Los Reyes han retomado una de las tradiciones más vistosas de su papel como representantes de España, las cenas de Estado. Tras quince meses de vacío por la pandemia en los que su agenda se ha visto bastante afectada (aunque han seguido teniendo compromisos marcados por las restricciones) y dos años después de la última vez que se celebró una ocasión como esta, don Felipe y doña Letizia han recibido en el Palacio Real de Madrid al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In (68 años) y su esposa, Kim Jung-sook (de 66). El monarca y su mujer ya conocían a los surcoreanos puesto que en 2019 estuvieron de visita oficial en el país asiático.
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Doña Letizia ha lucido para la ocasión un vestido con estampado floral dorado de inspiración oriental y hombreras con pedrería de Dries Van Noten, un estilismo que ya lució en 2019 en la ceremonia de entrega del XXXVI Premio de Periodismo 'Francisco Cerecedo'. Con pendientes dorados cortos y el pelo recogido en un moño clásico con raya al lado, la Reina ha querido homenajear a los invitados de la velada con un guiño al continente asiático. Kim Jung-sook, por su parte, ha escogido una falda y blusa con transparencias de color blanco, a juego con los zapatos.
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Entre los 60 invitados han estado, por supuesto, los representantes de las diferentes instituciones de nuestro país y también de la embajada de Corea del Sur en España. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez, han dado comienzo al besamanos, que ha estado marcado por el cambio en la mecánica. No ha habido contacto físico y, en cambio, las personalidades han mostrado sus respetos llevándose la mano al corazón, un saludo que se ha convertido en el habitual en este tipo de actos oficiales.
También han estado presentes en el Palacio Real Pilar Llop, presidenta del Senado de España; Meritxell Batet, presidenta del Congreso de los Diputados; la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, luciendo un look en rojo con flecos; o José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital española, entre otras personalidades del mundo de la política y las finanzas.
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Después de dar la bienvenida a los invitados, los Reyes, junto con el presidente Moon Jae-In y su esposa, se han desplazado hasta el Gran Salón, donde han escuchado los himnos de sus respectivos países y los dos dirigentes han pronunciado unas palabras. Don Felipe ha dado un discurso en el que ha destacado la conexión que existe entre España y Corea del Sur. Ha asegurado que tanto a él como a la Reina les produce una "gran satisfacción" corresponder a la hospitalidad que los surcoreanos les brindaron en 2019, cuando celebraban los 70 años de relaciones diplomáticas. "Guardamos de aquella visita de Estado un recuerdo entrañable marcado por el afecto con el que nos acogió el pueblo coreano y sus autoridades", ha añadido. Mientras hablaba daban las 21 horas, por lo que uno de los históricos relojes de la sala se ha puesto a sonar, sin distraer ni causar ninguna aparente molestia en el Rey, que ha continuado su discurso con firmeza. Al final ha brindado por la "salud" y "ventura personal" de sus invitados además de por la continuación de buena sintonía. Los presentes han levantado la copa, se han quitado las mascarillas que llevaban hasta el momento y bebido en honor al encuentro, finalizando la intervención del monarca con un aplauso.
También el mandatario surcoreano ha pronunciado un pequeño discurso en su idioma en el que se ha referido a las culturas de su país y de España, y en el que ha pronunciado varias palabras en castellano, como un "buenas noches" o, al terminar, un "salud, muchas gracias". Con un nuevo aplauso y gestos de agradecimiento entre los Reyes y Moon Jae-In, ha dado comienzo la cena.
La impresionante localización de la cena
Tras el "besamanos" en la Sala del Trono, en el que el saludo ha sido con una mano al corazón, la cena se ha organizado en el Gran Salón del Palacio, dispuesto para bailes y comidas de Estado o de gala. El aforo se ha reducido a la mitad y solo hay 60 de los 120 invitados que podrían entrar en esta impresionante estancia que se transformó a finales del siglo XIX para juntar varias salas más pequeñas. Los asistentes han sido repartidos en mesas redondas de seis, con la excepción de la principal en la que estaban los Reyes, el presidente de Corea del Sur y la primera dama, Pedro Sánchez y su mujer, el embajador surcoreano y la ministra de Asuntos Exteriores. El objetivo era garantizar la distancia de seguridad y crear grupos reducidos para cumplir con las precauciones de la pandemia. Pese a las circunstancias, la estancia estaba decorada de manera cuidadosa pero sobria para la ocasión y en el centro de cada mantel había un centro de rosas de color naranja y roja custodiado por dos altas velas blancas. La etiqueta también se ha visto afectada en esta ocasión en la que se ha preferido que no fuera una cena de gala, ya que los caballeros lucían traje oscuro y las mujeres iban de corto.