Las puertas del Palacio Imperial de Tokio se abrieron por última vez hace poco más de dos años para recibir a don Felipe y doña Letizia en su primer viaje a Asia del reinado. Aquella visita al país del sol naciente tuvo un triste sabor a despedida, ya que los entonces emperadores Akihito y Michiko barajaban su posible abdicación. Ahora, los Reyes han vuelto a Japón para celebrar el feliz nacimiento de una nueva era con los actuales emperadores, Naruhito y Masako.
Tras vivir un fin de semana inolvidable en Oviedo con el debut de Leonor en los Premios Princesa de Asturias, don Felipe y doña Letizia han asistido a la ceremonia de entronización del emperador Naruhito, que se ha celebrado en el Palacio Imperial con la presencia de los dignatarios y jefes de Estado de más de 190 países, entre los que se encontraban, además de nuestros Reyes, Carlos de Inglaterra, Guillermo y Máxima de Holanda, Felipe y Matilde de los Belgas, Federico y Mary de Dinamarca, además de diversos representantes gubernamentales de América, África, Asia y Oceanía.
Don Felipe y doña Letizia han seguido el acto desde la primera fila de asientos destinada a los jefes de Estado que se han trasladado hasta la capital japonesa con motivo del relevo en el trono nipón. A la derecha de Felipe VI se sentó el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hamad Al Zani, mientras que a la izquierda de la Reina estaba el jefe de Estado de Samoa, el príncipe Vaaletoa Sualavi II.
De acuerdo con el protocolo, el Rey llevaba frac, y doña Letizia un vestido de ceremonia. La Reina ha apostado por un diseño de la cordobesa Matilde Cano, que ha combinado con una diadema de la sevillana Nana Golmar y piezas del joyero real, como unos pendientes de doña Sofía y un collar de chatones de la reina Victoria Eugenia.
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Por el formato del acto, los miembros de las monarquías europeas no han tenido oportunidad de charlar entre ellos, algo que les será más factible en la cena que ofrecen esta noche el emperador Naruhito y su esposa, Masako, a los invitados a la entronización.
Sin embargo, en el hotel en el que se alojan los reyes de España también lo hacen los representantes de otras coronas europeas con los que sí han tenido ocasión de conversar. Cuando se disponían a trasladarse hasta el Palacio Imperial, don Felipe y doña Letizia han coincidido en el vestíbulo con el rey Carlos Gustavo de Suecia y su hija y heredera de la corona, la princesa Victoria, así como con los reyes de Holanda, Guillermo Alejandro y Máxima. Hubo un saludo entre ellos y conversaron en inglés unos minutos hasta que fueron saliendo sus correspondientes comitivas hacia la ceremonia de entronización.
La proclamación oficial se prolongó durante media hora, y Naruhito la hizo desde un trono alzado y oculto inicialmente por una cortina, junto a otro más pequeño en el que estaba la emperatriz Masako. Todo ello en la Sala del Pino ((Matsu no Ma), donde sólo estaban los parientes más cercanos de la familia imperial, y los invitados especiales estaban en otra sala (Shunju no Ma), situada al otro lado del patio central.
En su discurso, Naruhito recordó a su padre, Akihito, que abdicó el pasado 30 de abril, y las tres décadas que estuvo como titular del Trono del Crisantermo. "Ahora, en esta ceremonia, hago la proclamación de entronización ante quienes están dentro y fuera de Japón", dijo Naruhito. El emperador se comprometió a cumplir con sus funciones de ser "símbolo de la nación" y "unidad del pueblo japonés", papel que le otorga la Constitución aprobada tras la II Guerra Mundial. También hizo votos en favor de la "felicidad del pueblo japonés y la paz del mundo", y se comprometió a actuar "con responsabilidad y sabiduría" en favor del bienestar del pueblo japonés y "la prosperidad de la humanidad".
El Gobierno de Japón anunció el pasado mes de marzo que la ceremonia de proclamación como emperador del príncipe Naruhito sería el 22 de octubre de 2019, seis meses después de la abdicación de su padre, Akihito. La ceremonia ha sido muy similar a la protagonizada por el emperador Akihito el 12 de noviembre de 1990. En aquella ocasión la solemne coronación se prolongó durante 30 minutos bajo los mismo ritos que llevan empleándose desde hace más de mil años en la Casa Imperial nipona. A la ceremonia de proclamación de Akihito asistieron 2.500 invitados, entre ellos 157 dignatarios de todo el mundo, como el entonces príncipe Felipe.
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Una vez finalizados los actos del día de hoy, los Reyes partirán a la República de Corea para seguir con su agenda oficial.