Suecia exhibió monarquía ceremonial y la Reina de España, su poderío. Como nunca. Empezó el viaje repitiendo vestido y con mascarilla, sin prometer demasiado con su maleta sueca, pero, y vuelta a la sorpresa, Su Majestad no se había dejado nada en casa.
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A su paso por Estocolmo, vimos a una nueva Reina dispuesta a la reconquista del estilo y vestida para reinar en una visita de Estado fabulosa. La primera en cuarenta y dos años y la número doce desde que comenzara su reinado.
Llegaron al Palacio Real junto a los Reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, en carruajes de época y desfilando entre soldados y banderas
Después de varios aplazamientos, “cumplimos por fin nuestro largo deseo de visitar Suecia”, dijo el Rey a su llegada, respondiendo a la invitación del Rey Carlos Gustavo, descendiente, como Felipe VI, de la Reina Victoria de Inglaterra. Para los Bernadotte también era una cita importante. Desde 2008, ningún jefe de Estado ‘real’ había estado en el país nórdico en viaje de Estado.
Por eso había que celebrarlo y se desplegó un ceremonial impresionante… Pompa y tradición, solemne bienvenida en las caballerizas reales, paseo por el centro de Estocolmo en carruajes de época, himnos nacionales y guardia de honores en el patio de armas del Palacio Real de Estocolmo, la residencia oficial del monarca. El hermoso y enorme palacio —cuenta con más de seiscientas habitaciones, en once pisos—, en el que se les unieron los otros miembros de la Familia Real para recibirlos también con todo el cariño: la princesa Victoria, con su marido; el príncipe Daniel, y el príncipe Carlos Felipe, con la princesa Sofía.
Mercado Navideño
Un primer encuentro y una primera foto en familia y sin mascarillas —en Suecia, no es obligatoria si hay distancia de seguridad— antes del almuerzo y de prepararse para acudir al Museo Nobel. Un trayecto que salvaron a pie, paseando por el centro, con mercado navideño y un ambiente festivo que conquistó a los Reyes: el aroma a chocolate caliente y las luces ‘anunciando’ que la vuelta a casa de la princesa Leonor, ya está más cerca.
Doña Letizia salió triunfal frente a las damas Bernadotte, siempre dispuestas a ponerse sus mejores galas y joyas
En el Museo Nobel vieron los cuatro la exposición Sinapsis. Arte y ciencia de España. De Ramón y Cajal a nuestros días. Una muestra que toma como punto de partida los dibujos de neuronas del Premio Nobel de Medicina, incorporando la perspectiva de artistas como García Lorca o Dalí.
Y después separaron agendas. Don Felipe fue al encuentro del Presidente del Parlamento y el primer ministro saliente de Suecia, Stefan Lofven. Y doña Letizia, acompañada por la Reina y la princesa Victoria, asistía a un seminario en el instituto Karolinska, el mayor centro académico de investigación médica de Suecia.
Felipe VI y doña Letizia ofrecieron una recepción en homenaje a los Reyes de Suecia, que se volcaron con ellos, al igual que su familia, y los despidieron a pie de avión con besos y abrazos
Cerrando un día imparable de agenda (24 de noviembre), los Reyes de Suecia ofrecían a los de España una fastuosa cena de gala en el salón Mar Blanco del Palacio Real. Una cita para cien invitados en la que doña Letizia rindió homenaje al diseño sueco y a la princesa Victoria con un vestido de tul azul marino de H&M Conscious Exclusive confeccionado con poliéster reciclado.
Impactante apuesta
La futura Reina había elegido este mismo modelo —solo se diferencian en las mangas— para señalar el décimo aniversario de su boda. Doña Letizia no lo pasó por alto y su gesto fue muy aplaudido. Si por la mañana sorprendió con su impactante apuesta —tocado turbante, de Cherubina, en color coral, a juego con su vestido y una capa de Carolina Herrera—, por la noche volvió a alzarse con la Corona… Y no era fácil, porque las damas Bernadotte siempre están dispuestas al ‘duelo’ con sus mejores galas y joyas. Pero también en este punto salió triunfal con el aderezo de pasar de las Reinas de España: la tiara Flor de Lis, los pendientes de chatones, las pulseras gemelas de la Reina Victoria Eugenia y su broche de lis.
La Reina rindió homenaje a la princesa Victoria con un vestido de cuento y tul realizado con poliéster reciclado, y llevó por primera vez la prestigiosa Orden de los Serafines con su broche de lis
Era una combinación difícil —la tiara más valiosa, con un vestido de H&M—, pero la Reina ganó la partida en una majestuosa noche para la que los soberanos suecos desplegaron un menú exquisito y un espectacular utillaje. Vajillas del siglo XIX, la cristalería de su boda (1976), los candelabros y centros de mesa de plata y la mantelería de la Unión, tejida en Francia, en 1890. Todo para estrechar los lazos y las relaciones bilaterales entre los dos países y “encontrar soluciones efectivas y duraderas a los desafíos globales”, especialmente “en el campo de la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático”, como dijo Felipe VI en su discurso. Una intervención en la que también habló del orgullo que supone saber que “el español es la lengua extranjera opcional más estudiada en su sistema educativo” y de España como el destino turístico por excelencia de los suecos.
Último día
En el último día de su visita, dando un ‘empujón’ a la inversión de empresas españolas en Suecia, Felipe VI acudió con el Rey Carlos Gustavo a inauguración del Seminario Empresarial Suecia-España. Un encuentro que se celebró en el mismo Grand Hotel de Estocolmo, donde se quedaron durante su estancia, y que puso el foco en la innovación —Suecia lleva diez años siendo un país líder— y la sostenibilidad. Y juntos visitaron también el Real Instituto de Tecnología KTH, una de las principales universidades técnicas y de ingeniería de Europa, que trabaja en algunos de los mayores desafíos de la humanidad.
Mientras, y con un nuevo vestido rosa de Pedro del Hierro bordado en relieve con flores, doña Letizia visitaba con la Reina Silvia la Biblioteca Bernadotte —con cien mil libros—, donde asistieron a un encuentro sobre lengua y literatura organizado por el Instituto Cervantes y el Instituto Sueco.
Anfitriones
Concluidos los primeros actos de la mañana, los Reyes volvían a unir fuerzas en el Salón Dorado del Ayuntamiento —marco de la cena de los Premios Nobel—, donde la ciudad de Estocolmo les homenajeó con un almuerzo al que también asistió la Familia Real sueca. Allí se les hizo entrega de la llave de oro, antes de que don Felipe y el Rey Carlos Gustavo acudieran a la Real Academia Sueca de la Ingeniería.
Doña Letizia llevó la tiara Flor de Lis, a la que la familia llama ‘la buena’, con cuatrocientos cincuenta diamantes y diez perlas, los pendientes de chatones y las pulseras gemelas de la colección de pasar de la Reina Ena
Los Reyes despidieron la visita de Estado con una recepción a sus anfitriones en el mismo lugar donde abrieron su agenda reuniéndose con la comunidad española: la residencia de la embajada española, conocida como Villa Byströmn. Un edificio que perteneció a la Familia Real sueca y fue adquirida en 1928 por el Estado español coincidiendo con la visita del Rey Alfonso XIII, bisabuelo de don Felipe.
Para este último encuentro, doña Letizia estrenó otro vestido, de Cherubina… Y, también, dejó la anécdota de la jornada. En un descuido, se le cayó el bolso al suelo dejando ver algo de lo que llevaba: un móvil y un pintalabios.