Los reyes Felipe y Letizia van a realizar la próxima semana un viaje histórico que les conecta con Alfonso XIII, que reinó en España desde que tenía 16 años, el 17 de mayo de 1902, hasta la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931. El jueves 12 de mayo, Felipe VI y su esposa viajarán a la localidad cacereña de Pinofranqueado, la localidad más poblada de Las Hurdes, con motivo del centenario de la visita que el bisabuelo del monarca realizó a esta comarca y que marcó un antes y un después en la mejora de vida de los habitantes de la zona, la erradicación de la pobreza y el control de las enfermedades. Antes que don Felipe y doña Letizia, los reyes Juan Carlos y Sofía hicieron una ruta de dos días por este mismo lugar en abril de 1998.
Tras los informes que realizó el doctor Gregorio Marañón, Alfonso XIII decidió emprender un viaje el 20 de junio de 1922 a esta zona geográficamente aislada y apartada del resto del país preocupado por la escasez de infraestructuras, de servicios médicos, por los problemas sanitarios que azotaban a la población, como el bocio, el paludismo, el tifus, la viruela o la desnutrición que provocaron unas altas tasas de mortalidad en una de las zonas rurales más abandonadas de la época.
- El día que Alfonso XIII, abuelo del rey Juan Carlos, perdió toda su fortuna
Durante cuatro días, el abuelo de don Juan Carlos recorrió a caballo unos 150 kilómetros por unos caminos de difícil acceso, pero que le sirvieron para ver de primera mano las condiciones de vida de los hurdanos. El séquito recorrió pueblos, habló con vecinos, conoció sus viviendas y la dura realidad a la que se enfrentaban. Según señala ABC el soberano dijo tras ver una de esas casas en la que dormían juntos animales y seres humanos: “Es horroroso. Ya no puedo ver más”.
La travesía que se desarrolló hace un siglo puso el foco en esta comarca y supuso su despegue. Tas el primer viaje real se creó el Real Patronato de Las Hurdes, presidido por el propio Alfonso XIII, y en el que participaron todos los ministerios para “remediar las singulares necesidades de la comarca”. Esta parte de Extremadura vio construir sus primeras carreteras, puentes, pero también fue testigo de un ambicioso plan para alfabetizar a la población, erradicar las hambrunas y atajar las enfermedades, en definitiva, todo un impulso transformador.
Hoy en día, Las Hurdes, que ocupan una extensión montañosa de unos 500 kilómetros cuadrados, atrae a turistas y visitantes que buscan una naturaleza imponente llena de pozas, cascadas y meandros, destacando sobre todo ellos el de Melero, que ofrece un paisaje de los más evocadores de la Península Ibérica. También destacan las poblaciones con casas hechas de pizarra.