La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin han tomado la decisión de divorciarse. Después de interrumpir su relación matrimonial, que no tiene validez jurídica, y de sus últimos encuentros en Barcelona y Ginebra, el siguiente paso ya está marcado.
La pasada semana, cuando muchas informaciones apuntaban a que ya habrían firmado dando término a la unión conyugal, fuentes cercanas a la infanta Cristina apuntaban a ¡HOLA! que en ningún caso era así, aunque sí podrían estar preparándolo, y, ahora tenemos la confirmación. La disolución de su matrimonio no será inminente, pero, y aunque todavía no se han iniciado los trámites, ya hay papeles encima de la mesa.
Divorcio internacional
Teniendo en cuenta que la hermana del Rey reside en Ginebra desde hace ocho años y el exdeportista vive en España, la demanda podría presentarse en Suiza, a fin de garantizar también la privacidad y la discreción que siempre han perseguido.
De ser así, sería un divorcio internacional, con pleno reconocimiento legal en España, una vez se inscriba en el Registro Civil, aportando la documentación expedida por las autoridades suizas. Un trámite que se ha agilizado gracias a la reforma de la Ley del Registro Civil de 2011.
Las capitulaciones
En las próximas semanas tendrán que salvar algunos escollos, aunque hay una gran parte adelantada, la que firmaron en las capitulaciones matrimoniales antes de la boda, que se celebró el 4 de octubre de 1997. Un documento de índole privada que quedó consignado en el Registro de la Familia Real.
Los pactos en previsión de ruptura regulan las condiciones y consecuencias jurídicas en el caso de que su vínculo matrimonial termine disolviéndose. Ordenan el régimen económico – se casaron con separación de bienes-, pero también incluirían otras disposiciones. Entre ellas, así fue en el caso de los ahora reyes de España, la donación propter nuptias -regalos de familia-; pensiones, un posible acuerdo de confidencialidad, así como otro tipo de consideraciones personales.
Los hijos
En estos momentos, la tutora es la infanta Cristina y, al igual que ha hecho hasta ahora, seguirá asumiendo los gastos relacionados con sus hijos : Juan, de veintidós años; Pablo, de veintiuno; Miguel, que celebrará los veinte a finales de mes; e Irene, que cumplirá 17 el próximo 5 de junio. Es de los tres, la única menor de edad y, por lo tanto, el acuerdo deberá determinar expresamente su custodia.
El convenio regulador deberá establecer cómo se distribuyen los gastos para su manutención -Pablo sería el único que genera ingresos como jugador de balonmano-, aunque dadas las actuales circunstancias de Iñaki, las aportaciones distarían mucho de poder ser igualitarias. La Infanta Cristina tiene un cargo de alta dirección en la Fundación La Caixa y en la Fundación Aga Khan, mientras que Iñaki (al cierre de esta edición) no tiene solucionado un futuro laboral que le permita afrontar un nivel de gastos elevado.
Un desequilibrio que, de acuerdo con el artículo 97 del Código Civil, permitiría a Iñaki solicitar una pensión compensatoria, aunque según los expertos consultados difícilmente un juez se la otorgaría, ya que la pérdida de ingresos no vino determinada por haberse separado de la infanta Cristina.
Lo arreglarán entre ellos y con la buena disposición de la hermana del rey quien, a pesar del escándalo -en su círculo dicen que no sabe lo que es la venganza-, no quiere perjudicar a su marido. No lo hizo cuando se publicaron las imágenes y su marido estaba esperando la libertad condicional; y no lo hará ahora porque es el padre de sus hijos. Lo más importante de su vida con mucha distancia.
Sólo hay una verdad
La infanta doña Cristina, que no contaba con tanto, se siente mucho mejor y ha empezado a rehacer su mundo, después de que éste se derrumbara de una manera abrupta.
En estos dos meses y medio se ha especulado con todo, pero sólo hay una verdad: la hermana del rey se encontró con un escenario que no esperaba ni por lo más remoto.
Habían superado los años más difíciles, tenían muchos planes y estaban a punto de retomar su vida en común, cuando las imágenes de su marido de la mano de otra mujer, la arrollaron como un tsunami.
La infanta no podía entender que la hubiera traicionado de esa manera. No habían hablado de separarse -todas las fuentes consultadas por ¡HOLA! lo confirman-; y, por supuesto, Iñaki no le había contado nada de su relación con Ainhoa Armentia. Ni en verano cuando se los fotografió como una familia feliz en las playas de Bidart; ni en otoño, cuando hicieron planes tanto en Barcelona como en Ginebra; ni en Navidad cuando toda la familia se fue a esquiar a Baqueira, antes de viajar a Vitoria para despedir el año.
Por eso, cuando regresó a Ginebra, después de las vacaciones, a ojos de doña Cristina todo seguía siendo normal. Más que eso, después de una pesadilla de diez años, había mucha ilusión de poder empezar de nuevo, de volver a compartir.
Ainhoa y la familia Urdangarin
A ojos del mundo formaban un matrimonio indestructible, y la hermana del Rey también lo creía así, pero llegaron las imágenes -los pillaron a 150 kilómetros de Vitoria- y eso lo cambio todo para todos. Ya no era un email confirmando que le fue infiel - la infanta le perdonó de corazón-, eran las fotografías ‘mostrando’ una nueva infidelidad. A la traición personal, la más dolorosa, se sumaba la pública. Y, además, con mucha información.
Horas antes de que el reportaje saliera publicado en Lecturas (martes 18 de enero), la infanta ya sabía que no había sido un desliz ni una relación fugaz. Su marido se había enamorado de una compañera de trabajo, pero también de una muy buena amiga de uno de sus cuñados por lo que Ainhoa, de alguna forma, no era una extraña en el círculo familiar de los Urdangarin.
El exdeportista había mantenido dos relaciones a la vez, incluso en algunos momentos en la misma ciudad, pero el camino no estaba tan claro. Y de no haber sido fotografiado, la pregunta es: ¿qué hubiera hecho el exdeportista con la libertad condicional en la mano? De hecho, y según fuentes cercanas a Urdangarin hubo un momento en el que, en plena tormenta mediática, dio un giro: haría todo lo posible por recuperar a su mujer y esperaría el tiempo que hiciera falta, pero finalmente abandonó el modo ‘reconquista’ y solo necesitó un mes para poner encima de la mesa su relación con Ainhoa.
Entonces, las dudas dieron paso a las certezas… El beso detrás del cristal, las clases de yoga, las visitas de Ainhoa a la casa familiar en Vitoria y las constantes escapadas de fin de semana nos contaron otra historia.