Fue en la madrugada del 31 de octubre del año 2005 cuando en la clínica Ruber Internacional de Madrid venía al mundo un bebé con el destino escrito antes de nacer: el de reinar en una Europa del siglo XXI. La princesa Leonor trajo con ella la alegría habitual sumada a la expectación de un nacimiento histórico que aseguraba la continuidad dinástica. Para don Felipe y doña Letizia comenzaba así un doble desafío: el de educar (en ocasiones bajo los focos) a la futura jefa del Estado, a la vez que deseaban que se criara de un modo similar a cualquier niña de su edad. Así Leonor ha llegado a los quince años, con una vida normal pero la vista puesta en un futuro nada convencional.
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Los Reyes siempre lo tuvieron claro: no harían distinciones entre sus hijas y velarían para que tuvieran una infancia despreocupada y feliz. Sin obviar el contexto en el que se mueven, tanto la princesa de Asturias como la infanta Sofía, han llevado la rutina que correspondería a una niña de su edad. Eso incluía el ir haciendo las actividades propias de cada momento y también el no estar expuestas en su día a día, haciendo como excepción ese primer día de colegio en el que las cámaras sí recogen la entrada de Leonor y Sofía al centro escolar.
Todo aquello que no vemos
Así que la vida de la Princesa –esa vida que no vemos- transcurre como la de una alumna más de 4º de la ESO de Santa María de los Rosales. Diez asignaturas y la vista puesta en el próximo curso, cuando empezará un Bachillerato que en principio será el de la rama de Humanidades y Ciencias Sociales. Ahora que habla el inglés a la perfección –con la experiencia además de sus veranos en campamentos estadounidenses- dedica esfuerzos extras al francés y estudia árabe. Eso sin descuidar que su papel requiere fluidez con el gallego, el catalán y el euskera.
Buena deportista, inquieta culturalmente y perfeccionista, entre sus actividades extraescolares destaca el ballet (disciplina que practica desde niña). Disfruta jugando con los perros (sobre todo con la simpática labradora que tiene desde hace cinco años), eligiendo ropa con su hermana, haciendo sus pinitos en la cocina o quedando con amigas. Hasta hace no mucho compartía habitación con la infanta Sofía, sin televisión y con muchos libros, ya que ambas tienen el hábito de leer antes de dormir. También en esto ha ido cumpliendo todas las etapas y los universos creados por J.R.R. Tolkien, Michael Ende y Roald Dahl han ido dando paso a otras lecturas como Cambiemos el mundo de la activista Greta Thunberg, una lectura que da muestras de por dónde van sus inquietudes.
¿Qué pasa con las redes sociales?
Leonor puede ser como muchas jóvenes de 15 años, aunque para ella hay un semáforo en rojo que merece la pena comentar porque en otras cortes europeas ha generado ya quebraderos de cabeza y ese es el uso de las redes sociales. El mensaje es claro: no puede usarlas ni compartir ningún tipo de material. En este sentido, sí puede ser distinta, aunque sobra recordar las advertencias que se hacen sobre el manejo de este tipo de herramientas a determinadas edades. En su caso además hay que ponderar otros factores, entre ellos, el de la seguridad del jefe del Estado y su familia. Alexia de Holanda, que cumplió los quince años en junio, es la que ha abierto el debate después de que el gabinete de comunicación tuviera que poner a trabajar a marchas forzadas para eliminar las fotos o vídeos (más o menos afortunados) que la adolescente (o sus amigas, esto nunca ha llegado a aclararse) habían hecho circular en redes sociales.
En definitiva, Leonor –que empezó a ser consciente de su papel en torno a los siete años, momento que coincidió con ese histórico posado de las “tres generaciones con un compromiso común”, primera imagen oficial que se compartió de ella- ha llegado a los quince años pasando por as emocionantes cabalgatas de Reyes hasta las tardes de traer a amigos a casa. Ahora, cuando su papel institucional se ha agrandado de forma considerable y ha empezado a asumir nuevos retos, como los Premios Princesa de Asturias o el tomar el pulso a la calle -lo hizo en Mérida, lo hizo en Mallorca y lo repitió en Asturias- todo apunta a que esa intención de llevar una vida normal seguirá marcando su rumbo durante el tiempo que dure su formación, a la vez que se prepara para asumir un destino de lo más excepcional.