La leyenda de Carlos Sainz nunca termina de agrandarse. Cuando parece que lo ha conseguido todo el bicampeón del mundo siempre regresa a casa con un nuevo triunfo. Este viernes, el piloto de 58 años, recogerá en Oviedo el Premio Princesa de Asturias del Deporte de manos de una nueva generación: la princesa Leonor. En un contexto en el que las nuevas generaciones dan un paso al frente (también en los circuitos con su hijo Carlos Sainz Jr. con una carrera automovilística imparable), conviene recordar que la primera gran victoria a nivel mundial del piloto madrileño, hace exactamente tres décadas, se la dedicó precisamente al entonces príncipe de Asturias cuando ambos se encontraban en la otra parte del mundo.
Recordar el palmarés de Carlos Sainz es largo, como recordar todas las veces que en los últimos años que le he preguntado por su jubilación. “Ahora no es el momento de valorar mi posible retirada, sino de disfrutar de la victoria”, suele responder el piloto que siempre quiere más. Sin embargo, este encuentro del deportista con la Familia Real, trae a la memoria una victoria en concreto, la que tuvo lugar en el verano de 1990.
El 29 de junio de ese año don Felipe se montaba en un avión en el aeropuerto de Madrid para iniciar un viaje de trece días entre Nueva Zelanda y Australia, acompañado por el entonces subsecretario del Ministerio de Exteriores, Inocencio Arias. Después de un día y medio de descanso en la isla indonesia de Bali, el entonces heredero abría una agenda en la que compartían protagonismo la Expo de Sevilla y los preparativos de los Juegos Olímpicos de Barcelona, que se celebrarían en nuestro país dos años después. La expectación en Melbourne por la llegada del príncipe Felipe era máxima, ya que la ciudad aspiraba a organizar los juegos siguientes, una edición que finalmente se celebraría en Atlanta en 1996.
De forma paralela, dos españoles hacían historia. Carlos Sainz y Luis Moya se alzaban con una victoria mundial en el Rally de Nueva Zelanda, al volante de un Toyota, en la que era su segunda victoria consecutiva tras el Rally Acrópolis de Grecia. Con una gran botella de champán en la mano y la euforia propia del momento, Carlos Sainz, con 28 años, gritó: "El Príncipe está aquí y queremos ofrecerle esta victoria tan importante para nuestras aspiraciones en el Mundial".
Han pasado tres décadas desde ese momento y Carlos Sainz, que ha sido asesor del Ejército de Tierra para desplazamientos en zonas desérticas, sigue acumulando victorias. En el 2018, tras su segundo triunfo en el Dakar, Felipe VI le invitó a Zarzuela y durante el encuentro el piloto le obsequió con una réplica del casco con el que había ganado. Carlos Sainz, tras abandonar el Salón de Audiencias agradeció ante los medios el gesto del soberano de invitarle: "Es un detalle. Es encantador. Muy contento y muy normal, como es él". Además el piloto señaló: "El Rey es un deportista y está puesto al día del mundo del deporte. Es obvio, se nota, se ve. El mundo del deporte en concreto le gusta y lo practica. Además, no hay más que ver lo forma que está. Tiene que ser difícil con tantas comidas y tantos compromisos, y la verdad es que está impecable"
Su última victoria en una carrera le llegó a comienzos de este 2020 con su tercer triunfo en el Rally Dakar, lo que vino a agrandar su leyenda al ganarla con 57 años y convertirse en el campeón más veterano en una carrera marcada por la dureza del desierto. Tras esta victoria tuvo lugar un emotivo recibimiento en el aeropuerto por parte de su mujer, Reyes Vázquez de Castro, y sus tres hijos, Blanca, Ana y Carlos.
El lado más cercano y familiar de Carlos Sainz, premio Princesa de Asturias de los Deportes
El pasado junio, cuando se enteró de que le habían concedido el prestigioso galardón, que ya tienen Rafa Nadal, los hermanos Gasol, Javier Gómez Noya, Iker Casillas o Xavi Hernández, el piloto compartió un mensaje que se puede interpretar como un guiño: “Es para mí un orgullo y una satisfacción enorme recibir el Premio Princesa de Asturias y entrar así a formar parte de esa lista tan excelente de premiados”. Unas palabras (orgullo y satisfacción) que en el imaginario colectivo nacional forman parte de los tradicionales discursos navideños del rey Juan Carlos, que en los últimos años ha recorrido los circuitos internacionales apoyando a los pilotos españoles entre los que está su hijo, Carlos Sainz Jr, que ya ha recibido el Premio Nacional del Deporte, un galardón que le entregaron en noviembre de 2015 en una recepción que presidieron los reyes Felipe y Letizia, junto a don Juan Carlos y doña Sofía.
A lo largo de los años los encuentros entre el rey Felipe y el que algunos han apodado a raíz de sus triunfos en el Dakar “El Rey del desierto” (sin olvidar que durante años fue "El Matador”, un apodo que le pusieron en el extranjero por su origen español) han estado marcados por la buena sintonía. Ahora se escribe en Asturias un nuevo capítulo de la biografía de un hombre que ha dedicado cuarenta años al deporte y durante treinta ha llevado la "marca España" por el mundo.