Aprovechando su vuelta a España por unos días, don Juan Carlos se ha desplazado este sábado desde la localidad gallega de Sanxenxo hasta la ciudad de Pontevedra para una cita muy especial, la que suponía reencontrarse con su nieto Pablo Urdangarin. El padre de Felipe VI ampliaba su agenda para ver en acción al jugador de balonmano, en la que ha sido la temporada de consagración del joven de 21 años al más alto nivel de este deporte. Tras recorrer una distancia de unos 30 kilómetros en coche por carretera junto a su amigo Pedro Campos, el que fuera jefe de Estado llegaba sobre las siete de la tarde al pabellón municipal de la capital de la provincia. Allí se convertía en espectador de excepción del partido que disputaban el conjunto local del Cisne contra el Barça B, filial de los blaugranas del que forma parte el hijo de la infanta Cristina y que lo alterna con el primer equipo. Una vez el encuentro había ya comenzado y con la ayuda de su escolta para bajar los escalones, el Rey ocupaba primero su asiento reservado para la ocasión que se situaba bajo el palco de autoridades.
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Un lugar de la grada donde no estamos acostumbrados a ver al que fuera monarca, ya que suele estar destinado para los aficionados y el público en general. Sin embargo, dado sus problemas de movilidad, Juan Carlos I ha estado atento al choque desde ese sitio que resultaba para él más accesible. Le acompañaba también Pedro de Borbón Dos Sicilias, perteneciente a una familia a la que el padre del rey Felipe ha estado siempre muy unida. Con cazadora azul, camisa de rayas y pantalón vaquero, el exjefe de Estado no quitaba el ojo a su nieto mientras este demostraba sus virtudes sobre la cancha, y tras el pitido final se producía la escena más entrañable entre ellos. Pablo Urdangarin se acercaba vestido de corto hasta donde se encontraba su abuelo y ambos se fundían en un cariñoso abrazo, además de charlar animadamente. El rostro del Rey reflejaba claramente la emoción y el orgullo que ha sentido en ese momento tan entrañable, donde el hijo de Iñaki de Urdangarin le trasladaba el afecto que le tiene.
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Un tierno instante que provocaba en el recinto la ovación de los asistentes, quienes ya habían dedicado a don Juan Carlos un aplauso al principio cuando su presencia era anunciada por megafonía. Además, no faltaban las fotos que un grupo de adolescentes quiso hacerse con el invitado, que ha posado con ellos muy sonriente. Lo de menos para abuelo y nieto parecía ser el resultado del partido, ya que el Barça B perdía por 36 goles a 29 contra un club como el Cisne que se estaba jugando el ascenso de la división de plata del balonmano a la Liga Asobal. Por azar del destino y del calendario de la competición, don Juan Carlos tenía la oportunidad de ver in situ a Pablo Urdangarin en esta jornada donde los culés viajaban hasta Galicia. El reencuentro entre ambos se producía un mes y seis días después de la última vez que se vieron, el pasado 15 de abril en Semana Santa con motivo de la visita que el padre del rey Felipe recibía en Abu Dabi de sus hijas, las infantas Elena y Cristina, acompañadas por sus respectivos hijos.
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Mientras, hoy por la mañana tenía lugar una nueva jornada marina para don Juan Carlos, después de su reaparición del viernes en el Real Club Náutico de Sanxenxo donde fue recibido con una calurosa bienvenida por parte de la tripulación de su barco. La expectación por verlo seguía siendo máxima este sábado en la localidad pontevedresa, y la gente se agolpaba en las inmediaciones del puerto para no perder detalle. El protagonista salía de casa de su amigo Pedro Campos en torno a las 11:00 horas y saludaba a la prensa amablemente: "Muchas gracias por todo lo que hacéis", les ha dicho a los reporteros desde el vehículo que lo llevaba antes de contar que se sentía "muy bien". Llegado a su destino, ha vuelto a capitanear el Bribón 500 por la ría aunque la competición tenía que ser finalmente suspendida, primero por falta de viento y después por rachas de aire inestables.
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