La princesa Leonor ha celebrado un momento muy significativo en su vida espiritual y el tiempo primaveral la ha acompañado. La hija de los reyes Felipe y Letizia ha recibido el sacramento de la Confirmación en un día con una excelente temperatura y que tuvo lugar en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de Aravaca, en Madrid, donde estuvo acompañada por sus compañeros de clase, los alumnos de cuarto B del colegio de Santa María de los Rosales. Una jornada que estuvo marcada por las restricciones obligadas por las condiciones sanitarias, por lo que se redujo el número de asistentes que acompañaban a cada alumno: el aforo estaba limitado a 95 personas en la iglesia, así que cada confirmado podía ir acompañado por tres personas. En el caso de la Princesa de Asturias, estuvo arropada por don Felipe y doña Letizia y su hermana, la infanta Sofía, su compañera inseparable de vida. En la memoria de Leonor al regresar al mismo escenario en el que hizo la Primera Comunión estaban quizá sus abuelos, que entonces sí se sentaron en la iglesia y que hoy, debido a las restricciones, no estaban con ella.
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La familia llegó en un vehículo conducido por el propio rey Felipe y, antes de acceder al templo, conversaron con una de las responsables de la escuela, que acompañaba a los alumnos en esta ocasión tan señalada. Se pudo ver además la complicidad y buena relación que une a Leonor y Sofía, muy sonrientes y que han charlado animadamente, igual que ha hecho el rey Felipe con sus hijas, especialmente con su primogénita a la que abrazó con orgullo. No fue obligado, en esta ocasión, vestir el uniforme del colegio así que la Princesa de Asturias escogió la comodidad y sencillez en su atuendo. Se trataba de un vestido azul (un guiño al color de la comunidad que figura en su título, Asturias) con la parte de arriba más suelta y ajustado en la cintura. Lo combinó con unos zapatos en tono nude con un discreto tacón y la mascarilla con el escudo del colegio de Santa María de los Rosales, en el que figura el lema "Sin pérdida de su luz". La infanta Sofía también se adaptó a las excelentes temperaturas de la capital con un vestido estampado en un tejido suave, ajustado a la cintura, falda plisada y mangas abullonadas, mientras que doña Letizia optó por un look bicolor en blanco y negro (pantalones y blusa con el detalle de botones laterales). El detalle más significativo es que el rey Felipe llevaba la corbata también en tono azul, a juego con el vestido de su hija. Quizá porque fue don Felipe el escogido como padrino de Confirmación de su hija.
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Al padrino le corresponde procurar que el confirmado se comporte como verdadero testigo de Cristo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al sacramento, tal y como señala la Conferencia Episcopal. En este caso, aunque este papel no suele corresponder a los padres, fue uno de ellos quien lo ejerció (la princesa Sofía no está confirmada por lo que no podía ser elegida). Emuló así Leonor a su padre don Felipe, que cuando hizo su Confirmación, hace ya 43 años (la celebró junto a sus hermanas cuando tenía solo 10 años), escogió al rey Juan Carlos como su padrino. Una vez finalizada la ceremonia -presidida por el vicario episcopal Juan Carlos Merino-, de nuevo los Reyes y sus hijas se detuvieron ante las cámaras, saludando con cariño a los asistentes (el Rey volvió a llevarse la mano al corazón en algún momento, gesto que ya es habitual en él), mientras detrás de ellos las familias de los alumnos se reunían a las puertas de la iglesia. Abandonaron la zona en el coche conducido por don Felipe.
En otoño comienza una nueva etapa
La Connfirmación ha sido uno de los últimos acontecimientos que la princesa Leonor ha compartido con sus compañeros de colegio, pues el próximo mes de septiembre se marcha a Gales para cursar el Bachillerato. La recibirá un espectacular castillo del siglo XVII que alberga el centro UWC Atlantic College, que es donde continuará su formación académica. Ha sido esta Confirmación así una especie de despedida del colegio Santa María de los Rosales, donde ha estudiado desde que era apenas una niña de tres años (desde 2008). Muchos años y numerosos recuerdos sin duda que quizá tuviera hoy presentes.
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A sus quince años ha ido asumiendo cada vez más retos, completando una formación y dando los pasos necesarios que la conducen al Trono. Uno de los más significativos fue el que protagonizó el pasado 24 de marzo, cuando presidió su primer acto en solitario con motivo del aniversario del Instituto Cervantes. Demostró entonces una seguridad y naturalidad admirables en una adolescente de su edad, cualidades que ya había manifestado en otras citas públicas como los Premios Princesa de Asturias o el reciente bautismo de una embarcación en Murcia (acompañó a sus padres). Junto a ella en este camino están sus padres, los Reyes, que han ido marcando las líneas que darán forma a su futuro, y la infanta Sofía, que siempre ha sido más que una hermana, una fiel amiga. Han demostrado lo mismo en esta significativa jornada que han celebrado en privado y en familia, como corresponde a un día así.