En cierta manera la princesa Leonor y la infanta Sofía han recordado este domingo en Santiago de Compostela a las dos niñas curiosas que solían ir vestidas casi iguales. Hacía tiempo que no iban con looks tan similares, aunque algo ha cambiado desde entonces. Ya no son niñas, son adolescentes e incluso vestidas con el mismo estilo, la personalidad propia de cada una se abre paso haciendo a cada una única y diferente. Sus padres parecen ser muy conscientes de que sus hijas se hacen adultas e igual que su peso institucional va en aumento, en especial el de la princesa de Asturias, los Reyes también saben cederles protagonismo cuando corresponde, como ha sucedido en la Ofrenda al Apóstol de Santiago, a la que su hijas acudían por primera vez.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
El look de Leonor en un acto sin precedentes
Aunque las mascarillas con las que se protegían impedían escudriñar cada uno de sus gestos, en tiempos de pandemia hemos aprendido a leer miradas como nunca, y sus ojos no engañaban. Estaban pletóricas por estar por primera vez en este importante acto tan significativo sobre todo para los gallegos y no dejaban de dedicar sonrisas, tanto a las autoridades, como la gente que, desde los accesos a la plaza, gritaban sus nombres y vitoreaban a la familia real. Leonor y Sofía se daban la vuelta para saludar, sonreían y caminaban con maestría sobre los adoquines de la Praza do Obradoiro, pese a lo difícil que lo ponen los tacones como los que lucía la princesa de Asturias. Tal era la naturalidad que mostraban, que incluso protagonizaron una simpática anécdota al no recordar seguir el protocolo a la hora de posar con sus padres, lo que provocó un rápido intercambio de posiciones, puesto que la heredera debe situarse a la derecha del Rey.
Durante la homilía, los focos se centraron en su padre, Felipe VI, encargado de presidir el acto y hacer la ofrenda al Apóstol. Sin embargo, al finalizar la ceremonia en la capilla mayor de la catedral, la familia real se reunió con monseñor Julián Barrio, que les hizo entrega de un obsequio tras conversar un rato con ellos. Durante la charla, hemos podido ver a las hijas de los Reyes hablando muy afablemente con el sacerdote, y demostrando una soltura muy alejada de la timidez propia de edades más tempranas. Aunque su madre, la reina Letizia, no ha dejado de estar pendiente de sus hijas en todo momento, se puede apreciar como también las mira con orgullo a medida que adquieren un mayor dominio de la escena pública.
No es de extrañar que cada vez muestren una mayor profesionalidad, porque este año ha constituido todo un máster para ellas en lo que a vida institucional se refiere. La heredera ha presidido su primer acto en solitario en el Instituto Cervantes y las dos han acudido tambiéna su primer compromiso juntas sin sus padres. Por razones obvias, la que más ve incrementado su peso en los actos públicos es la heredera, que ahora, además, inicia una etapa clave en su vida en la que las hermanas se verán obligadas a separar sus caminos tras toda una vida siendo un apoyo incondicional la una para la otra. Pero para el reto que le espera a la princesa de Asturias merece la pena un esfuerzo ya que a partir del 30 de agosto comenzará a estudiar bachillerato internacional en el internado UWC Atlantic College de Gales, donde compartirá aulas con Alexia de Holanda. Se trata de Un campus gigante y abierto al mar donde todo gira alrededor del Castillo de San Donato, que data del siglo XII y tiene 50 hectáreas de bosques, jardines, tierras de cultivo, valles, paseo marítimo… Y todo lo necesario para combinar estudios, deporte, actividades, naturaleza y tiempo libre.