Noche de periodismo y noche de gala para los Reyes, que presidieron un año más otra edición muy especial del Premio Francisco Cerecedo, concedido por la Asociación de Periodistas Europeos. La estadounidense Anne Applebaum, periodista, historiadora, columnista y escritora fue la galardonada “por su labor de investigación y divulgación sobre el autoritarismo y los nuevos fenómenos populistas”, aunque el auténtico protagonismo recayó sobre la Reina.
Como en cada una de sus apariciones, había una enorme expectación por saber cómo vestiría en una de sus citas de otoño preferidas, y doña Letizia dobló la sorpresa. Por un lado, su estilismo años veinte, con un rompedor vestido negro de flecos y escote de rejilla, de Hugo Boss, que tiene desde 2019; por otro, la nueva imagen que ofreció al quitarse la mascarilla en un acto público, después de catorce meses sin hacerlo.
Volvió a vestirse de los años veinte en una cita imprescindible junto a Felipe VI: la entrega del premio de periodismo Francisco Cerecedo
Desde el verano de 2020, han sido muy pocas las ocasiones en las que se ha podido ver el rostro de la Reina —solo en palacio, en momentos de trabajo—, hasta ahora, durante la última cita con el periodismo, donde su nueva imagen sembró dudas y llamó mucho la atención.
Su piel perfecta, nariz perfilada, pómulos resaltados y ni una sola arruga de expresión fueron lo que despertó la curiosidad y la gran pregunta: ¿nuevos retoques o maquillaje? La segunda opción es más que posible. Doña Letizia podría haber recurrido a la técnica del contouring, creando contrastes con polvos de sol satinados, para redefinir las facciones.
El muy comentado nuevo rostro de la Reina generó mucho interés en España, pero su imagen también traspasó fronteras. A ojos del mundo, es una Reina rompedora y diferente.
No solo consigue tirar de fondo de armario y que todo parezca nuevo —Reinas y princesas copian sus trucos de estilo—, sino que ahora también siembra la curiosidad entre si se ha hecho retoques estéticos o su cambio es obra del maquillaje, mientras sigue presumiendo de sus mechones de canas. Las lleva desde 2018, cuando aparecieron los primeros cabellos blancos y, aunque siempre las ha lucido sin complejos, nunca tan destacadas como ahora. Camino de los cincuenta, son su ‘seña de identidad’. No era una moda, era una convicción.
Después de catorce meses sin quitarse la mascarilla en público, llamó la atención por su piel perfecta, nariz perfilada y pómulos resaltados, despertando la curiosidad
La Reina, que se va acercando a los cincuenta años con un físico espectacular, siempre va por delante y todo lo que dice y marca la diferencia. La última vez, en el renovado hotel Ritz, donde presidieron la entrega del Premio Francisco Cerecedo, un clásico del otoño madrileño y cita de colegas.
Un año más, Felipe VI fue el encargado de entregar el galardón antes de tomar la palabra para pedir un periodismo “responsable” que “descarta el ruido y extrae de la avalancha de noticias información depurada, verificada y cierta” frente a “la simplificación, la desinformación, la propaganda y las falsedades”.
El Rey, que también alabó la carrera de la premiada, Anne Applebaum, defendió, además, la necesidad de una “mayor objetividad, así como del análisis exhaustivo y preciso de los hechos”. Unas condiciones con las que Anne Applebaum está firmemente comprometida, citándola como ejemplo y referente por su trabajo. Dicho premio, convocado por la APE, está dotado con veinticuatro mil euros y una medalla del escultor Julio López Hernández.
La técnica del contouring
Las conocedoras del maquillaje se llevaron, sin duda, una sorpresa al ver a la Reina con un look poco habitual en ella: una tez ligeramente bronceada en la que se realizó un sutil y favorecedor contouring , técnica que resalta los volúmenes faciales aplicando iluminador en los puntos más altos (pómulos, puente de la nariz) y polvos un tono más oscuro que la piel por debajo, creando un trampantojo visual. ¿Una de las argucias más favorecedoras del contouring? Afinar rasgos como la nariz, dibujando dos líneas más oscuras a cada lado del puente y aplicando un toque de iluminador sobre él y en la punta, lo que además la hace visualmente más respingona, o elevar visualmente los pómulos aplicando iluminador en lo alto del hueso malar y el color más oscuro justo en las sienes y bajo el hueso.
Delineado de colores
La mirada se hace aún más expresiva con un sutil juego de delineado y colores entremezclados. Para realzar el color del iris, se delineó el párpado interior, la llamada ‘línea de agua’ con kôhl negro, un truco muy favorecedor, especialmente cuando se combina con un delineado en el párpado inferior algo más ancho de lo habitual. Para delinear bajo las pestañas inferiores se mezclaron un castaño cobrizo con reflejos berenjena, ligeramente violáceos, que resaltan el verde de la mirada. A la vez, un ligero y casi imperceptible trazo de lápiz dorado en el lagrimal aporta un toque de luz muy favorecedor.