Cuenca ha recibido este lunes a don Felipe y doña Letizia, como motivo de su gira por toda España después de eliminarse el estado de alarma provocado por el coronavirus. Los Reyes recorrerán todas las comunidades autónomas para mostrar su apoyo, impulsar las actividades y el turismo y agradecer personalmente los esfuerzos hechos durante la pandemia. Tras Canarias, Baleares y Andalucía, Castilla- La Mancha ha sido el cuarto destino de este periplo. Sin embargo, la visita a la ciudad de las Casas Colgadas tiene un gran componente sentimental para los Reyes pues fue allí donde hace 16 años iniciaron su luna de miel.
Cámara en mano, cogidos de la mano o abrazados, los entonces Príncipes de Asturias generaron una gran revolución a su paso y los conquenses fueron testigos de estampas de lo más románticas que nos sirvieron para ver la faceta de don Felipe como fotógrafo, pues no se separó en ningún momento de su cámara. También doña Letizia estuvo muy pendiente de su teléfono móvil, que poco o nada tiene que ver a los actuales smart phones.
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A finales de mayo de 2004, en la localidad castellanomanchega hacía fresco y estaba nublado, así que los entonces Príncipes la recorrieron con trench, vaqueros y jersey. También se observan cambios en el aspecto de los Reyes. Además del evidente paso del tiempo, hace más de una década, don Felipe no lucía la barba que ha optado por dejarse en los últimos tiempos y la Reina tenía el pelo más claro y capeado. Tampoco existían las actuales medidas de distanciamiento social y los vecinos se agolpaban por conseguir un apretón de manos de la pareja real del momento.
El motivo de su regreso en esta ocasión es bien distinto al de 2004. Si aquel año los Reyes iban a celebrar su amor, la actual razón ha sido impulsar con su presencia el regreso a la actividad tras una de las mayores crisis sanitarias que se recuerdan.
Lo cierto es que la decisión de los recién casados de comenzar su viaje de novios en Cuenca supuso un gran espaldarazo para la ciudad. Los padres de Leonor y Sofía pernoctaron en el Parador ante los intensos rumores que corrían por la ciudad de que "alguien muy importante" se iba a hospedar bajo sus muros. Sus fotos cogidos de la mano y su paseo por el casco antiguo dieron la vuelta al mundo y fueron un gran reclamo turístico para Cuenca.