Doña Letizia tiene a su disposición un impresionante joyero que incluye el lote de pasar de las reinas de España, innumerables piezas que han pertenecido a la Familia Real y las joyas que ha ido recibiendo desde su llegada a palacio… Regalos de amigos, de la reina doña Sofía y muy especialmente de su marido, su tesoro más personal y querido.
Felipe VI le ha regalado pendientes, broches, entre ellos el “dragón” de Van Cleef & Arpels; pulseras, una tiara de diamantes y perlas, realizada por Ansorena, y hasta donde sabemos cuatro anillos, siendo el más significativo el que firma la diseñadora británica afincada en Madrid, Karen Hallam.
La sortija talismán de la Reina recibe el nombre de Signature ring y se trata de una pieza artesanal realizada en plata chapada en oro de 24 quilates. Es la joya real menos valiosa -cuesta alrededor de 114 euros- pero, sin duda, una de las piezas de las que más se ha hablado en la historia -son millones de referencias- desde que lo estrenó en abril de 2019. Por alguna razón, la reina nunca se lo quita. Del primer día del año al último, y ya son treinta y dos meses seguidos, acompañándola en todas las ocasiones… De las salidas más privadas a las cenas de Estado con vestidos de gala y tiara.
Para la diseñadora, que ha vendido miles, es una pieza escultural, para la reina, el símbolo de algo muy importante. La demostración de cuánto valora las joyas con valor sentimental, aunque algunas de ellas, al menos de momento, se han quedado en el camino…
La alianza de la eternidad
La primera, el famoso anillo de pedida desaparecido desde 2011. Don Felipe selló su compromiso con doña Letizia con una alianza de oro blanco con diamantes de talla baguette engastados en oro blanco de la colección Grace, de Suárez que se caracteriza por su diseño atemporal y “moderno”, tal y como lo definió Felipe VI.
El anillo se conoce como la Alianza de la Eternidad y se puso de moda a mediados del siglo pasado entre las grandes estrellas de Hollywood, aunque el diseño data de la época del rey Jorge III de Inglaterra y de su esposa Charlotte, conocida como la reina de diamantes.
Es un diseño muy sencillo para usar en el día a día, aunque lleva diez años guardado, al igual que su alianza de casada. El primero, por estar relacionado con Iñaqui Urdangarin -la infanta Cristina estaba enferma y fue el que se encargó a petición del entonces príncipe de Asturias de hacer las gestiones de la compra-; y el segundo porque le hacía daño. Según contó la misma Reina, siempre acababa con heridas, después de mantener la línea de saludos en las recepciones, bien es cierto que, en tiempos de pandemia, cuando los apretones de mano han quedado suspendidos, no la ha recuperado.
El ópalo negro que llevó en el bautizo de la princesa Leonor
Tampoco ha recuperado el ópalo negro talla cabujón (forma oval) que don Felipe le regaló por su cumpleaños, en 2004, cuatro meses después de convertirse en princesa de Asturias.
Como publicó ¡HOLA! en su momento, el ahora Rey podría haberlo adquirido durante el viaje que había hecho a Hungría por esas fechas, pues era en una región húngara, hoy de la ex Checoslovaquia, donde se encontraban los mejores yacimientos.
Montado sobre una sencilla alianza de oro, doña Letizia lo llevó en contadas ocasiones, entre ellas, la más especial, el bautizo de la ahora princesa de Asturias junto con sus pendientes de oro blanco con diamantes y perlas australianas.
Los antiguos griegos asociaban sus poderes y su belleza con la gloria y fueron los que tomando la palabra upala (piedra preciosa) del sánscrito le dieron el nombre de “opalios”. Fue una reina entre las piedras preciosas, con los colores del arco iris, aunque frágil y de escasa durabilidad. De ahí, viene lo que algunos joyeros llaman la “locura, o la mala suerte del ópalo”. Superstición que también se ha circunscrito, en otros tiempos, a la Familia Real española
La historia trágica
De hecho, hay uno ligado a la dinastía que se conoce como el ópalo maldito. La leyenda, que perdura a día de hoy, comienza en tiempos de Alfonso XII. El rey lo recibió como regalo de una cortesana, antes de su boda (1877), y mandó montarlo en un anillo para su futura esposa, la infanta María de las Mercedes, quien moriría un año después con la joya puesta (27 de junio de 1878).
Tras su fallecimiento, el ópalo fue pasando de mano a mano en la familia y agrandando su trágica historia. Su abuela, María Cristina falleció en agosto de 1878; su hermana, la infanta María Cristina, y su cuñada, la infanta María del Pilar de Borbón, hermana de Alfonso XII, en 1879… Volvió entonces a manos del rey, quien murió en noviembre de 1885, a los 27 años.
Ante tanto infortunio, la reina María Cristina de Habsburgo, embarazada del rey Alfonso XIII, tomó la decisión de ofrecerlo, previamente bendecido, a Nuestra Señora de La Almudena.
El misterioso anillo verde
Finalmente, y concluyendo el recorrido por las cuatro sortijas más sentimentales, llegamos al misterioso anillo verde. Lo estrenó en septiembre de 2017 y fue su joya favorita durante un largo año. Al igual que su inseparable pieza de Karen Hallam, lo llevó primero en el dedo corazón y después en el índice.
Al parecer, fue un regalo de cumpleaños del Rey -había cumplido 45 días antes-, aunque nunca se pudo confirmar este dato ni tampoco su procedencia.
Realizado con piedras en diferentes tonalidades de verde unidas por pavé de diamantes, para la reina fue su tesoro más preciado hasta que quedó desterrado por de Signature ring, la joya artesanal con la que ha vuelto a despedir el año y que no fue un regalo de sus hijas sino de su marido.