Los Reyes, la princesa Leonor y la infanta Sofía eligieron su escenario preferido para la primera salida del verano. Mallorca es mar, pero también sierra, y a la Familia Real le encanta pisar tierra con las montañas en el horizonte. Naturaleza, arte y espiritualidad.
De la catedral de Santiago, donde las hijas de Felipe VI dieron sus primeros pasos como peregrinas, al monasterio de Lluc, uno de los rincones más sagrados de la isla, para protagonizar las imágenes más esperadas de las vacaciones.
Los soberanos siempre enmarcan su verano en la sierra de Tramontana y, este agosto, sin posado en Marivent, han llegado hasta su mismo corazón para señalar el décimo aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad.
Llamaron la atención las piernas ‘infinitas’ de la infanta Sofía, que, a sus catorce años, su pera a su madre en centímetros y apunta a que va a ser la heredera en altura del Rey
La visita comenzó a las siete y media de la tarde, en el Centro de Interpretación Ca s’Amitger, donde fueron recibidos por las principales autoridades de Baleares. “Se me habían olvidado las curvas”, comentó el Rey, riéndose bajo su mascarilla, nada más llegar a las puertas del edificio (siglo XVI), enmarcado entre una higuera centenaria y las espectaculares montañas.
Para esta cita, la Reina estrenó un modelo de corte cruzado, de Adolfo Domínguez, y Leonor un vestido de & Other Stories, con falda pareo y estampado de hojas, a juego con sus pendientes. De las tres, la infanta Sofía fue la única que repitió, recuperando un mono blanco de Zara que dejó a la vista sus piernas ‘infinitas’.
‘¡Qué guapas estáis!’
Veinte minutos después, y tras ver los murales y la exposición que recrea el valor medioambiental y cultural de la zona, los cuatro ponían rumbo a la plaza de los Peregrinos, donde los vecinos los esperaban con aplausos, ¡vivas! al Rey y, también, halagos para la princesa y la infanta: “¡Qué guapas estáis!”.
Tras fotografiarse ante las esculturas del artista Joan Bennàssar, que ponen en valor el Camí de Lluc, y ser recibidos por el obispo de Mallorca, monseñor Taltavull, y por el prior de Lluc, Mariá Gastal ver, la Familia Real accedió al santuario del siglo XIII. El centro espiritual de Mallorca, donde se venera a su patrona, conocida popularmente como la Moreneta. Allí los esperaban los 38 niños integrantes de la Escolania de Lluc (los Blauets), una de las más antiguas de Eu ropa, para cantarles la Salve, de J.A. Piqué, y el Pater Noster, de X. Sarasola.
‘Precioso, increíble’
Finalizando la visita a la basílica y antes de ponerse en camino hacia el siguiente escenario, la Reina y sus hijas recibieron como regalos las cintas de colores con las medidas de la Virgen, que el Rey también llevaba en su mochila cuando era pequeño.
Como miles de peregrinos, la Familia Real subió el Camino de los Misterios —ascenso de la ruta del monte del Rosario— para acceder al mirador de la Vall d’Abarca, donde disfrutaron de las impresionantes vistas. “Precioso, increíble”. “Menos calor que otros años, ¿eh?”, dijo el Rey a su llegada a la cima, seguido de doña Letizia y sus hijas, para las que en algunos momentos hizo de guía, recordando su campamento en el municipio (1979), cuando tenía diez años.
Así se lo contó también al alcalde Antoni Solivellas mientras, con su heredera al lado —camina pegada al Rey para no perderse nada—, rememoraba sus vivencias, asegurando que se acordaba de todo, incluyendo la piscina, aunque pensaba que era más grande. La visita terminó en el Ayuntamiento de Escorca y con la anécdota de Sergio, un niño que consiguió llamar la atención del Rey: “Pero Felipe, ¿dónde está tu corona?”.
De la sierra al mar
Y de la sierra al mar. La Reina y sus hijas tenían una cita pendiente desde 2019 y, dos días después de su paseo por las cumbres, se presentaron por sorpresa en el Real Club Náutico de Palma. Querían desearle suerte al Rey antes de embarcar y, también, homenajear juntos a Joan Cardona , recién llegado a Mallorca de los Juegos Olímpicos de Tokio. Con veintitrés años, el regatista menorquín ha conseguido, en la categoría de Finn de vela, un bronce “que sabe a oro”. El mejor premio en siete décadas para el RCNP, al que está ligado desde los quince años: “En la final sentí vuestro aliento”.
Doña Letizia llevaba un vestido marinero, gafas de sol y su nuevo calzado favorito: unas esparteñas Torres —atribuidas inicialmente a otra firma—, con cordel de pita y cosidas hilo a hilo La princesa, un minivestido de flores, de Zara, y la infanta Sofía, un mono verde agua.
La Reina Sofía presumió de nietas, en su aparición más esperada, y la princesa y la infanta, muy estilosas y cada vez más protagonistas, llamaron la atención con sus trenzas de raíz estilo ‘Hollywood’
Los cuatro, recibiendo entusiasmados a Cardona con choque de puños y haciendo un corrillo con su familia: sus padres, Xisco y Beatriz, y su hermana. “El encuentro ha sido increíble, contaba después a ¡HOLA! Estaban muy contentos”. Respondiendo a la pregunta de qué le habían dicho de la medalla —doña Letizia se desprendió hasta del bolso para poder cogerla—, nos contó también que “se la he dejado a la Reina y a sus hijas para que la tocasen y se han quedado asombradas del peso. Yo les dije que pesa tanto como cuesta ganarla… Me han dado la enhorabuena. Yo sé que estaban muy felices por mí y orgullosas”.
Un rey sin copa
Tras el homenaje, que coincidió con el último día de la 39 Copa del Rey Mapfre de vela, la Reina y sus hijas acompañaron a don Felipe hasta el pantalán del náutico, donde volvieron a fotografiarse ante el ‘Aifos’ y su tripulación y la bahía sembrada de mástiles.
Antes de embarcar, el Rey despidió a su familia con besos, aunque a la princesa Leonor le supo a poco y le dio otro, aprovechando para decirle al oído: “Buena suerte, papá”. Pero ni con los besos de la suerte pudo el Rey alzarse con el triunfo, después de llevar el timón en cinco de las seis jornadas. El soberano peleó por la victoria junto a la tripulación hasta el último momento, pero un año más —y van treinta y siete— no fue posible. El ‘Aifos’ quedó cuarto dentro de la clase BMW ORC 1 y fue Fernando León —en otros tiempos, su compañero de regatas— quien se alzó con la ‘corona’, al frente del ‘Hydra’.
LA OTRA IMAGEN
Horas después, y tras presidir el Rey la entrega de los galardones a los vencedores —el barco ‘Teatro Soho Caixabank’ del armador Javier Banderas se proclamó campeón absoluto de la Copa—, Felipe VI y su familia protagonizaban la otra imagen más buscada del verano. Después de casi tres semanas sin salir de Marivent, doña Sofía reaparecía en Mallorca, tras haber disfrutado de tres de sus nietos y a la espera de recibir la visita de la infanta Elena. Los cinco, junto a la princesa Irene, Tatiana Radziwill y Jean-Henri Fruchaud, en el primer plan familiar público en dos años. Una escapada sorpresa que los llevó hasta la terraza del restaurante Ola de mar, de Portitxol, donde disfrutaron de una cena mediterránea.
La Reina y sus hijas acompañaron a Felipe VI hasta el ‘Aifos’, en el último día de regatas, y lo despidieron con besos y abrazos, deseándole “buena suerte, papá” antes de que zarpara
Para este último plan, doña Letizia eligió un vestido negro transparente; la princesa, un nuevo vestido de flores, confirmando su estampado favorito de verano, y la infanta, otro mono, el tercero de las vacaciones. Dos estilos muy diferentes que unificaron con su peinado de estrellas: las trenzas de boxeadora que pusieron de moda las Kardashian.
El nuevo y esperado retrato de familia quedó marcado por los gestos de cariño de Leonor y Sofía con doña Sofía. Especialmente los de la princesa de Asturias, que salió del restaurante de la mano de su abuela y no la soltó hasta que llegó al coche. Para la madre del Rey, que no pudo presumir más de nietas, no son tiempos fáciles. A la situación familiar se han sumado, este agosto, los incendios en Grecia, que amenazaron el palacio de Tatoi, llegando las llamas hasta el cementerio real, donde están las tumbas de sus padres, los Reyes Pablo y Federica.
Esta semana, los Reyes y sus hijas empezarán sus vacaciones privadas en el que será un verano muy diferente. Agosto marcará para ellos un antes y un después como familia. La cuenta atrás para la ‘separación’ ha comenzado y los cuatro apuran al máximo los últimos días juntos. El 30 de este mes, la princesa comenzará una nueva vida en un internado de Gales. Para Leonor ha llegado el momento de volar sola. Se van a echar muchísimo de menos.