Mucho se ha escrito sobre su historia de amor, que culminó en una histórica boda real hace ahora quince años. La gran mayoría de cuanto se ha publicado no se puede constatar y solo los Reyes conocen los detalles, si bien esta es una plausible composición de cómo empezó todo.
Ya había llegado el frío a Madrid ese 17 de octubre del 2002. El reloj marcaba las 10 de la noche cuando el anfitrión, Pedro Erquicia, indicaba a sus invitados qué lugar ocupar en la mesa. Menos de veinte personas, entre empresarios, directores de cine y periodistas, se reunían en el ático del hoy recordado director y presentador de Documentos TV e Informe Semanal, para un encuentro. Entre ellos el Heredero a la Corona y Letizia Ortiz, periodista y presentadora de los informativos de TVE.
Así vivimos la Boda Real de los Reyes
Los Reyes, dos enamorados en un día para la historia
Entonces se dijo que aquella reunión había sido tramada por don Felipe, que había pedido a su gran amigo que invitara a doña Letizia, a la que quería conocer a toda costa; pero ella confirmó después que el encuentro fue absolutamente casual, una cita a ciegas producto del destino. Eso sí, al ser los más jóvenes de la mesa, el anfitrión, a dedo, decidió sentarlos juntos. Doña Letizia, según los presentes, iba guapísima con un traje de pantalón muy elegante. El pelo suelto, sin joyas, maquillada muy natural. El Heredero se quitó el uniforme de Príncipe (el traje con corbata) y vistió de manera informal para la ocasión.
Hablaron de lo divino y lo humano y no pararon de reírse durante toda la noche. Los dos acababan de estrenar casa. El Príncipe de Asturias, una vivienda grande, con cuartos ya designados para sus futuros hijos; la periodista, un apartamento en Valdebernardo. Sincera, le habló de lo contenta que estaba con su piso y de los pocos avances que había hecho en la decoración. “Si quieres podemos trasladarlo a mi dormitorio… Y si lo apretamos un poco, hasta lo podemos meter en el vestidor”, comentan que le dijo en broma don Felipe al contarle ella que su casa tenía 80 metros cuadrados.
“Fue un encuentro casual que no tuvo ninguna consecuencia”, en palabras de doña Letizia durante la pedida de mano, aunque los presentes en aquella primera cita de la pareja que cambió el curso de la historia fueron plenamente conscientes de la “química existente entre ambos”. En torno a la una de la madrugada don Felipe se retiraba sin haberle pedido su número de teléfono. El destino les brindaría nuevas oportunidades de reencuentro, la primera apenas unos días después, el 25 de octubre, durante la edición de los Premios Príncipe de Asturias del año 2002. Doña Letizia fue enviada por TVE a cubrir la ceremonia de entrega, y don Felipe, como cada año, pasó por el estudio de la cadena pública a saludar a los periodistas.
Doña Letizia desclasificó otra de las incógnitas de su amor reservado durante la petición de mano en el Palacio de El Pardo: “Fue en la primavera cuando tuvimos más contacto y aquello fructificó”. A mediados de abril, Televisión Española se decidió a enviar a Irak junto a las tropas españolas, a bordo del buque Galicia, a doña Letizia. A su regreso del país del suroeste de Asia, el Rey la llamó por primera vez. Le había proporcionado su número un amigo común.
Desde ese momento, poco a poco y a lo largo del 2003, protagonizarían una historia de amor secreta –igual que habían hecho la infanta Elena y la infanta Cristina en su día. De este tiempo, que solo les pertenece a don Felipe y doña Letizia, gracias al plan de seguridad de la Casa del Rey, las crónicas señalan que la pareja mantenía sus citas en embajadas a ocultas del mundo y que emprendió un viaje por el Mediterráneo en el barco de un amigo del Príncipe. La pareja puso todo el empeño en esconder su noviazgo tanto como les fuera posible y, como suele ser habitual en la realeza, usaron apodos con tal fin.
Pese a todos sus esfuerzos por evitar lo inevitable, el rumor de su relación corrió como la pólvora en pocos meses y la noticia bomba estalló en todas las redacciones. Sin dilación, porque no había lugar, el 1 de noviembre de aquel 2003 la Casa Real anunció el compromiso. Seguro de sus sentimientos, el Príncipe había pedido matrimonio a doña Letizia en el interior de su Audi azul blindado, sin hincar rodilla en el suelo pero “como un hombre que ama a una mujer”, como la propia Reina contó también durante su pedida de mano oficial. Lo demás es Historia.