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Se ha celebrado en Oviedo la 39º edición de los galardones

Felipe VI recuerda 'el valor' de un abrazo o una caricia en unos Premios Princesa de Asturias marcados por la distancia

'Frente a tanta pérdida, tanta incertidumbre y tanto pesar, han renacido en nosotros también otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones parecían adormecidos', ha dicho el soberano


Actualizado 16 de octubre de 2020 - 23:00 CEST

“Quizá es este un momento en el que, de forma más necesaria, precisamos valor y esperanza”, con esta frase ha arrancado el discurso que el rey Felipe VI ha pronunciado en los Premios Princesa de Asturias de este 2020. Una 39ª edición atípica, como casi todo lo que viene ocurriendo en este año, y en la que el jefe del Estado ha querido llamar a la unidad, al sentido del deber y al civismo.

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Este viernes 16 de octubre se ha celebrado en Oviedo la 39ª edición de los Premios Princesa de Asturias

“Esta crisis sanitaria ha puesto a prueba las capacidades de los Estados; ha mostrado sus debilidades y carencias como también sus fortalezas; e igualmente la trascendencia de los altos valores que deben regir la vida democrática; la importancia que, para todos, sin distinción alguna, tienen la solidaridad, la unión, en definitiva, el afecto. El valor de estrechar la mano, de un abrazo, de una caricia… Un afecto que entre todos hemos cultivado a lo largo del tiempo y que nos enlaza y nos atraviesa, dándonos vida”, ha dicho el soberano en un discurso en el que ha tomado alguna frase de Virginia Wolf y ha cerrado con Benito Pérez Galdós en el año del centenario de su muerte, cuya casa museo precisamente visitó en Las Palmas de Gran Canaria durante esa gira que hizo por todas las Comunidades Autónomas después del estado de alarma.

Recordamos el primer discurso del rey Felipe VI en los premios Princesa de Asturias

El momento más emotivo del discurso ha llegado cuando el Rey se ha dirigido a los sanitarios españoles, Premio Princesa de Asturias de la Concordia y representados en Oviedo por quince personas entre médicos, enfermeros, farmacéuticos, auxiliares y familiares de sanitarios fallecidos por la COVID-19. Felipe VI ha agradecido su rectitud, su sacrificio, su conocimiento, su experiencia e incluso el modo en e que entregan sus propias vidas. "Por eso nosotros sí creemos que tienen una actitud heroica, valiente; y con ella nos devuelven la esperanza”, ha dicho don Felipe.

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El rey Felipe VI ha pronunciado un discurso en el que ha rendido un sentido homenaje a las víctimas del coronavirus y ha recordado algunos de los mensajes que compartió en pasado marzo.

"Frente a tanta pérdida, tanta incertidumbre y tanto pesar, han renacido en nosotros también otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones parecían adormecidos. Y por eso decía que más que nunca necesitamos valor y esperanza", ha reflexionado en un discurso en el que ha querido tener unas palabras especiales para otra gran ausencia, la de Plácido Arango. El que fuera presidente de la Fundación falleció el pasado febrero a los 88 años y este viernes, el Rey le ha querido rendir un sentido homenaje recordando su enorme cultura, pero, sobre todo, que era "gran persona y gran amigo".

Discurso íntegro del rey Felipe VI en los Premios Princesa de Asturias 2020

Quizá es este un momento en el que, de forma más necesaria, precisamos valor y esperanza. Esta ceremonia, las circunstancias en las que se celebra, la experiencia de los últimos meses, son la prueba de que nada ha sido fácil. La prueba de que hemos estado y seguimos estando sometidos -la Humanidad entera- a una presión y una tensión muy duras. Esta crisis sanitaria ha puesto a prueba las capacidades de los Estados; ha mostrado sus debilidades y carencias como también sus fortalezas; e igualmente la trascendencia de los altos valores que deben regir la vida democrática; la importancia que, para todos, sin distinción alguna, tienen la solidaridad, la unión, en definitiva, el afecto. El valor de estrechar la mano, de un abrazo, de una caricia… Un afecto que entre todos hemos cultivado a lo largo del tiempo y que nos enlaza y nos atraviesa, dándonos vida.

El año pasado nuestra premiada de Investigación Científica y Técnica, la argentina Sandra Myrna Díaz, dedicó su premio precisamente “a todos los frágiles -nos dijo-, de cuyo amoroso batallar depende hoy y dependerá en el futuro la persistencia del tapiz de la vida”. Frente a tanta pérdida, tanta incertidumbre y tanto pesar, han renacido en nosotros también otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones parecían adormecidos. Y por eso decía que más que nunca necesitamos valor y esperanza. Con estas armas en nuestra mano, ese “amoroso batallar” que quería Sandra Myrna será -estoy convencido- más fácil. Porque de esa colaboración mutua depende, más que nunca, nuestro hoy y nuestro futuro; el de nuestro país, el de nuestra Europa y el del Mundo entero.

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'Frente a tanta pérdida, tanta incertidumbre y tanto pesar, han renacido en nosotros también otros sentimientos y actitudes positivas que quizá en demasiadas ocasiones parecían adormecidos', ha dicho el soberano

Hoy esa esperanza está representada por nuestros premiados, aunque no todos, tristemente, han podido viajar a Asturias, como era su deseo, y el nuestro. Ellos siguen trabajando, esforzándose. Siguen luchando día a día, desde sus distintas responsabilidades, avanzando en el camino del progreso, y del bienestar y la dignidad colectivos. Por eso hoy, movidos por su ejemplo, todos tenemos que pensar en seguir adelante, sin dejar que nos invada el desánimo. Dejando, al contrario, que nuestra vida se construya desde el compromiso. Dejando que nuestro día a día se llene de generosidad, de ayuda. Que sea la firme voluntad de construir -entre todos- lo que nos impulse y nos lleve hacia ese futuro que anhelamos.

El Premio de la Concordia 2020 ha sido concedido a los miles de sanitarios españoles que luchan en primera línea contra la COVID-19. Decenas de miles de personas, en realidad, mujeres y hombres que están pagando un alto precio por su entrega y su coraje. Insisten, una y otra vez, en que no son héroes, que tan solo hacen lo que es su obligación. Pero nosotros sabemos que están yendo mucho más allá, que curan, investigan, ayudan, acompañan, consuelan…; que cuidan y se desviven –literalmente- por los enfermos. Y sabemos que trabajan en muchas ocasiones con medios insuficientes, tratando en todo momento de mitigar el sufrimiento de quienes, desgraciadamente, no superan la enfermedad. Les agradecemos la rectitud de su comportamiento, su sacrificio, la forma en la que ponen en juego todo su conocimiento, su experiencia e incluso sus propias vidas. Por eso nosotros sí creemos que tienen una actitud heroica, valiente; y con ella nos devuelven la esperanza.

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El discurso que ha dado Felipe VI  ha durado 25  minutos, tras los cuales ha tomado la palabra la princesa Leonor.

Hoy, además, recordamos a los miles de personas que han perdido la vida, y con especial emoción aquí a todos los profesionales de la sanidad que han fallecido, a sus familias y allegados. Ellos son la imagen misma de la dignidad humana y representan lo mejor de nuestra sociedad; el corazón de un país que en los peores momentos debe mantenerse unido y ser capaz de enfrentarse a los más graves problemas con responsabilidad, sentido del deber y civismo. 

Entre tantas ausencias definitivas que hoy nos duelen, una que a todos sorprendió y que aquí esta noche particularmente nos entristece es la del compositor italiano Ennio Morricone, que recibió este año, con el estadounidense John Williams, el Premio de las Artes. Morricone había expresado la ilusión que le hacía viajar a Asturias para asistir a este acto y aunque sentimos mucho su muerte y que no haya podido cumplir su deseo, le honramos emocionados en presencia aquí de su hijo Andrea.

El poder evocador de las inolvidables bandas sonoras escritas por Morricone y Williams -cada una, en su estilo, todo un mundo de belleza-; y la fuerza y emoción con las que individualizan e identifican a tantas películas que jalonan gran parte de la historia del cine, son el resultado de su inmensa genialidad. También lo son de su gran amor por la música, que con expresivas palabras dejó para siempre impreso Morricone en nuestros corazones poco antes de fallecer, al transmitirnos que componía sobre todo para comunicarse, para compartir con todas las personas una experiencia única. Y Williams, que sabemos que hoy siente de manera especial la ausencia de Morricone, ha compartido con nosotros esa confianza en la música como un arte que nos acerca, que une distancias, que nos proporciona consuelo, que alivia el sufrimiento. Por todo ello, les agradecemos hoy su humildad y grandeza.

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Tradicionalmente 1.300 invitados se daban cita en el Teatro Campoamor, sin embargo, esta año la pandemia ha hecho que el escenario elegido hay sido otro y el número de invitados se reduzca al mínimo imprescindible entre autoridades y galardonados. 

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara y el Hay Festival of Literature & Arts han recibido el Premio de Comunicación y Humanidades. Ambos acontecimientos literarios impulsan, protegen y promocionan la literatura, ayudando así a que esta ocupe un lugar destacado en la vida cultural en el mundo. El poder de la palabra escrita, la indudable influencia que los libros y la literatura tienen en la formación cultural, y el necesario apoyo que los escritores de todo el mundo encuentran gracias a la FIL y al Hay Festival son solo algunas de sus virtudes. Están, además, la visión firme, sostenida en el tiempo y con creciente prestigio, de una forma de cultura en la que la literatura, los escritores, editores y lectores conforman un todo fundamental y básico. También la música y esa capacidad de comunicación de la que antes hablaba. Ambos acontecimientos son, así pues, expresión de la trascendencia que tiene el intercambio cultural, el diálogo entre culturas, el disfrute de distintas formas de expresión artística y el fomento y protección de la literatura.

El Premio de Ciencias Sociales reconoce al economista Dani Rodrik, cuya tesis del trilema ha tenido un enorme impacto en el estudio del crecimiento y análisis económico, el desarrollo y la política. El Profesor Rodrik ha analizado la imperiosa necesidad que tenemos de luchar contra la desigualdad y de cooperar con los países más desfavorecidos; al tiempo que nos proporciona herramientas para tratar de comprender por qué -según su criterio- no es posible combinar plenamente la globalización con la democracia y la soberanía de los Estados. La búsqueda de soluciones y la construcción de una sociedad más equitativa son dos de los pilares sobre los que se asienta el inspirador trabajo de Rodrik, muy necesario para tratar de resolver algunos de los más acuciantes problemas de la política económica mundial. Sus reflexiones e investigaciones nos acercan un poco más a ese mundo que deseamos y nos enfrentan a las injusticias y desequilibrios económicos. Son ideas que cobran aún más relevancia hoy ante las consecuencias tan desfavorables que la pandemia está produciendo en las economías de tantos países.

Carlos Sainz, nuestro Premio de los Deportes, ha demostrado sobradamente su valía a lo largo de su excepcional carrera deportiva. Todos sabemos que es uno de los mejores pilotos de rallies del mundo, uno de los que más títulos mundiales ha obtenido, el primer español que ha ganado el Dakar en la categoría de coches… Así podríamos seguir destacando todos sus méritos, que ha compartido siempre con los aficionados y personas que han seguido con emoción y alegría sus triunfos a lo largo de los años y que lo han apoyado y animado siempre, en cualquier circunstancia. Carlos ha trabajado duro desde muy pronto, con tenacidad y con hambre por competir y ganar; pero también con inteligencia, espíritu de equipo, sencillez y caballerosidad. Virtudes que lo convierten en un deportista único, en un ejemplo para todos los que amamos el deporte y vibramos y vivimos con orgullo todos sus triunfos. Lo han convertido, en definitiva, en un deportista que admiramos y queremos de manera incondicional. Carlos Sainz aún compite… y gana, pero su nombre se encuadra desde hace ya mucho tiempo en esa lista que deseamos nunca se cierre de los deportistas españoles legendarios.

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El lugar elegido para los Premios ha sido el Salón Covandonga del Hotel de la Reconquista, un espacio más reducido, más íntimo, más cercano y en el que se han cumplido con las indicaciones sanitarias.

La escritora Anne Carson ha recibido el Premio de las Letras. La cultura clásica, las humanidades, el mundo grecolatino, la historia, forman parte indisoluble de su estilo, marcado por una devoción por el conocimiento y una capacidad de observación realmente admirables. Nos ha dicho: “Escribo sobre lo que tengo que escribir”. Una forma extremadamente humilde de expresar la magia, la hondura y la belleza de una obra que se abre al mundo para tratar de explicarlo desde el sentimiento, la emoción y la pasión. Como escribió su admirada Virginia Woolf, “la belleza debe romperse a diario para permanecer hermosa”. Así escribe Anne Carson, adentrándose con cada verso, con cada frase, en la realidad y transformándola en algo más real aún, más profundamente verdadero; permaneciendo fiel a sí misma, sin abdicar jamás de una literatura hipnótica, intensa, vanguardista, sorprendente y siempre, cargada de una indescriptible belleza.

El Premio de Investigación Científica y Técnica ha sido concedido a Yves Meyer, Ingrid Daubechies, Terence Tao y Emmanuel Candès, cuatro profesores e investigadores que han contribuido de manera trascendental al desarrollo de las teorías y técnicas matemáticas para el procesamiento de datos. Y han logrado situar a esta disciplina como eje fundamental en el desarrollo de la era digital. Más allá de las dificultades técnicas y teóricas que entrañan sus trabajos, al acercarnos a su obra entendemos que gracias a ella se han conseguido avances fundamentales. Gracias a las ondículas de Meyer y Daubechies, y a las técnicas de percepción comprimida y de reconstrucción eficiente de Tao y Candès, muchos claroscuros de la ciencia se han hecho más accesibles: desde los trabajos en la inmensidad del Universo del Hubble hasta las imágenes mínimas de nuestro cuerpo en una resonancia magnética. Gracias, en definitiva, a las matemáticas, a su trascendencia transversal −como ha afirmado el jurado− para todas las ramas de la ciencia.

El Premio de Cooperación Internacional ha sido concedido a Gavi, the Vaccine Alliance. La ciencia, los científicos y sus investigaciones, la medicina, los medicamentos y la salud están mucho más presentes en nuestro día a día, debido a la pandemia que sufrimos. Nos hemos acostumbrado en estos últimos meses a escuchar y utilizar continuamente palabras como virus, enzima, inmunidad, anticuerpos, que antes nos resultaban más ajenas. Y hemos comprobado de manera indudable -y con dureza- la vital importancia que la investigación y el conocimiento científicos tienen para nuestro bienestar, e incluso para nuestra supervivencia. También nos ha hecho pensar de nuevo sobre el dolor tan injusto que tantas personas en el mundo sufren al no tener acceso a todos esos beneficios, simplemente por haber nacido y vivir en lugares menos favorecidos. Para tratar de resolver este desequilibrio la alianza Gavi trabaja sin descanso. Millones de niñas y niños pueden así defenderse de enfermedades que incluso llegan a ser, gracias a las vacunas, erradicadas. El encomiable trabajo cooperativo, y solidario de Gavi constituye un ejemplo de cómo, juntando y sumando esfuerzos, voluntades y medios, es posible trabajar por un mundo más justo. Y es nuestro deber moral exigir y apoyar el máximo rigor científico y su transparencia, para así reforzar la más amplia confianza en ese campo tan determinante para la salud y el desarrollo equilibrado y justo de la humanidad.

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Felipe VI ha querido dedicar unas palabras especiales a Plácido Arango, el que fuera presidente de la Fundación y que falleció este año. 

Señoras y Señores, permítanme ahora -antes de compartir alguna reflexión final- que recuerde con emoción a nuestro querido Plácido Arango, una gran persona y un gran amigo. Fue un extraordinario Presidente de la Fundación, de sólida cultura, gran inteligencia, sentido del humor, y profunda educación. Plácido tenía una capacidad para acompañar y aconsejar realmente admirables. Y estoy seguro, de que, en estos momentos, nos estaría dando un gran ejemplo de ánimo a todos para seguir adelante. 

Plácido Arango impulsó y formó parte de nuestro patronato desde el principio y, al recordarlo, quiero agradecer la constante y enorme generosidad de todos nuestros Patronos, sin cuyo compromiso nuestro proyecto no sería una realidad. Y lamentamos también la pérdida muy reciente de dos ilustres premiados: La de “Quino” (Joaquín Salvador Lavado), a quien en el año 2014 le entregamos el Premio de Comunicación y Humanidades. Y en el corazón de Oviedo, sentada en un banco del Campo de S. Francisco, quedará para siempre inmortalizado su recuerdo gracias a Mafalda, que contempla sonriente y entrañable a quienes se acercan a ella. Y también sentimos la de Joseph Pérez, el gran hispanista franco-español, que recibió el Premio de Ciencias Sociales en esa misma edición. Como afirmé entonces, “la historia española, en sus manos, es una versión auténtica de lo que nos define y nos construye como pueblo, de lo que nos explica y da sentido a nuestra razón de ser”.

La España democrática fue lo que dio sentido a la razón de ser de nuestra Fundación. Desde su nacimiento -hace ahora 40 años en este salón Covadonga donde nos encontramos-, nuestra Fundación ha trabajado sin descanso, cultivando siempre sus profundas raíces en el saber, el pensamiento, en el amor a la ciencia y la cultura, en la solidaridad; y ha ido creciendo gracias a la permanente savia que, al igual que nuestra sociedad, ha recibido de nuestra Constitución: un compromiso histórico que garantiza día a día nuestra convivencia democrática, la dignidad del ser humano, y sus derechos y deberes como ciudadano en libertad. Un compromiso permanente, en suma, con nuestros principios y valores constitucionales.

Durante todo ese tiempo, el escenario que nos ha arropado ha sido el Campoamor; un teatro cálido y acogedor, testigo de momentos inolvidables. Hoy el teatro permanece cerrado mientras celebramos este acto; pero también sabemos firmemente que volveremos, que “nuestras ceremonias de entrega” seguirán celebrándose allí donde tantas veces -desde 1981- hemos sentido una profunda emoción; donde tanto hemos aprendido de palabras, de sentimientos y de obras llenas de humanidad, excelencia y ejemplaridad.

Señoras y señores, en mi mensaje a los españoles del pasado mes de marzo, dije que “Hay momentos en la Historia de los pueblos en los que la realidad nos pone a prueba de una manera difícil, dolorosa y a veces extrema”. Ahora, cuando tantas personas se han enfrentado y se siguen enfrentando a situaciones tan graves y complejas por la pandemia; cuando muchos ciudadanos sienten una gran incertidumbre y preocupación por su situación económica, es necesario que todos hagamos un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo nacional, de entendimiento y de concordia; y que mostremos toda nuestra energía, todo el talento de nuestra sociedad, toda la capacidad del Estado, y una voluntad y actitud inquebrantables y decididas de superación.

Durante esta crisis la inmensa mayoría del pueblo español está dando pruebas inequívocas de resistencia y entereza. Su ejemplo no puede ser un esfuerzo estéril ni caer en el olvido. Y ese ejemplo nos exige a todas las Instituciones estar siempre -y ahora más que nunca- al lado y al servicio de los ciudadanos; requiere conducirnos con sentido del deber, con la mayor responsabilidad, y con la máxima integridad y rectitud, para que el interés nacional prevalezca y los intereses generales de los españoles sean nuestro norte y guía. Es así como la sociedad y las Instituciones que la representan se reconocen, se justifican y se comprometen con el mejor porvenir de nuestra Nación.

En el año del centenario de Benito Pérez Galdós, recordemos sus palabras siempre lúcidas: La historia, escribió, “está en el vivir lento y casi siempre doloroso de la sociedad, en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno”. Es cierto, este tiempo nuestro de incertidumbre es, quizá más que nunca, un tiempo de todos y de cada uno de nosotros. Sigamos recorriendo nuestra historia por los caminos de encuentro con la razón, el respeto y la palabra que definen la esencia y el compromiso de la Fundación con nuestra España democrática. Y que juntos celebremos el valor de la vida. Muchas gracias.

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