo de primos muy queridos. La acompañaron, además de toda su familia, cuatro Reyes, alrededor de treinta príncipes y princesas —ocho de ellos herederos al Trono— y todos sus padrinos, incluido Felipe VI, que viajó desde España sin la Reina y sin sus hijas, bien es cierto que la princesa Leonor estaba todavía en Gales.

HOLA 4065 Ingrid Alexandra de Noruega© Ida Bjørvik/ CASA REAL NORUEGA
Para su primer posado con la tiara ‘Boucheron’, una pieza con un recorrido de ciento veintidós años, Ingrid Alexandra tomó prestado el vestido azul marino que estrenó su madre durante la visita de la Reina Isabel II y el duque de Edimburgo a Noruega, en 2001. Cumplió dieciocho años en enero, pero las celebraciones fueron aplazadas por la pandemia.

Por alguna razón,  doña Letizia se le resiste Noruega . Desde que llegó a palacio, camino ya de los veinte años, ha habido diferentes oportunidades de “estrechar” lazos con los príncipes herederos, aunque, de momento, sin resultado. Es un país muy próximo a su marido, quien tiene en Haakon a un gran amigo, después de haber compartido vivencias de juventud y de amor, pero el hecho es que, a día de hoy, al menos oficialmente, la Reina nunca ha pisado Oslo.

La princesa fue la estrella de una excepcional noche de gala en el palacio real de Oslo, en la que se echó de menos a la Reina de España y a la princesa Leonor
HO4065 Ingrid Alexandra de Noruega© CordonPress
HOLA 4065 Ingrid Alexandra de Noruega© Ida Bjørvik/ CASA REAL NORUEGA
Arriba, el posado de familia. Los Reyes de Noruega, rodeados de Reyes y príncipes de toda Europa: Felipe VI, Federico y Mary de Dinamarca; Victoria y Daniel de Suecia con sus hijos, Estelle y Oscar; Guillermo y Máxima de Holanda con la princesa Amalia; Matilde y Elisabeth de los belgas; Guillermo y Stéphanie de Luxemburgo con el príncipe Charles; Pablo y Marie-Chantal de Grecia con tres de sus hijos; Kyril de Bulgaria con su pareja, Katharine Butler, y Mafalda, Olimpia y Rosario Nadal

Sin pasar por alto su agenda ni el regreso a Madrid de la princesa Leonor, podría decirse que no es una apasionada de estas cumbres reales y, seguramente, tampoco le apetecería encontrarse con su “prima”  Marie-Chantal de Grecia, su mayor “enemiga pública”, después de salir en defensa de su tía la Reina Sofía. Doña Letizia es una monarca independiente y, quizá, no le dé una importancia enorme al hecho de acercarse a sus pares reales en el siglo XXI, aunque el tiempo corre y sus hijas tendrán que encontrar su hueco entre las nuevas generaciones de príncipes.

En esta foto histórica de cuatro futuras Reinas juntas por primera vez, Ingrid, Amalia, Elisabeth y Estelle, y el príncipe Charles, llamado a ser un gran duque, falta otra heredera al Trono, la princesa Leonor
HO4065 Ingrid Alexandra de Noruega© CordonPress
HO4065 Ingrid Alexandra de Noruega© CordonPress
Arriba, Ingrid junto al príncipe Charles de Luxemburgo, de dos años, y Estelle de Suecia, de diez, como una princesa Disney con su vestido azul. Detrás, la princesa de Orange (dieciocho años), con un diseño rosa con capa de Natan, la Gran Cruz de la Orden del León y la tiara con la que se casó la Reina Máxima. Al lado, la duquesa de Brabante (veinte), con un diseño en organza de Armani Privé, su nueva tiara de diamantes y el Gran Cordón de la Orden de Leopoldo. Sobre estas líneas, los Reyes Harald y Sonia flanqueando a su nieta. Detrás, Marit Tjessem, los príncipes Mette-Marit y Haakon, el príncipe Sverre Magnus y Marius Borg

Se la echó de menos

En cualquier caso, se la echó de menos en esta primera cumbre festiva de la realeza, a la que sí acudieron los Reyes Guillermo y Máxima con la princesa heredera, Amalia; Matilde de los belgas y la duquesa de Brabante; los príncipes Victoria y Daniel de Suecia con sus hijos, Estelle y Oscar, los invitados más jóvenes junto con el pequeño Charles de Luxemburgo, que cumplió dos años en mayo y viajó con sus padres, los grandes duques herederos. Desde Dinamarca llegaron también el príncipe Federico y Mary y, además, con un importante regalo: la Orden del Elefante danesa, la más distinguida y antigua, con raíces que se remontan al siglo XV.

Ingrid estrenó la tiara de diamantes y perlas de su tatarabuela, Amalia cumplió su sueño coronándose con ‘las estrellas’ de Máxima y Elisabeth sorprendió con su diadema ‘lady’ del siglo XIX
HOLA 4065 Ingrid Alexandra de Noruega© FOTO: Estela de Castro/© CASA DE S. M. EL REY

A las siete casas reinantes también se unieron dos antiguas familias reales. Pablo y Marie-Chantal de Grecia, que viajaron a Oslo con sus tres hijos mayores, y  Kyril de Bulgaria , que acudió con su pareja, Katharina Jibba Butler; sus hijos, Mafalda, Olimpia y Tassilo, y su exmujer, Rosario Nadal.

Haciendo historia

El cumpleaños trajo de la mano, además, el debut de tres futuras Reinas de la misma generación. Junto a la “estrella” de Noruega había otras dos protagonistas, Elisabeth y Amalia. Las herederas al Trono belga y al de los Países Bajos no fueron tan afortunadas con las celebraciones de su mayoría de edad —coincidieron con la pandemia— y para ellas también fue la oportunidad de ponerse de largo y brillar entre la realeza de Europa.

La princesa noruega recuperó para su gran día dos vestidos de su madre con historia y también recibió como regalo un brazalete a juego con la tiara de la princesa Ingeborg de Suecia y un anillo de su abuela, la Reina Sonia
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Sobre estas líneas, la princesa Elisabeth con la Reina Matilde, también de Armani Privé, como su hija, y con la tiara ‘Wolfers’.

Las tres se fotografiaron en la sala de los Pájaros con sus vestidos de fiesta y sus tiaras, señalando su destino y compartiendo también el momento con otros dos príncipes que algún día ocuparán un trono: Estelle de Suecia (diez años) y Carlos de Luxemburgo (dos). Cuatro futuras Reinas y un príncipe llamado a ser gran duque, juntos por primera vez en una imagen para la historia, aunque incompleta, ya que faltaban Christian de Dinamarca, que estaba de exámenes, y la princesa Leonor. Hubiera sido una gran oportunidad para presentar en un escenario europeo a la princesa de Asturias y a su hermana, la infanta Sofía, pero no fue posible y todavía habrá que esperar un tiempo para verlas de largo y debutando con sus tiaras.

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Arriba, a la izquierda, Mette-Marit, con el vestido de Peter Dundas que estrenó en la boda de la princesa Victoria (2010), del brazo de su hijo Marius. Al lado, el Rey Guillermo y Máxima, con un vestido de Jan Taminiau y el aderezo ‘Stuart’. Sobre estas líneas, Marta Luisa, con un vestido de la Reina Sonia, junto a su prometido, Durek Verret. Al lado, los futuros Reyes de Dinamarca —Mary, con el vestido que llevó en la coronación de los Reyes de Holanda y la tiara de medianoche—.

Tras los posados oficiales, todos desfilaron en procesión hacia el comedor de gala. Ingrid del brazo de su abuelo, con la tiara de su tatarabuela la princesa Ingeborg de Suecia, con sus círculos cuajados de diamantes y botones de perlas. Debió ser especial para el Rey Harald ver a su nieta con la joya que su abuelo el príncipe Carlos de Suecia había comprado, en París, hace ciento veintidós años. Una pieza de gran valor sentimental a la que Ingrid unió otros  regalos de cumpleaños : un brazalete de oro blanco y diamantes, que perteneció a su tía abuela la princesa Ragnhild, y el anillo “Navette”, también de oro blanco y diamantes, que sus bisabuelos maternos entregaron a su hija la Reina Sonia, en 1954. Los seguían de cerca Mette-Marit con Marius Borg. Aunque Marta Luisa, radiante de felicidad, robó la escena junto a su prometido, Durek Verret, que entró de lleno en la corte con tres momentos estelares. El que protagonizó, el 16 de junio, en familia, en la biblioteca Deichman Bjørvika, de Oslo, donde el Gobierno noruego celebró una cena especial en honor de la princesa; en el posado junto a Reyes y príncipes, y en su desfile con frac, antes de ocupar la mesa presidencial al lado de Federico de Dinamarca.

Felipe VI, el único que acudió solo a la cena de gala, acompañó a la princesa Amalia en su primer desfile real, fue “el empaño de lágrimas” de Mette-Marit y el confidente de la Reina Máxima
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Sobre estas líneas, Felipe VI y la princesa Amalia

Procesión de tiaras

Como si se hubieran puesto de acuerdo y haciendo, quizá, un guiño a Ingrid, muy comprometida con el medio ambiente, Reinas y princesas rescataron vestidos que habían estrenado en momentos especiales, como coronaciones, bodas reales y otros acontecimientos históricos. Y llamó la atención el “baile” de trajes entre la Familia Real noruega. Ingrid llevó un vestido de Mette-Marit, Marta Luisa pidió prestado otro a la Reina Sonia y su hija Leah recuperó el que su madre había estrenado en la víspera de su boda con Ari Behn, con un mensaje de amor precioso.

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Sobre estas líneas, los futuros grandes duques de Luxemburgo —Stéphanie, con un diseño de Elie Saab—.

En el colorista desfile llamaron la atención los espectaculares diseños, pero también la procesión de   14 tiaras , la mayoría cuajadas de diamantes. De las más valiosas, como la Stuart de Máxima, a la más misteriosa, la Festón con la que sorprendió la duquesa de Brabante. No hay información oficial, pero en el rastreo podríamos haber encontrado la respuesta al misterio de la mano de Russian treasure. La nueva tiara de la   princesa Elisabeth  es idéntica a la que la baronesa Lady Evelyn Vestey llevó cuando fue presentada en la corte británica, en junio de 1925. De padres inmigrantes noruegos, Lady Evelyn fue una empresaria americana y esposa del primer barón de Vestey.

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Los príncipes Victoria, con un diseño de Frida Jonsvens, y Daniel de Suecia

Y detrás de Elisabeth y la Reina Matilde llegó la otra sorpresa: la princesa Amalia del brazo del Rey Felipe VI, con su vestido rosa y cumpliendo un sueño, debutar con la diadema de las estrellas de Máxima, después de ensayar en casa desde niña, porque, como dejó claro el pasado diciembre, cuando cumplió dieciocho años: “¡Sí!, amo las tiaras. Muéstrame una y sabré de dónde viene”. Felipe VI viajó solo, pero no hubo invitado más ocupado: acompañó a la princesa de Orange, se ocupó de Mette-Marit y de sus lágrimas cuando su hija la hizo llorar con su discurso y entretuvo a Máxima, su otra compañera de mesa, que también tuvo que limpiarse las lágrimas varias veces.

Risas y lágrimas

La princesa Ingrid Alexandra fue mimada con discursos que trajeron muchas risas, pero que también requirieron de un pañuelo, empezando por el de la Reina Sonia, que la describió como “una chica realmente dura, que no tiene miedo de saltar en paracaídas o decir lo que piensa. Eso último te vendrá bien, te lo prometo…”. La soberana aconsejó a su nieta que se aferre a quién es y a que se atreva “a pensar de forma nueva y abierta, para hacer las cosas a tu manera”.

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Sobre estas líneas, del brazo de su hermano Constantino Alexios, la princesa Olympia, con un diseño blanco y la diadema ‘Fringe-Miller’.

Palabras a las que se unieron el Rey Harald  en su turno de palabra: “Sé tú misma. Y confía en que es suficiente, siempre”, y también sus padres, Haakon y Mette-Marit, recordándole que tiene la libertad de moldear su papel y su vida para “encontrar tu propio camino”, aunque cometa errores. “Estamos infinitamente orgullosos de ti y enamorados de ti. Apreciamos la alegría que tienes y la vida con la que llenas nuestro hogar. Con amigos, risas y música a todo volumen”. Durante el discurso, la voz de Mette-Marit se quebró varias veces, especialmente, cuando al hablar de las futuras tareas de su hija puso de ejemplo al Rey Harald, mientras lo agarraba del brazo: “Estoy muy agradecida por la confianza que me demuestras, al compartir tanto de lo que está sucediendo en tu vida… Sobre todo, estoy muy agradecida por todo lo que me enseñas sobre tu mundo. Me hace una mejor persona”.

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Arriba, Pablo de Grecia y Marie-Chantal, con un vestido verde y la tiara de diamantes la Reina Sofía de Prusia, que heredó Federica de Grecia, madre de la Reina Sofía.

Y, finalmente, fue Ingrid la que, serena y divertida, se dirigió a todos consiguiendo emocionarlos. Agradeció a sus abuelos “esta preciosa fiesta”; recordó a sus invitados que tenía muchas ganas de verlos y dijo que con su madre puede hablar de todo, señalando “esos momentos en que nos tumbamos juntas en el sofá a ver series como Sexo en Nueva York”. La princesa también tuvo grandes palabras para el príncipe Haakon y para sus hermanos  , de los que se siente “muy orgullosa”. “Queridos Marius y Magnus, sois mi red de seguridad. Sé que siempre puedo acudir a vosotros si me pasa algo. Gracias por darme un abrazo cuando tengo un día un poco más difícil”, dijo secándose una lágrima e interrumpiendo su discurso con varios suspiros (“¡Oh, Dios!”).

En su discurso, la princesa se conmovió hasta las lágrimas mientras agradecía a sus hermanos, Marius y Sverre, su apoyo, protección y sus abrazos en los días más difíciles: “Son mi red de seguridad”

Ingrid también contó que le encanta estar con su abuelo y le agradeció las tardes que pasan juntos en el yate real viendo deportes y películas de vaqueros, y que tenga siempre lista “una buena broma” para levantarle el ánimo. Y, por supuesto, extendió el sentimiento de gratitud hacia su abuela. Finalmente, remarcando su posición de heredera, añadió que todos tienen un lugar y una tarea en la sociedad noruega — “Juntos creamos la Noruega que tanto amamos”— y que está feliz de haber crecido en un país democrático en el que “somos libres de creer en lo que queramos, de decir lo que queramos, de amar a quien queramos”… Esto último pensando, quizá, en la batalla que tuvieron que librar tanto sus abuelos como sus padres para poder casarse y en lo que puede encontrarse en el futuro cuando tome la decisión de contraer matrimonio.

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Sueño de verano

Llovía sobre Oslo, pero en los salones se vivió el “Sueño de una noche de verano”, el lema que se siguió para la decoración de las mesas, con flores del parque del castillo, la granja real de Bygdøy y Skaugum… Y para una cena histórica, en la que de sirvió tartar de zanahoria, espárragos y vieiras, “halibut”, fresas noruegas y una selección de tartas hecha por Ingrid. La princesa ofreció a sus invitados pasteles realizados con recetas familiares de sus abuelas, la Reina y Marit Tjessem, y de la tía Renate, cuñada de Mette-Marit.

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La princesa Ingrid, muy emocionada durante su discurso —y el príncipe Haakon también al borde de las lágrimas—, recuperó el vestido berenjena, creación de Alberta Ferretti, que estrenó su madre, en 2005, durante la visita de Akihito y Michiko de Japón. Llevaba la Gran Cruz de la Real Orden Noruega de San Olav y la Orden de la Familia Real de Harald V, que recibió en su decimoctavo cumpleaños, el pasado 21 de enero. Sobre estas líneas, el momento en el que los futuros Reyes dedicaban unas emotivas palabras a su hija, la estrella de una noche inolvidable e histórica en el palacio real de Oslo

Y si la fiesta empezó con sorpresas, terminó de la misma manera. Los príncipes Haakon y Mette-Marit desvelaron el regalo secreto que habían organizado para su hija, la actuación del artista Metteson y todos acabaron cantando la canción de cumpleaños noruega, Hurra for deg. Minutos después, el príncipe heredero abría el baile con Ingrid Alexandra. Y solo era el comienzo. La noche terminó con todos bailando una polonesa.